Juan del Junco ante el tríptico que presenta en La Naval

El artista inaugura hoy en el original espacio de La Naval, en Cartagena

Partiendo del viaje, hace unos años, de los pintores Ángel Mateo Charris y Gonzalo Sicre a Ostende (Bélgica), del descubrimiento allí de los cuadros de Leon Spilliaert y su posterior materialización en la exposición Insomnio (La Conservera, Murcia, septiembre 2011), el comisario Sema D'Acosta ha propuesto a cuatro artistas un nuevo viaje metafórico a aquellas tierras con el objetivo de mostrarlo en otra sala de la región: en la original La Naval. Juan del Junco (Jerez de la Frontera, 1972), uno de los artistas andaluces más prometedores de su generación, es el Capítulo I de este Viaje de vuelta a Flandes, una aventura que continuarán Carlos Aires, Jacobo Castellano y Miki Leal, hasta el 20 de diciembre.



Pregunta.- Inaugura un ciclo en el que el artista siguiente tiene que retomar algo de su trabajo para presentar el suyo. Le toma el relevo Carlos Aires, ¿ha pensado en esto a la hora de plantear esta muestra?

Respuesta.- Lo he hablado principalmente con el comisario quien, para un lugar tan especial como La Naval, quería introducir un motivo que nos uniera. Miki y yo hemos crecido juntos artísticamente, creo que tenemos una sinergia que nos une desde hace mucho tiempo; el trabajo de Jacobo es de lo más interesante del panorama nacional y como andaluces hemos coincidido todos muy a menudo. En principio, yo relevaba a Carlos (él inauguraba en Bélgica y hubo que cambiar el orden) y, bueno, me pareció un punto de partida interesante su trabajo con los billetes, justo ahí recordé el billete de 100 florines holandeses que es el eje de la obra que presento.



P.- ¿Qué vamos a ver en esta exposición?

R.- Mi propuesta es un tríptico, casi como un pequeño retablo: una pieza central y dos laterales. Las características de La Naval precisan otras respuestas formales, invitan al juego. Cuando vivía en Holanda (o, más bien, lo intentaba) había un billete de 100 florines donde aparecía un ave quesiempre me pareció increíblemente bello. Además me pagaban con él mis trabajos alimenticios en fábricas. Si debía seguir a Carlos con sus billetes recortados, creí que justo ahí estaba el punto en común. Todo lo demás era buscar la metáfora. El ave del billete es la Agachadiza común (Gallinagogallinago), un ave que cría en el norte y pasa el invierno en el sur. La idea se prestaba a la metáfora desde varios frentes: memoria, autobiografía, aves, dinero, crisis, migración.



P.- "Me gustaría volar pero no puedo", dice en su texto para la muestra: ¿a dónde le gustaría volar o de qué le gustaría alejarse ahora mismo?

R.- Tenía en mente una imagen en las que un hombre se iba convirtiendo en ave. No como una figura mitológica sino, más bien, como el producto de una obsesión, de la repetición continua de dichas imágenes pero, pronto, todo eso desapareció y derivó hacia un significado más cercano al drama. Un "no puedo" es, irremisiblemente, una frustración. Como esta crisis y sus secuaces nos están "cortando las alas" constantemente. No sé donde pero, realmente, la situación del país está para salir volando.



P.- Habla también en el texto de lo moderno que era irse a trabajar a Holanda, por ejemplo, en 2001... Ahora más que moderno es necesario. ¿Diría que es imprescindible emigrar para poder seguir trabajando como artista?

R.- Lamentablemente, sí. Yo llevo en crisis (económica) desde que empecé a trabajar, hubo un tiempo que necesitaba estar ligado a mi tierra, por mis propias investigaciones: el paisaje y la ciencia (la Historia Natural). Conozco las montañas, las aves, las plantas y los animales de Cádiz y Málaga a la perfección, no me parecía oportuno por ejemplo ir a los Alpes austriacos… Pero todo el escepticismo, la sombra y el infortunio que se respira en este país empieza a hacer mella. Tal vez las oportunidades estén en otros lugares y emigrar se me antoja terriblemente pertinente.



P.- ¿Qué posibilidades hay para el arte y los artistas en España?

R.- Mientras exista un 21 % de IVA y no exista una ley de mecenazgo, pocas.



P.- Apasionado por la ornitología, las aves han marcado parte de su trabajo más conocido. ¿De dónde viene este interés y cuál es su interés artístico?

R.- La memoria, de nuevo, es la clave. Crecí en un entorno entre la ciencia -mi padre, un histórico de la ornitología en España- y la cultura -mi madre una apasionada del arte, la literatura, el cine-. Desde muy pequeño tuve interés en las aves. Era normal, solía pasar horas en el despacho de mi padre. Ahora veo la suerte que tuve de tener acceso a una información privilegiada. Entre un artista y un científico no hay mucha diferencia. Ambos desean demostrar sus teorías, entender o buscar una explicación de unos hechos. La diferencia está en el hecho empírico, el artista no depende de ellos, depende de sus sentimientos, por eso sus experimentos son menos rígidos. Y claro, las teorías son de lo más dispares.



P.- El lenguaje era el título de su última exposición en Madrid, en la galería Magda Bellotti: ¿de qué nos habla el arte?

R.- En El Lenguaje empecé con una teoría general que derivó en una clara individualización. Me di cuenta de que era algo presuntuoso eso de hablar del lenguaje del arte en general ya que, al fin y al cabo, únicamente lo podía abordar si hablaba de mi lenguaje. Así que realmente le podría responder que sólo sé de qué nos habla el arte que yo hago. Creo que, al final, todo se reduce en una ordenación de lo que nos produce asombro, transmitirlo, hacer un trasvase de él en otras personas. Al final lo que me apasiona de ese lenguaje es algo parecido a la idea de que la energía que se transforma infinitamente. Mi asombro y sus consecuencias, es como "el asombro del asombro", de persona a persona gracias a una ordenación casi personal.



P.- ¿Debe el arte cambiar de lenguaje para llegar a más público o es precisamente su complejidad lo que lo hace valioso?

R.- El arte no es complejo, es más fácil de lo que puede parecer, sólo hay que acercarse a él.



P.- La clasificación ha sido importante en muchos de sus proyectos (pájaros, nidos, huevos), ¿qué importancia tiene para usted esta labor casi casi de archivista?

R.- Es un remanente del lenguaje científico. Como decía antes una de las funciones del arte consiste en ordenar. Yo adoro ordenar. Un afán clasificatorio, una deriva de la Taxonomía. Creo que me interesa más la idea de la clasificación que del archivo. La idea de la multiplicación de imágenes cercanas y con semejanzas entre sí. Al fin y al cabo mis clasificaciones son tan subjetivas como ordenar una especie de ave según su belleza, o el recuerdo que dicha especie creó en mí.



P.- ¿Cuál es aquí el papel del arte?

R.- Ordenar mágicamente los que nos rodea.



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