José María Guelbenzu publica Mentiras aceptadas.
El escritor madrileño aparca a la juez Mariana de Marco para volver a la novela tradicional con 'Mentiras aceptadas' (Siruela)
Pregunta.- ¿De dónde surgen las Mentiras aceptadas?
Respuesta.- Esta novela se desarrolla a partir de la preocupación del personaje central, Gabriel, por el futuro de su hijo. Hablamos de un pre-adolescente que se aproxima a ese punto problemático, que atraviesan todas las personas, de crear su propia libertad y su propio personalidad. La idea central que quería desarrollar es que no existe un vínculo más fuerte que el que hay entre padres e hijos. Además, por varias razones, la historia está deliberadamente situada en 2005, año que me interesaba abordar.
P.- ¿Cree, por tanto, que la sociedad está inculcando unos valores morales inadecuados a la juventud?
R.- Gabriel lo que pretende es que los valores en los que cree firmemente pasen a su hijo. Lo que pasa es que, en este aspecto, es una persona ambigua porque su actuación no siempre se corresponde con estos valores que trata de transmitir.
P.- Gabriel es guionista de una serie de televisión. ¿Es el negocio audiovisual uno de los principales focos de mentiras aceptadas?
R.- Sí, sin ninguna duda. El mundo al que haces mención tiene muchas mentiras de enmascaramiento de la realidad para crear una realidad falsa, para sentirse menos comprometido.
P.- Y, ¿qué le parece la ficción catódica española?
R.- Pues precisamente demasiado española. Me parece muy vulgar todo lo que se corresponde con las denominadas sitcoms. Sin embargo, en las series dramáticas se ve un mayor esfuerzo por no caer en lo de siempre. Aunque ni por esas se libran de esa impresión de falta de tiempo y casticismo.
P.- La novela también aborda una oscura trama bancaria. ¿Es posible abstraerse de la corrupción en nuestro país hoy en día?
R.- Lo que es muy difícil es no participar de ella de alguna manera. Pero esto no es solo una cuestión española, ocurre en el mundo entero. Entre otras cosas por el modo capitalista en que se utiliza el dinero.
P.- ¿Reflejar la desorientación general del ser humano en este nuevo siglo era una de sus intenciones?
R.- En concreto del ser humano español. Creo que la desorientación que nos invade a los españoles parte de la siguiente pregunta: ¿Cómo es posible que con la Transición se hayan establecido las bases para un cambio social importante y que éste se haya diluido tanto, o incluso pervertido? Produce un desconcierto extraordinario.
P.- ¿Tenemos todos nuestras propias mentiras aceptadas?
R.- Si porque, entre otras cosas, nos somos puros. Las mentiras muchas veces no son más que una manera de defenderse de una vida difícil. Se pueden tener de manera que no sustituyan la realidad y vivir confortablemente en ellas.
P.- Hace poco, en un reportaje de El Cultural, decía que normalmente tardaba entre tres y cuatro años en escribir una novela de esta envergadura. Sin embargo, con ésta ha tardado solo un año y medio. ¿A qué cree que se debe?
R.- Esta vez salió de un tirón y la verdad es que es raro, no me suele ocurrir. Posiblemente es que tenía la idea bastante clara. Concebí la novela como si hubiese seccionado un año en la historia de la novela anterior, (El amor verdadero), por lo que tenía ya una base de mundo a contar bastante clara.
P.- Ahora que muchos autores se empiezan a pasar al policíaco, usted vuelve con una novela más canónica...
R.- Sí, pero las alterno. El género policíaco siempre me entusiasmó como lector y me propuse escribirlo por el personaje de la juez Mariana de Marco, que me fascina. Todavía quiero cumplir una serie de novelas con ella. Muchos pensaban que me había agotado cuando me pasé a esta serie pero lo que trato es de simultanear las novelas negras y las más clásicas como Mentiras aceptadas. Bien es cierto que el policíaco es menos exigente.
P.- ¿Cómo ve el negocio editorial en la actualidad?
R.- Entre la crisis y la piratería está la situación del sector muy mal aunque no creo que se esté perdiendo el hábito de lectura.