Foto de familia de la entrega de los Premios Príncipe de Asturias 2013.

Los galardonados con los Premios Príncipe de Asturias recogen sus premios en una ceremonia contra el desánimo en el Teatro Campoamor de Oviedo.

A las 18:30 de la tarde del viernes, las gaitas abrieron una vez más la ceremonia de entrega de los premios Príncipe de Asturias en el Teatro Campoamor de Oviedo, presidida por los príncipes.



Antonio Muñoz Molina, premio príncipe de Asturias de las Letras, fue el primero de los galardonados en pronunciar su discurso. Lo comenzó, con la humildad que le caracteriza, recordando la dificultad de ser escritor: "Es un sueño, un capricho, una vocación imaginaria que no cuajan hasta que se convierte en un oficio, lo que requiere una inclinación poderosa y un largo aprendizaje".



La necesidad humana que satisface la literatura, declaró, es tan intangible como necesaria: "dar forma inteligible al mundo a través de las palabras". Después agradeció la labor de todos los oficios que rodean al escritor: correctores, traductores, editores, críticos... que hacen que de esta profesión "un oficio solitario y colectivo a la vez".



Muñoz Molina dedicó la segunda mitad de su discurso a reivindicar el sufrimiento de los casi 6 millones de parados que hay actualmente en España y a condenar los "menguados salarios" de los trabajadores mientras "los más pudientes aumentan obscenamente los suyos". Asimismo, lamentó: "Las formas más contemporáneas de demagogia han reverdecido el desprecio por el trabajo intelectual y el conocimiento", y recordó que desde la primera edición de los premios, en 1981, en que fue galardonado el poeta José Hierro, hemos vivido el periodo de libertad más largo en la historia de nuestro país. "Es importante recordar esto ahora que resurge la tentación tan española de hacer tabla rasa con aquello que costó tanto levantar", en referencia a la amenaza que supone para el estado del bienestar los recortes derivados de la crisis económica.



La fotógrafa estadounidense Annie Leibovitz, galardonada en la categoría de Comunicación y Humanidades, recordó a quien fue su pareja, Susan Sontag, galardonada en la categoría de Letras en 2003. En su discurso aludió al debate contemporáneo sobre la muerte de la fotografía y aseguró que "la fotografía es la vida misma". Hacer fotografías es más accesible ahora que nunca, y Leibovitz ha recordado que "se inventó precisamente para eso, para que cualquiera pudiera detener y retener el presente".



Por su parte, el premiado en la categoría de las Artes, el director de cine austríaco Michael Haneke, reconoció que al conocer el fallo del jurado pensó: "¿Por qué yo y no otros que han hecho tanto o más que yo en mi campo", así como "¿Qué hecho yo por España o Asturias para que se porten tan bien conmigo?".



El director de Amour ha criticado duramente el estado de su profesión: "Ni siquiera es seguro que el cine pueda considerarse arte. El carácter de feria de casi toda la producción ha hecho mucho por impedirlo". Y ha aludido a la responsabilidad de los cineastas frente al público: "En ninguna forma artística es tan fácil que el espectador se convierta en víctima manipulable del creador de la obra". Aún así, afirma que espera "que el cine tenga sus mejores tiempos por delante".



Muñoz Molina, Haneke, Leibovitz y la socióloga Saskia Sassen (Ciencias Sociales), que también aludió a las amenazas al conocimiento por parte de los poderes políticos y fácticos, fueron los únicos galardonados que pronunciaron discursos. El premio de Investigación Científica y Técnica fue para Peter Higgs, François Englert y el CERN, representado por su director, Rolf-Dieter Heuer; el de Cooperación Internacional para la Sociedad Max Planck para el Avance de la Ciencia; el de la Concordia, para la ONCE; y el de deportes, para el golfista José María Olazábal.



Tras la entrega de premios, el Príncipe Felipe elogió a todos los premiados en un discurso en el que instó a inspirarse en "la luz de excelencia que irradian los galardonados" para combatir la frustración y la desconfianza que se ha instalado en la sociedad española y así "alejarnos del pesimismo, que retarda nuestro futuro".




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Por Peter Gruss, presidente de la institución