Image: Miguel Alcantud

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El Cultural

Miguel Alcantud

"El tráfico de menores para jugar al fútbol mueve muchísimo dinero"

22 abril, 2013 02:00

Miguel Alcantud durante el rodaje de Diamantes negros

El director estrena en el Festival de Málaga 'Diamantes negros', su última película

Miguel Alcantud (Cartagena, 1974) no pierde un segundo. Además de revolucionar la escena madrileña con Microteatro por Dinero, que le valió hace unos días la candidatura al Premio Valle-Inclán, y hacer películas, dedica parte de su tiempo como cooperante a la Fundación Voces, que combate la pobreza a través de la cultura en países en vías de desarrollo. Así conoció una realidad cruel que surca Europa y casi nadie conoce: el tráfico de niños africanos para jugar al fútbol en el viejo continente. Éste es el tema de su cuarto filme, Diamantes negros, que presenta hoy en el Festival de Málaga de Cine Español.

Pregunta.- ¿Cómo acaparó su atención este fenómeno?
Respuesta.- Había oído y leído algo de pasada, pero el punto de partida fue el documental Pickin' players, en el que unos realizadores que conozco seguían el caso de tres chavales cameruneses. Por otro lado, trabajo como cooperante en Mali y allí se me juntaron todas las piezas y empecé a investigar.

P.- ¿Y qué se encontró?
R.- De todo. Estuve investigando un año entero antes de empezar a escribir. Contacté con gente que sabe del tema. Fui a Oslo a conocer a Ronny Van der Meij, abogado noruego experto en derecho deportivo y autor de varios estudios. En París conocí a Jean Claude Mbvoumin, director de la ONG Culture Foot Solidaire, especializada en chicos africanos que llegaron a Europa para ser futbolistas. Él me puso en contacto con varios chicos que me contaron sus casos. Este fenómeno es equiparable con la prostitución de menores del Este, no en volumen pero sí en crueldad. Son tratados como mercancía.

P.- A pesar de su gravedad, este tráfico de menores es poco conocido.
R.- Actualmente hay cerca de 20.000 menores africanos en las calles de Europa traídos por la falsa promesa de jugar al fútbol. El asunto mueve muchísimo dinero y sin embargo no se conoce, eso es lo que más me llamó la atención. Sólo alrededor de París hay más de mil.

P.- La FIFA prohíbe a los clubes contratar a menores extracomunitarios. ¿Cómo trampean eso?
R.- Les conceden falsas becas de estudios o falsifican documentos. Estos chicos son arrancados de sus entornos y no están preparados para el cambio, tanto si consiguen triunfar como si no. Es una locura. Imagínate a una familia que sobrevive con un euro al día, llega un hombre blanco trajeado que les enseña fotos con Cristiano Ronaldo, les dice que su hijo va a ser una estrella y les pide 2.500 euros. Para una familia media de Mali, es el sueldo de años. Allí las comunidades están muy unidas y todo el pueblo pone dinero. Si el niño fracasa, no puede volver porque se convierte en un apestado.

P.- ¿Conocía algún caso cercano?
R.- Al principio no, pero por el camino nos encontramos a Alassane Diakité, un futbolista maliense que, tras llegar engañado a París y quedarse en la calle, acabó en Madrid y ahora juega en el Canillas. Un tipo encantador, nos hizo de traductor, de intermediario y le di un papel en la película.

P.- ¿Cómo fue el proceso de casting?
R.- Mi ayudante de dirección, Juan Merín, es el director de la Fundación Voces, con la que colaboro. Ellos conocen la realidad maliense, así que una vez allí hicimos una convocatoria a partir de los contactos que nos facilitaron. Fuimos recibiendo gente que jugara bien al fútbol. Cuando ya tenía a los dos protagonistas, uno de ellos desapareció y no he vuelto a saber nada de él. Tuve que buscar a otro a dos semanas del rodaje. En un partido vi a Hamidou Samaké. Verlo jugar a 45 grados y la sonrisa que tenía mientras hablábamos en el descanso fue lo que me convenció. De los diez malienses que salen en la película, sólo uno era actor profesional.

P.- ¿Cómo fue el trabajo con ellos?
R.- Maravilloso, porque parten de cero y no están contaminados. Me costó seis tomas que entendieran el golpe de claqueta y el grito de acción, pero el segundo día ya respetaban las marcas mejor que el 80% de los actores profesionales. Fue muy enriquecedor porque yo les enseñé a actuar y ellos acercaron el guión a la verdadera realidad maliense.

P.- ¿A qué se dedica la Fundación Voces?
R.- Voces lucha contra la pobreza infantil a través de la cultura, que es lo primero que cae cuando no hay recursos. Esto es un problema porque la cultura genera autoestima y es un medio muy bueno para salir de la pobreza, sobre todo en un país con una riqueza cultural tan grande, sobre todo musical.

P.- ¿Cuál es su relación con ellos?
R.- Empecé a trabajar con esta ONG cuando nació, hace 4 o 5 años. Trabajo con lo que sé hacer, que es dirigir y escribir. Estoy documentando proyectos en Paraguay y Mali.

P.- Este es su cuarto largometraje. ¿Qué ha aprendido como director en este tiempo?
R.- He aprendido a ir a lo concreto y evitar alardes técnicos innecesarios, soy un director más maduro en ese sentido. Ahora me centro más en las emociones y los personajes.

P.- Acaba de anunciar González Macho el cierre de Alta Films. ¿Qué supone esta noticia para el mundo del cine?
R.- Alta Films es un gran espejo de lo que está pasando con el cine y la cultura, y una muestra de que lo que te decía de prescindir de la cultura pasa en el tercer mundo y en el primero. Lo de Alta es una tragedia, todos nos hemos educado con el cine que importaba, en sus salas. Todos estamos implicados emocionalmente en esta pérdida.

P.- ¿Hacia dónde va el modelo de la industria cinematográfica española?
R.- Me parecería triste que la distribución online fuera el camino. Es una alternativa, sí, pero a mí me gusta el cine en pantalla grande que es como se tiene que ver. Está claro que el sistema de subvenciones tal y como estaba planteado no funcionaba porque no generaba industria, y otras medidas como los incentivos fiscales tampoco terminan de salir. Parece que existe una intención de estrangular al cine, te quitan salidas pero no te proponen otras.

P.- Después de la revolución del Microteatro, ¿sería posible un Microcine por Dinero?
R.- No te creas que no le he dado vueltas... [Risas] Es complejo, porque los cortos existen desde que se inventó el cine. Lo novedoso del Microteatro no es la brevedad de las obras, porque ya estaban desde hace siglos los entremeses, sino que el modelo de exhibición no estaba explotado a nivel comercial. Ahora lo estamos exportando a otros países. Ya estamos en Miami, México y en breve Buenos Aires... Y también Valencia. Y el año que viene Londres, Nueva York, Los Ángeles y Bogotá. Lo que hacemos es crear en cada ciudad una gran red de intercambio de textos desarrollando el talento local.

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