La actriz Julieta Serrano acaba de recibir el Premio de la Unión de Actores. Foto: Javi Martínez
Son los genes de sus padres los que hacen que la voz de Julieta Serrano suene tan juvenil. Al mismo código de herencia le agradece la actriz haber seguido actuando hasta el presente y seguir mirando hacia el futuro. Mientras pueda, mientras el cuerpo y la cabeza le dejen mantener su elevado nivel de interpretación, seguirá agazapada a las tablas. A sus ochenta años, esta gran actriz ha recibido el premio que más ilusión le podía hacer, el que entregan sus compañeros. Un galardón que llega, sin embargo, en el peor momento, porque al teatro se le está ninguneando, se entristece la actriz, que dejó su Barcelona natal para hacer historia en Madrid con montajes como Las criadas. En el medio siglo que va desde sus primeros papeles hasta la actualidad, Serrano ha vivido en el epicentro de la historia de la dramaturgia española, así que aprovecha los micrófonos ligados al premio para protestar, una vez más, contra los feos que le están haciendo a su oficio: "Hemos ido juntos en una montaña rusa él y yo, por eso no soporto que le traten tan mal".
Pregunta.- Atesora muchos premios pero le he oído decir que el de la Unión de Actores es el que le hace más ilusión.
Respuesta.- Es un poco tópico, lo decimos todos los que recibimos este galardón de nuestros compañeros, pero es que es cierto, me hace mucha ilusión. Llega en un momento muy especial porque he cumplido unos años bastante notables. Atrás queda un camino de 56 años en el teatro profesional. Me lo dan cuando he cumplido una serie de sueños y deseos pero a la vez en un momento en el que la gente del teatro lo está pasando muy mal. Los que formamos parte de este trocito de la cultura nos sentimos expulsados, vemos cómo no se tiene en cuenta lo que significa la escena, no sólo como gozo para nosotros, sino para la sociedad, porque el teatro es algo fundamental, lo han dicho tantos poetas y tantos escritores... si falla el teatro, fallan muchas cosas. Hoy este arte está inmerso en la situación de maltrato a la cultura y a la educación en todos los fundamentos en la sociedad. Por eso para mí el premio es una lucecita que ilumina este túnel y que me exige más compromiso en el trabajo y con mis compañeros.
P.- Amplio y peleón discurso, se ve que había ensayado para el premio.
R.- Para nada, todo improvisado y dejándome llevar por el momento emocional. Es muy distinto a ensayar un papel.
P.- Ha estado en el centro del teatro los últimos 56 años. Su historia la del último medio siglo de la dramaturgia en España.
R.- Cierto. Yo he vivido con el teatro, he crecido con él, he estado como en una montaña rusa montada con él. Hemos estado siempre en crisis, aunque con variantes, al compás de la sociedad española. El teatro es tan sagrado para el ser humano, tan importante, tan fundamental, que superará todas las crisis, es un medio de comunicación que parte del espíritu humano. Junto a él he vivido momentos muy duros, he sido una corredera de fondo. Y no esperaba vivir este tiempo tan despreciativo hacia él, no porque me sienta yo vanidosa ni porque no sea consciente de que hay gente que no tiene techo, sino porque creo que es importante, que nos ayuda a expresarnos y a comunicarnos con nosotros mismos y con el resto de personas.
P.- Y sigue actuando. Este año la vimos en El malentendido. Recuerdo que el director y los actores resaltaban del montaje su presencia y su generosidad al compartir conocimientos.
R.- Para mí ha sido un regalo. A veces me sorprendo de que me llamen y de que yo tenga la energía para continuar. Cuando llegue el momento me pararé pero tengo una suerte enorme y es que hay gente que confía en mí, que lo ha hecho durante todo el camino.
P.- Se emociona mucho, ¿acaso no es consciente de que merece el cariño, la confianza y los premios?
R.- Cuando aspiramos varios a un galardón, todos los candidatos nos lo solemos merecer, pero, siendo este un premio a mi trayectoria, pues me siento muy satisfecha y digo, pues sí, oye, me lo debo merecer, me he entregado mucho, he trabajado mucho.
P.- En esa carrera de fondo como usted la ha llamado, ¿cuáles fueron sus mejores marcas?
R.- He sido una hormiguita. Voy recogiendo, aprendiendo, continuando, subiendo, bajando, explorando... Hay un hito claro y fundamental que es cuando hice Las criadas con la compañía de Nuria Espert. Aquello fue una sacudida para los que estábamos en el montaje y para todo el teatro. También el momento en el que Miguel Narros y José Luis Alonso que me trajeron de la mano a Madrid sacándome del desierto de Barcelona. Ellos me arroparon en aquellos días dolorosos y placenteros al mismo tiempo. Las criadas... ¡Pasaron tantas cosas en esa obra! Nuria y todos corríamos un gran riesgo artístico y político. Al final todo salió bien. No podría olvidarlo.
P.- ¿No se ha quedado con las ganas de hacer algún personaje?
R.- De muchos, porque el teatro gracias a Dios es inmenso. Ahora no pienso en personajes, lo que venga será bien recibido si me colma en una medida para poder desenvolverme y expresarme, para gozar de ello y pasármelo bien. Me siguen buscando y llamando y yo sigo accediendo si lo que me ofrecen me compensa. Como dice Violeta Parra, gracias a la vida que me ha dado tanto.
P.- ¿Qué le pide al teatro en lo venidero?
R.- Que volviera a estar en el lugar que le corresponde, que vuelva a una situación en la que pueda expresarse, en la que los actores puedan encontrar un lugar en el que ganarse la vida, que sea una especie de lucha, de resistencia. Quisiera que diéramos el mensaje de que vamos a continuar pase lo que pase, que hubiera más relajación, más posibilidades, más tenernos en cuenta, que borraran el IVA...
P.- No era fácil el teatro en sus comienzos pero tampoco lo es para alguien que empieza ahora. ¿Qué le dice a los jóvenes actores?
R.- Hoy hay actores muy preparados, mucho más de lo que lo estaba yo, que soy totalmente autodidacta. Van a escuelas, sacan cursos... Yo también los hice, pero ya en los ochenta, cuando España se abría a Europa. Y está muy bien, pero también es fundamental actuar. Lo que les falta ahora es que lo ejerciten en un escenario con el público. A un médico no se le puede llamar médico si no ve a pacientes. Si ves los teatros alternativos de Madrid, que son más de 20, si ves cómo trabajan, cómo van de un sitio a otro... ese es un camino estupendo, me parece perfecto y fantástico para el actor que empieza. Echan mucha energía, mucho trabajo, mucho no dormir... yo también lo he vivido. Mi deseo para los jóvenes es ese, que les dejen expresarse con un público.