Carlos Álvarez-Nóvoa. Foto: archivo.

El actor y dramaturgo representa esta noche 'La noche de Max Estrella' en el Círculo de Bellas Artes de Madrid para celebrar el Día Mundial del Teatro.

Max Estrella y Carlos Álvarez-Nóvoa (La Felguera, Asturias, 1940) se han perseguido toda la vida. Al acabar sus estudios de filología, el actor, autor e investigador realizó su tesis doctoral sobre Luces de bohemia; en 1981 encarnó por primera vez al personaje de Valle-Inclán y desde hace un par de años lo viene haciendo de nuevo en La noche de Max Estrella, con dramaturgia y dirección de de Francisco Ortuño, que no es otra cosa que la obra de Valle tomando como punto de vista la mente del errabundo poeta ciego. Para celebrar el Día Mundial del Teatro, El Círculo de Bellas Artes acoge por segundo año consecutivo este montaje del Centro Andaluz de Teatro en colaboración con el Centro Dramático Galego, tras una mesa redonda en torno a Valle y su obra en la que también participará Álvarez-Nóvoa.



Pregunta.- ¿Qué representa para usted Max Estrella?

Respuesta.- Cada actor tiene un personaje que marca su vida. Para mí fue muy importante lo que supuso para mi carrera mi aparición en Solas, de Benito Zambrano, que me abrió con 60 años el camino del cine, pero el personaje que más me ha marcado es Max Estrella. Lo he perseguido, o me ha perseguido, durante toda mi vida. Acabé mis estudios de Filología Románica en Oviedo y de Filología Hispánica en Sevilla con sendas tesis sobre Luces de Bohemia. Y en los años ochenta interpreté por primera vez el papel de Max Estrella.



P.- ¿El Max Estrella de hoy es el mismo que hizo entonces?

R.- El personaje es el mismo pero ha cambiado la persona que lo interpreta, porque tiene casi treinta años más. En ese tiempo me he alimentado de muchas cosas, sobre todo de mi experiencia vital, de lo vivido, de lo amado, de lo sentido... y todo eso tiene su reflejo en el personaje, claro.



P.- La obra que representa hoy en el Círculo de Bellas Artes es una adaptación. ¿En qué consiste y qué aporta a la original?

R.- Es la original y una versión, las dos cosas. Se trata de ofrecer al público algo que no se había hecho nunca: conocer qué pasa dentro de la cabeza del poeta ciego, cómo ve y cómo oye lo que pasa a su alrededor. Para ello se creó un espacio visual y sonoro que simula el interior de su mente, obra de la pintora Pilar Millán y el compositor Isaac Garabatos. Por megafonía suenan las voces de 23 actores y actrices que prestaron su voz a los personajes de la obra y las hermosas acotaciones de Valle, y las alucinaciones visuales del protagonista se proyectan en un ciclorama.



P.- ¿Qué representa Valle-Inclán en el teatro español?

R.- Como escritor y estilista es uno de nuestros autores más brillantes. En cuanto a su personalidad, fue un hombre que por su rebeldía y su inconformismo se convirtió en un personaje peculiar y especialísimo. Su aportación literaria -no solo dramática, también narrativa y lírica- ha sido fundamental para nuestras letras, y Luces de bohemia es nuestra obra de teatro más importante, junto con La casa de Bernarda Alba.



P.- El esperpento parece un género hecho a medida para esta época.

R.- Si se refiere a que vivimos en un mundo esperpéntico, sin duda alguna. En mi tesis doctoral señalaba que, además de ser un gran hallazgo estético, el esperpentismo era una forma de fustigar a una determinada sociedad, la de la España de los años veinte. Pero el gran mérito de la obra es que el mensaje es absolutamente actual. El esperpento no es otra cosa que una mirada peculiar sobre la realidad. Valle refleja la de España con una técnica deformadora que utiliza como metáfora los espejos cóncavos y convexos. Así, la deformación se produce de una manera sistemática y muy matemática. Si don Ramón escribiera sobre la España de hoy, con los personajes que pueblan las portadas cada día, tendría una rica galería de tipos muy similar a la de Luces de bohemia.



P.- ¿El esperpento sigue vivo en la literatura y el teatro?

R.- Según el propio Valle-Inclán, el esperpento lo inventó Goya. Hay toda una tradición en literatura -La Celestina, Quevedo- y pintura -Goya, Solana- que muestra la especial capacidad del español para autocriticarse y burlarse de sí mismo. Hoy hay autores en los que se vislumbran elementos de Valle, pero no creo que haya ninguno al que se pueda considerar discípulo suyo.



P.- ¿Cuáles son las luces y las sombras del teatro de hoy?

R.- La iluminación está en la gran capacidad creativa de nuestro teatro. Hay muchos dramaturgos que hacen propuestas teatrales de verdadero interés y esa creatividad puede extenderse a la puesta en escena. Hay grandes directores, grandes escenógrafos y grandes actores, sin duda. Vivimos un momento enormemente creativo a todos los niveles. Por contra, las sombras más oscuras son las dificultades económicas derivadas de la crisis y la falta de aprecio oficial hacia el fenómeno teatral, esa visión miope del que entiende que las artes escénicas son solo entretenimiento. Es un criterio demoledor para la cultura, es olvidar que un pueblo, como decía Lorca, no puede subsistir sin teatro. El cine y el teatro estimulan al hombre para tener una postura crítica ante lo que sucede. Parece que están tapando los oídos y los ojos a la sociedad.



P.- ¿Qué le pide a Max Estrella en este Día Mundial del Teatro?

R.- Que siga vivo y coleando lo más cerca posible de mí.



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