Image: Eduardo Mendicutti

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El Cultural

Eduardo Mendicutti

"Vivimos en una sociedad que difunde y consume bulos"

14 octubre, 2013 02:00

Eduardo Mendicutti. Foto: Antonio Heredia

El escritor acaba de publicar su última novela, 'Otra vida para vivirla contigo' (Tusquets).

Eduardo Mendicutti (Sanlúcar de Barrameda, 1948) le canta al amour fou -con aires de bolero- en su última novela, Otra vida para vivirla contigo. El libro narra la relación entre el joven concejal de Igualdad de La Algaida (trasunto de Sanlúcar), combativo y vitalista, y un maduro escritor que se entrega sin reservas a una relación que se complica por momentos. En este último no es difícil reconocer al propio autor, pero asegura que lo verídico de la historia es sólo su origen: el chismorreo y la difamación en las redes, "tan de ahora y tan de España".

Pregunta.- ¿Qué sensaciones ha tenido escribiendo esta novela?
Respuesta.- En algunos momentos me he divertido mucho, en otros he envidiado mucho a alguien capaz de vivir una historia de amor así, y también me he asustado por si se enfada mucha gente de mi pueblo al reconocerse en la novela.

P.- ¿Cree que lo harán?
R.- Me han dicho que la alcaldesa y la delegada de Hacienda estuvieron el domingo pasado intentando deducir quién es quién... En estos casos uno intenta deformar lo suficiente los personajes para que el resultado sea ambiguo. Es curioso: la gente cree distinguir qué es verdad y qué es ficción, y casi siempre lo hace al revés.

P.- ¿Es esta su mejor novela de amor?
R.- No lo sé. Por supuesto es la que tengo más sentida ahora mismo. Es una historia de amor diferente, desigual y envidiable, a pesar del sufrimiento de Ernesto y de que Víctor, el joven, tenga un punto ególatra.

P.- ¿Vivir un amor intenso siempre compensa el sufrimiento?
R.- Sin lugar a dudas, no se puede vivir el amor con cautela o con reservas, para eso no te metas.

P.- Son más que obvias las similitudes entre Ernesto y usted. ¿Hasta qué punto esta historia es autobiográfica?
R.- Siempre vivo y luego escribo, no tengo imaginación. Pero lo autobiográfico en este caso no es la historia sino el origen de la historia, que es la maledicencia en internet, tan de ahora y tan de España en particular. Nunca le había prestado atención a este fenómeno hasta que me tocó directamente. Hace dos años me contactó el delegado de Igualdad de Sanlúcar para participar en algunos proyectos y le dije que sí, como hago siempre que puedo cuando me piden que colabore en algo. Además, me hacía más ilusión porque era en Sanlúcar. A raíz de aquello un grupo muy pequeño de personas empezó a decir atrocidades sobre este chico y yo. Al principio me enfadé, porque eran auténticas groserías, luego decidí que no tenía sentido, nos reímos mucho y finalmente decidí escribir una novela a partir de aquello.

P.- ¿El cotilleo y el chisme son, como solemos creer, parte de la idiosincrasia española?
R.- Es algo universal en realidad. Siempre ha habido escritores, como Truman Capote, capaces de sacar provecho literario de ello. Pero uno vive en este país y ve lo que pasa aquí: una sociedad que difunde y consume bulos, creándole a los demás una personalidad y una vida diferente a la verdadera. En la novela todo se basa en cosas que dijeron de nosotros.

P.- El final es feliz pero se titula "Nadie cree en los finales felices".
R.- Quise que fuera ambiguo. El capítulo comienza dando a entender que la relación se rompió, pero luego aparece un final feliz convencional, con matrimonio, perro e hijo incluidos. Lo difícil es saber cuál es el final feliz: aquél en el que cada uno se libera del otro o aquél en el que siguen juntos y su relación se "domestica".

P.- ¿Qué cree que pierden y ganan con su relación Ernesto y Víctor?
R.- Los dos ganan lo mismo: la experiencia amorosa en sí. El amor para toda la vida está bien, pero yo defiendo la intensidad, el subidón de adrenalina, el amor potente pero efímero.

P.- La política y el periodismo local están muy presentes en la novela. ¿Qué particularidades tiene su ejercicio en ciudades pequeñas como Sanlúcar?
R.- Lo bueno es que el contacto con el ciudadano es más directo. Pero al mismo tiempo, la atmósfera puede ser asfixiante.

P.- Acaban de concederle el Goya de Honor a Jaime de Armiñán, que adaptó su novela El palomo cojo. ¿Cómo recuerda aquella colaboración?
R.- Fue muy divertida. Ahora sigo viendo a Jaime porque vive enfrente de mí. Aquella experiencia fue fantástica, el equipo se lo pasó tan bien en Sanlúcar que estuvo rodando allí 4 meses, el doble de lo habitual. Y allí se acuerdan mucho de ese rodaje. Fue la primera película que hizo Miguel Ángel Muñoz, con 9 o 10 años. Recuerdo que me saludó y me dijo: "Hola, yo soy tú".

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