Hugo Pérez.

El director y escenógrafo llega al Teatro Reina Victoria de Madrid con 'Por los ojos de Raquel Meller'

No recuerda Hugo Pérez (Madrid, 1974) la primera vez que oyó hablar de Raquel Meller. Pero debió de ser muy pronto, porque su adaptación teatral de la vida de la cantante, cupletista y actriz recurre a las tiernas evocaciones de un recuerdo de infancia. Tras su estreno en la pequeña sala Tribueñe en 2007 y avalada ya por más de 400 representaciones, Por los ojos de Raquel Meller llega esta tarde al escenario del Teatro Reina Victoria de Madrid envuelta en los hechizos de un teatro de variedades para recuperar la memoria perdida de una mujer que conquistó espacios vetados para el arte popular en las primeras décadas del siglo pasado.



Pregunta.- ¿Podemos hablar de un "biopic teatral"?

Respuesta.- Sí lo es, pero también convendría describirla como fantasía musical. No se trata, en cualquier caso, de una biografía rigurosa ni detectivesca. Más bien ofrece unos ambientes, un aliento femenino, un deambular poético. En ese sentido, mi intención ha sido más bien la de subrayar ciertos aspectos de su vida que me parecían más interesantes.



P.- ¿Como cuáles?

R.- Todo lo que tiene que ver con su faceta de cultivadora sublime de las esencias contradictorias. Fue una mujer tremendamente generosa y humilde. Y, al mismo tiempo, una diva muy altiva que mantuvo muy a raya a sus rivales. Hay que tener en cuenta que en aquella época, las artistas empezaban desde el inframundo del espectáculo. Raquel Meller se abrió paso en el género ínfimo, en los cuplés sicalípticos, y terminó erigida en una de las más grandes y dignas cupletistas de todos los tiempos.



P.- Ha dedicado mucho tiempo a investigar sobre la vida y la obra de ésta y toras artistas de principios del siglo XX. ¿De dónde viene su interés por el folclore hispano?

R.- Creo que desde siempre. Apercibido quizá de que se trataba de un capítulo de nuestra intrahistoria al que no ha tenido fácil acceso mi generación, ni muchas de las anteriores. Sobre todo a raíz de los tópicos que desvirtuaron la esencia de la tonadilla y el cuplé en los años cincuenta. De manera que, a mis 17 años, empecé a frecuentar bibliotecas, hemerotecas, filmotecas… y también a ver películas en la televisión a horas intempestivas.



P.- ¿Es muy descabellado pensar en Raquel Meller como una feminista?

R.- Fue una mujer que se abrió paso en un mundo de hombres, pero no hay en su biografía rastro alguno de activismo político. Digamos que Raquel Meller no fue Clara Campoamor, ni Aurora Hildegart, ni Federica Montseny, pero ayudó a tirar del carro con un arte inconmensurable.



P.- En sus años como director y escenógrafo, ¿se ha cruzado con alguna raquel meller?

R.- Con muy pocas o ninguna, la verdad. Las circunstancias sociales no se prestan y la educación artística no es la misma...



P.- La obra se estrenó tímidamente en Tribueñe y ya ha superado las 400 representaciones. ¿Cómo explica tamaño éxito?

R.- Me gusta pensar que los dos ingredientes de nuestra propuesta son el humor y el amor. Ahí está la clave.



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