Image: Fernando Aramburu

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El Cultural

Fernando Aramburu

"El tiempo y el viento harán borrón y cuenta nueva en el País Vasco"

12 diciembre, 2012 01:00

Fernando Aramburu. Foto: Rafa Martín.

Hoy recibe el Premio al Libro del Año del Gremio de Libreros de Madrid por su novela 'Años lentos' (Tusquets) en el Centro Cultural Círculo de Lectores y mañana charlará sobre el libro en la Librería Alberti

Fernando Aramburu (San Sebastián, 1959) es el autor del que para el Gremio de Libreros de Madrid es el mejor libro del año, Años lentos. El escritor, afincado desde hace décadas en Alemania, reconstruye desde la ficción el lugar y la época en los que se crió: el País Vasco en los años 60 y 70. Con un estilo similar al Lazarillo o el Buscón, el protagonista de la novela, Txiki, se dirige al autor para contarle su vida, enmarcada en un contexto caracterizado por el éxodo del campo a la ciudad, los inicios de ETA, los coqueteos de la Iglesia con la banda y la represión.

Pregunta.- ¿Qué significa para usted este premio y el hecho de que lo concedan los libreros?
Respuesta.- Soy humano. El premio me halaga. La cerámica, la estatuilla, lo que me den, irá a parar a la vitrina de los trofeos, pues no sólo de triunfos viven los deportistas. El premio me habría halagado también si me lo hubieran concedido los carniceros o los chapistas de Madrid, pero no habría sido lo mismo. En cuestión de libros, me fío más del olfato de los libreros.

P.- ¿Cuánto de biográfico y de catártico tiene Años lentos?
R.- Poco, ya que mi monótona vida no da para mucha novela. Es verdad que dos o tres episodios vagamente similares me sucedieron a mí y que sin mi experiencia personal no habría sido posible el libro, ni este ni ningún otro, pero nada de eso es relevante cuando unas figuras ficticias acaparan la acción.

P.- ¿En qué se notaba ese ambiente de miedo en la sociedad vasca que rodeó los inicios de ETA y que recrea en el libro?
R.- En los años sesenta del siglo pasado el miedo de los ciudadanos procedía principalmente de los porrazos que arreaba la policía, de las palizas en los sótanos de los cuartelillos y esas cosas. ETA aún pintaba poco.

P.- ¿El hecho de que se enfrentaran al franquismo hizo "entendible" la lucha armada en aquellos momentos?
R.- La gente interpretó que aquel grupo de chavales armados hacía una oposición eficaz contra el franquismo y que con sus acciones violentas la resarcía de la represión, muy intensa en las postrimerías del régimen.

P.- ¿Cuál fue la actitud de la Iglesia?
R.- Es que la Iglesia no existía como estamento homogéneo. Había de todo y había, sí, eclesiásticos muy comprometidos con el fomento de los valores culturales y la lengua vernácula, que se consideraba, no sin motivo, en vías de extinción. En tales circunstancias, algún que otro ministro de la Iglesia prefirió anteponer la ideología al amor al prójimo, la caridad y esas cosas que postulaba el Mesías.

P.- ¿Cuándo y cómo cree que será el final definitivo de la banda y qué papel va a jugar la izquierda abertzale en los próximos años?
R.- Esto se acabará a la vasca, o sea, dejando que se apague poco a poco, borrando huellas y delegando en el olvido la gestión de nuestra historia sangrienta. En este sentido, compruebo que la izquierda abertzale lo está haciendo bien. Tiene una gran habilidad para poner cara amable y desactivar palabras como víctimas, democracia, derechos, sin renunciar al objetivo por el cual, hasta no hace mucho, se mataba.

P.- ¿Es posible hacer borrón y cuenta nueva en el País Vasco?
R.- El tiempo y el viento cumplirán a la perfección esa tarea.

P.- ¿Cómo ve un español la España de hoy desde Alemania?
R.- La veo gobernada sin compasión. Veo la supeditación de las personas a los números. Veo un país poblado de gente malquistada, con políticos que se odian los unos a los otros y maltratan la gramática cada vez que abren la boca, con un menosprecio indisimulado de los tales por todo lo que huela a cultura y fomento de los valores no directamente utilitarios, con casos incesantes de mangoneo y corrupción y, en fin, con mucho, demasiado fútbol.

P.- ¿Qué escribe ahora?
R.- Estoy ultimando un libro de reflexiones literarias.

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