Image: José Ovejero

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El Cultural

José Ovejero

"No quieras ser escritor; escribe"

23 mayo, 2013 02:00

José Ovejero.

Acaba de publicar 'La invención del amor', Premio Alfaguara de Novela 2013.

"El mayor enemigo de la felicidad no es el dolor, es el miedo". Lo dice Samuel, consciente de ser un tipo que ni siente ni padece, con una vida tan cómoda como carente de toda emoción. Es el protagonista de La invención del amor, que le ha valido a José Ovejero (Madrid, 1958) el Premio Alfaguara de Novela 2013 y que ahora ve la luz. Toda la historia se construye sobre una gran mentira -nada menos que una suplantación de identidad- que, paradójicamente, llevará a Samuel al contacto con la realidad y, quizá, al amor por la vía más insospechada.

Pregunta.- ¿Qué le llevó a escribir esta novela?
Respuesta.- Como casi todas mis obras, no nace de un propósito, sino de una pequeña historia que se me ocurrió hace tres años: alguien está en su terraza, en Madrid, le llaman por teléfono y le anuncian una muerte. Lo están confundiendo con otro, y lo habitual sería sacar al interlocutor de su error, pero ¿y si no lo hiciera? ¿Y si intentase vivir la vida de esa persona con la que le confunden?

P.- Para hacer algo así es necesario tener una vida muy poco estimulante.
R.- Claro, si tuviese su propia vida no tendría que vivir la de otro. Como le pasa a tantas personas, Samuel tiene una vida que no está muy mal pero tampoco le entusiasma. Siente nostalgia de estar vivo.

P.- Las reflexiones en primera persona del protagonista tienen un tono de indagación emocional casi ensayístico. ¿Qué ha descubierto sobre el amor, la identidad, la mentira o la mediocridad escribiendo este libro?
R.- Uno de los temas que más me ha interesado es cómo una invención, en vez de llevarte a la locura, puede llevarte a la realidad. Samuel se inventa una historia de amor y acaba enamorándose, lo que le lleva a darse cuenta de quién es, de su relación con los demás y con el mundo que le rodea.

P.- El libro se abre con una reunión de amigos que rebasan los 40. En el ambiente flota cierta atmósfera de hastío, de fracaso vital, de nostalgia por las oportunidades perdidas.
R.- Cuando llegas a esa edad te encuentras con el reconocimiento de lo que eres y lo comparas con lo que habrías querido ser. Por una parte sientes que aún hay tiempo para cambiar, pero es una posibilidad teórica y la mayoría continúa con su vida, con sus resignaciones, sus renuncias y sus compromisos, y eso conduce a la decepción con uno mismo. La novela parte de esa constatación, que está relacionada con el contexto de la España de hoy: la comparación de lo que creíamos que íbamos a ser con la constatación terrible de lo que somos, es la resaca de esa pequeña ebriedad que habíamos sentido en algún momento.

P.- Habla del amor a partir de una gran mentira. Un enfoque muy alejado del romanticismo.
R.- El amor en fase de pasión es un invento: te inventas al otro porque no lo conoces y te inventas a ti mismo para que la otra persona se enamore de alguien que no existe. Luego, poco a poco, emerge la realidad y en ese momento se decide la relación. El amor es un invento pero lo vamos reinventando una y otra vez precisamente para que exista de verdad.

P.- El protagonista se pregunta si el amor empieza o acaba en ese momento en el que se muestra la verdad sin tapujos, "ese día en que no te importa que el otro te oiga cagando".
R.- Sí, ese momento escatológico pone de relieve una de las preguntas centrales de la novela: si el amor empieza en ese momento de idealización en que el otro incluso carece de funciones físicas o cuando reconoces quién es de verdad y estás dispuesto a mantener una relación con esa persona. Me alegro de que saques el tema porque es una escena por la que la mayoría pasa de puntillas por su posible mal gusto.

P.- ¿Qué supone para un escritor un premio como el Alfaguara?
R.- Una visibilidad que pocos premios en España te dan. Y también más proyección en América, espero recuperar así la presencia que antes tenían mis obras en México, Argentina o Chile. Y, por supuesto, la satisfacción del reconocimiento a tu trabajo, que un jurado con el que no tienes ningún trato decida que tu libro merece la pena.

P.- Si alguien le visita por sorpresa y no está escribiendo o leyendo, ¿qué es lo más probable que esté haciendo en ese momento?
R.- Probablemente escribiéndome con mis alumnos de mis cursos de escritura creativa que imparto por Internet. Es muy interesante estar en contacto con gente que empieza a escribir, descubrir sus problemas e intentar resolverlos. Dedico mucho tiempo a eso. Si no, es posible que me encuentre con un destornillador en la mano porque acabo de mudarme a Madrid [antes vivía en Bruselas].

P.- ¿Y qué consejos da a sus alumnos?
R.- Es difícil dar consejos generales porque cada uno se acerca a la literatura de una manera distinta, con sensibilidades distintas y propuestas muy diferentes. El único consejo general que doy es: "No quieras ser escritor; escribe". Que no se empeñen en la publicación de sus libros, en su imagen pública, que se concentren en la escritura. Si no, que se dediquen a otra cosa con más glamour, hoy ser escritor no deslumbra tanto.

P.- Dice que este premio es como una beca. ¿Qué va a escribir ahora?
R.- Este año he publicado un libro, el año pasado dos, el anterior otro... Así que en realidad el premio me va a permitir dedicarme al ocio algún tiempo. Necesito descansar, dejar de escribir una temporada. Por lo menos hasta el año que viene.

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