Pioneras (9): Carol Kaye, la dulce estajanovista
Descubrimos a nuestra protagonista de hoy hace una semana, en uno de los diversos relatos paralelos que contiene la historia de Chuck Granata sobre Pet Sounds de The Beach Boys. El bajo eléctrico de Carol Kaye aparecía como una pieza clave en el sonido del álbum de Brian Wilson y compañía. Kaye era parte del grupo de músicos de sesión del que Wilson empezara a valerse desde los discos de 1965 Today! y Summer Days (and Summer Nights!!) y que llegaría a ser esencial en el resultado de Pet Sounds y Smile.
Pertenecía a la flor y nata de esa troupe (no organizada) de ejectuantes tan profesionales como anónimos surgido con frenesí en Los Angeles al calor diurno de los estudios de cine y televisión y a la noctámbula luz de neón de los clubes de jazz. Kaye era parte de lo que al principio se llamará "The Clique", hasta que uno de sus integrantes, el batería Hal Blaine, le cambiara con cierta sorna el nombre por "The Wrecking Crew", o sea "la cuadrilla de demoliciones".
La carrera de Kaye como uno de los músicos de sesión más importantes de la Historia comienza cuando tiene 21 años. Carol había nacido en 1935 en Everett, Washington, hija de un trombonista de big bands y de una pianista profesional y, tras una sólida y muy rápida (hasta los diez años no tiene su primera guitarra) formación como guitarrista de jazz, toca desde los catorce años en conciertos semi-profesionales, algo completamente inusitado para una mujer en aquel momento. No resulta difícil imaginar lo peliagudo que debía de ser aquello. Pues bien, en la madrugada de algún club en 1957, el manager de Little Richard y también conocido vibrafonista Bumps Blackwell, observa a Carol tocar bebop con el grupo de Teddy Edwards. Le pide que vaya al estudio al día siguiente para acompañar con su Epiphone Emperor a un Sam Cooke ya exitoso, a quien va a producir una grabación del clásico de Gershwin Summertime.
Tras esa experiencia, Kaye entra el circuito de los estudios independientes, participando como guitarrista en grabaciones tan emblemáticas como Then He Kissed Me (The Crystals), La Bamba (Ritchie Valens), The Beat Goes On (Sonny & Cher) o You've Lost That Lovin' Feeling (The Righteous Brothers). Se convertirá en habitual de los estudios Gold Star de Hollywood, donde trabajará a las órdenes de Phil Spector. Junto a él, entre otros productores, irá puliendo un estilo que luego terminará brotando como un geiser al emplear el bajo. Un punteo sólido, rítmica y temporalmente perfecto y acentuado, claro y preciso como el pulso de un cirujano pero capaz ir más allá trazando sutilezas de gran variedad, imaginación y belleza.
Tras cinco años trabajando con la guitarra, un día de 1963, la fortuna le manda una llamada telefónica desde Capitol Records para sustituir a un bajista. Carol la coge y, con un bajo eléctrico Fender Precision que hay en el estudio, ese mismo día asume que ha encontrado su camino. Se da cuenta del fundamental rol del bajo en la música pop y la capacidad de inventiva sin estridencias que el instrumento eléctrico permite. Su manera de tocar, tan rítmica y efectiva, se ajusta como un guante a ello. Kaye tocará con púa, usando trucos de guitarrista como poner fieltro entre las cuerdas por detrás del puente para enmudecer un poco la resonancia y a menudo optando por amplificadores de guitarra como los Fender Super Reverb, en lugar de los propios para el bajo.
Carol cae enamorada del bajo eléctrico pero también se decanta por ese camino con fino sentido del negocio: en ese campo hay mucha menos competencia. Ambos factores se sumarán para que durante una década llegue a participar en una discografía que resulta simplemente heroica. La lista de colaboraciones de nuestra pionera es interminable y para encogerle a uno el corazón e incluye, además de a los mentados Beach Boys, a Ray Charles, Ike & Tina Turner, Love, Simon and Garfunkel, Count Basie, Joe Cocker, Randy Newman, Steve Wonder, The Monkees, Frank Sinatra, Nancy Sinatra, Herb Alpert, Barbra Streisand, Frank Zappa & The Mothers of Invention o Elvis Presley, entre muchísimos otros.
Kaye se convertirá en la favorita de muchos de los grandes productores y compositores como el mentado Spector, Quincy Jones, Lalo Schifrin, Michel Legrand, Jerry Goldsmith, Henry Mancini, Billy Goldenberg o David Axelrod, trabajando en la grabación de numerosas bandas sonoras para cine y televisión y jingles para publicidad. La música de series como Misión Imposible, Kojak, La familia Addams, M.A.S.H., Súper Agente 86, Vacaciones en el mar, Bonanza, La hora de Bill Cosby, o de películas como Bullitt o In the Heat of the Night llevan impreso su sello.
Entre 1963 y 1973, su actividad será frenética, casi insostenible, llevada a cabo a base de poco sueño, litros de café y mucha profesionalidad. La demanda llegará a tal punto que le obligará a tener dos amplificadores: uno en el estudio donde trabaja y otro que le dejaba preparado en el siguiente estudio. Además, en 1969 publicará el primero de los veinte libros educativos que ha escrito hasta la fecha, How to Play the Electric Bass. Llegará a convertirse en una biblia de los métodos de aprendizaje y el primero de muchos que lo seguirán por ser capaz de hacerlo atractivo.
Parecía que nada podría pararla hasta que, en 1976, un grave accidente de coche mermó sus capacidades notablemente. Tras una primera recuperación trabajará un cierto tiempo pero acabará dejándolo. Sólo después de una operación de cirugía correctiva en 1994, retomará poco a poco el bajo. A su vuelta, ya más tranquila, será contratada por Brian Wilson en 1997 en el debut de sus hijas The Wilsons, y luego, en terrenos más indies por Matthew Sweet (In Reverse, 1999) y más recientemente por Frank Black (Fast Man Raider Man, 2006 ) y Money Mark (Brand New by Tomorrow, 2007).
Carol Kaye sigue con su actividad educativa, en una humildad extrema que le lleva a contestar a los emails de cuantos le preguntan y a colgar videos en Internet con abiertas y expansivas explicaciones de su técnica y de cómo grabó con aquella o aquella otra superestrella de la música americana. Visitar su sitio web y perder la cabeza es todo uno.
Hoy por hoy muy pocos han participado en tantas sesiones de grabación como ella: más de diez mil. Siempre en ese lugar a la sombra reservado a los grandes músicos profesionales en que se han apoyado tantos cuando, ya en el estudio, su aura, carisma o su magnética presencia, no servía para hacerlo todo como es debido. Sí, los discos a menudo no los graban los que (a)parecen. Por si no lo sabían, sirva este post además como descubrimiento de cabeza e inclinación de sombrero. Como si fueran expedientes x, a menudo esta información queda clasificada. Así, por ejemplo, sólo recientemente se le ha reconocido a Carol el haber sido uno de los nueve bajistas que grabaron en Hollywood para Motown desde 1963 a 1968-69 con productores como Frank Wilson o Hal Davis.
Carol Kaye jamás ha estado bajo los focos pero, a medida que uno se acerca a las canciones en las que intervino, que descubrimos su nombre en los créditos de esta o aquella canción genial, más crece la sensación de que en la dulce firmeza de su bajo estriba una de las bases de cierto sonido del pop americano. Sin duda, forma parte importante de ese algo que, más allá de las grandiosas canciones, lo hace hasta ahora imperecedero e inimitable.
Otras pioneras:
- Delia Derbyshire
- Laurie Anderson
- Nina Simone
- Annette Peacock (I) y (II)
- Nico
- Yoko Ono (I) y (II)
- Amanda Ghassei