Lola López Mondéjar publica La primera vez que no te quiero.

Lola López Mondéjar publica 'La primera vez que no te quiero', una novela que busca a través de su protagonista la felicidad en los convulsos años 80

La primera vez que no te quiero (Siruela) arranca con un episodio traumático: Julia, la protagonista de la novela, sufre a la edad de dos años un intento de ahogamiento por parte de su madre, un hecho que en adelante dotará de amarga tristeza su vida. Lola Lopéz Mondejár (Murcia, 1958) parte de este suceso para trazar una historia de aprendizaje emocional que se sitúa en los años en los que el país trataba de amoldarse al nuevo escenario de la democracia. Tras quedar finalista del Premio de Narrativa Torrente Ballester en 2009 con su quinta novela Mi amor desgraciado, la escritora murciana entrega un relato que pone al servicio de la literatura su formación de psicoanalista y que demuestra que es una de las autoras más interesantes del momento.



Pregunta.- ¿De dónde surge La primera vez que no te quiero?

Respuesta.- La novela, a pesar de lo contradictorio que pueda parecer, nace de una deuda que tenía con las mujeres que lucharon contra el franquismo aunque su juventud la desarrollaran en la transición.



P.- ¿Cree, por tanto, que su libro funciona como retrato de la generación que entró en la universidad al tiempo que se acababa el franquismo?

R.- Efectivamente. Julia y su amigos entran en la universidad el año que muere Franco. Ambos niveles, tanto la universidad como la transición, representan para estos jóvenes un mundo distinto del que proceden.



P.- La novela comienza con un trauma infantil que acompañará a la protagonista toda su vida. ¿Cómo nos afectan estos traumas?

R.- He intentado que ese intento de asesinato de la madre de Julia a su hija cuando tenía dos años tuviese una lectura doble. En primer lugar, este hecho funciona como el origen de la tristeza de Julia. Y ella se interroga de dónde viene esa aflicción. Podríamos decir que la novela es la investigación que realiza la protagonista por descubrir el origen de esa pena. Por otro lado, este intento de asesinato demuestra la incapacidad de la madre para transmitir ciertos recursos a sus hijos. Los padres en esa época no eran capaces de realizar la transmisión de la vida que su descendencia necesitaba. Al contrario, transmitían la represión sexual, la ignorancia... Y hay un nuevo mundo donde esto ya no vale.



P.- ¿El hecho de narrar a dos niveles, el de la infancia y el de la búsqueda de la madurez de la protagonista, cree que está relacionado con su formación de psicoanalista?

R.- Seguramente. Pero yo lo que quería era un personaje complejo, poliédrico; de ahí el hecho de utilizar la primera persona. También que Julia hablase como niña y joven, que con voz juvenil contara el pasado. Julia en ese momento no sabe de dónde proceden sus sentimientos. Supongo que mi profesión influye en cómo abordo los personajes. No me fio de las apariencias. Me interesan las motivaciones y por ello busco la introspección.



P.- Su protagonista pretende ser una revolucionaria. ¿Es usted hoy en día una inconformista también con el momento que atravesamos?

R.- Completamente. Creo que esta sociedad es invivible. Los sueños que tuvieron la generación que representa Julia están involucionando. Además, deberían pasar el testigo a los jóvenes de una vez para continuar la lucha por esos sueños.



P.- ¿Qué pretende transmitir con esta novela a los lectores?

R.- La vida. Creo que la novela corre paralela a la vida en un sentido alegre. También quiero transmitir la capacidad de reparación que tienen las personas. Julia transita de la gravedad y la tristeza de la infancia a la ligereza y alegría de su juventud. En el camino se va desprendiendo de los personajes que le dañan. Se repara a sí misma.



P.- ¿La novela es una buena terapia?

R.- El arte en cualquier soporte tiene un efecto catártico, una búsqueda de sentido, de epifanía, de descubrimiento. La reflexión necesaria para llevar a cabo una expresión artística determinada puede llevarnos a sacar a la luz aspectos que quizá estaban escondidos.



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