Habitación 1122: Tres versiones de una muerte
John F. Kennedy durante un discurso en la Universidad Rice de Houston, Texas, (1962)
De Robert Patrick (Los hijos de Kennedy) a Juan Mayorga (El sueño de Ginebra) el mundo de JFK ha sido carne de escenario. El autor Ignacio García May nos propone tres escenas de un mismo final: la muerte (¿y resurrección?) de un presidente.
1
En la habitación 1122 del hospital. El doctor, sentado al borde de la cama, tomando notas. Entra, desde el baño, Elvis. Se mira en un espejo que hay sobre la pared.
DOCTOR
¿Está contento, señor Presidente?
ELVIS
El parecido es extraordinario.
DOCTOR
Ahora tendrá que dejarse crecer el pelo. Y teñírselo de negro. Él se lo tiñe, también. No es moreno natural.
ELVIS
¿Está seguro de que es reversible?
DOCTOR
¡Presidente! Pero si ya le he mostrado mil veces las pruebas. Es cuestión de volver a pasar por el quirófano, pero quedará usted exactamente igual que antes.
ELVIS
Es cierto, es cierto, me lo ha explicado usted ya. De pronto me he puesto nervioso. (Vuelve a mirarse) Es emocionante, ¿no? Siempre he tenido este sueño de vivir, durante un tiempo, la vida de otro. De alguien más... alguien menos... Bueno, usted conoce a mi padre y la forma tan estricta en que nos ha educado. No necesito explicárselo. (Pausa) Me siento un poco como el califa Harun Al Rashid. Dicen que por las noches se disfrazaba de mendigo y vagabundeaba por las calles de Bagdad para comprobar, de primera mano, cómo vivía el pueblo.
DOCTOR
Si lo que quiere es pasear sólo por las calles me temo que no se lo van a permitir. No ha elegido usted la cara de un mendigo, precisamente.
ELVIS
Eso ya lo sé. Voy a seguir rodeado de gente, pero al menos será gente distinta. Y menos lóbrega... En confianza, cada vez aguanto menos a Johnson. ¿Sabe que va hablando mal de mí a todos sus amiguitos petroleros?
DOCTOR
Bueno, también usted le llama "Afloja Bombillas" en público.
ELVIS
Es que el muy miserable anda siempre apagando las luces en la Casa Blanca para que no gastemos luz. ¡Como si pagara él la factura! (Se mira una última vez) Bueno, si algo sale mal siempre tengo a Bobby. Le garantizo que es un experto en eso de sacarle a uno de apuros. Cuando lo de Marilyn... Bueno, no, será mejor que no sepa usted eso. (Estrecha la mano al doctor) Nos vemos dentro de tres meses. Van a ser unas vacaciones estupendas.
Sale. El doctor se sienta sobre la cama y sigue revisando sus papeles. Al cabo de un momento llaman a la puerta. Se abre y entra JFK.
JFK
¿Ya se ha marchado el presidente? Caramba, quería haberle saludado.
DOCTOR
(Mirándole de cerca) ¡También usted ha quedado bien! Estoy satisfecho. Lástima que no podamos hacer público el experimento, porque sin duda me darían el Nobel.
JFK
Me resulta divertido todo esto, y además me conviene descansar durante un tiempo. Estoy agotado con esa porquería de películas que me obliga a hacer el Coronel. Pero estoy preocupado. ¿Y si digo o hago algo inconveniente? ¡Recuerde que yo voté al señor Nixon!
DOCTOR
No se preocupe. Siempre tendrá a alguien junto a usted que le dirá lo que tiene que hacer. El hermano del presidente ya se ha encargado de eso. Por cierto que me han dejado aquí todo su programa para los próximos meses. (Recoge una carpeta que hay sobre una mesa) Lo primero es un viajecito a Dallas, para darse un baño de multitudes.
JFK
¡Dallas! Adoro Texas.
Oscuro.
2
En la habitación 1122. JFK, con el pijama del hospital, sentado sobre la cama, encendiendo un cigarro estrecho. Hay otro hombre sentado enfrente del presidente, pero está de espaldas al público y no lo vemos.
JFK
¿Quieres uno? Tengo una caja entera, ahí en el armario. (El segundo hombre niega con la cabeza) Ahora están empezando a decir que el tabaco es malo para la salud. Que la gente se muere por fumar. Pues mira, yo me estoy muriendo y no es del tabaco. (El segundo hombre se remueve en su sitio) Sí, de eso es de lo que quería hablarte. Es por culpa del Addison. He aguantado todos estos años, tomando una docena de medicamentos al día, pero la última revisión es concluyente: voy a peor y me queda muy poco tiempo.
EL HOMBRE
Creí que habíais desmentido eso, en la campaña del 60.
JFK
Lo que pasó es que el hijo de puta de Connally se enteró y lo hizo público antes de la convención, pensando que la gente votaría a Johnson y no a un candidato enfermo. Pero Bobby contraatacó alegando que el Addison es producto de la tuberculosis y que yo nunca había tenido tuberculosis, luego no podía tener Addison. Es un genio para estas cosas, el muy cabrón. Salió bien. Hasta ahora.
EL HOMBRE
Dime lo que quieres de mí.
JFK
(Tras una breve pausa) No quiero morirme como un enfermo asqueroso, retorciéndome de dolor e hinchado de medicinas. Prefiero una muerte grande. Algo que sirva al país. Algo que la gente no olvide nunca y que permita mantener nuestra política cuando yo ya no esté. Una muerte ejemplar. Sé que te estoy pidiendo la tarea de Judas. Pero no confío en nadie más.
El hombre se pone en pie y se acerca a la ventana. La luz le da en el rostro: es Lee Harvey Oswald.
OSWALD
Ya sabes cómo somos los marines. Semper fidelis.
Oscuro.
3
En la habitación 1122: el gobernador de Texas, John Connally, está en la cama. Lyndon B. Johnson se ha sentado junto a él.
JOHNSON
En serio, tienes buena cara. Saldrás pronto de aquí.
CONNALLY
¿Sabes lo que me jode? Todo el mundo, literalmente todo el planeta, llora por Kennedy, pobre JFK, pobre Jacqueline, pobres niños huérfanos. ¿Y quién coño se acuerda de mí? ¿Quién dice pobre Connally, joder, a él también le han dado? Incluso aunque me hubiera muerto tampoco me llorarían como a él.
JOHNSON
Bueno, ya sabes. Él era Camelot, toda esa mierda...
CONNALLY
¿Y yo quién soy? ¿El pato Donald?
JOHNSON
Te veo bien, de verdad. Tengo que irme. (Se levanta para irse)
CONNALLY
Espera un momento. Quiero que sepas que lo sé. (Johnson se paraliza) Lo supe desde el aeropuerto, cuando vi que le entregaban a Jackie rosas rojas en vez de amarillas. ¡Cómo os gustan esas gilipolleces esotéricas! De verdad, parecéis niños pequeños. Por eso no paré de moverme en todo el trayecto. No quise ponéroslo fácil. Aún así me habéis dado un balazo, pero fallasteis en los demás.
JOHNSON
Y por tu culpa hemos matado al presidente, en vez de a ti.
CONNALLY
Eso se llama meter la pata hasta el fondo. (Pausa) Pero no te ha venido mal... (Pausa) Éramos amigos, tú y yo, ¿no?
JOHNSON
No es personal, John. Es la política. No me gustan las cosas que has estado filtrando a Nixon. (Pausa) Además, no creo que puedas demostrar tus acusaciones.
CONNALLY
Tal vez. Hagamos una cosa: tú te quedas con el gobierno y yo con Texas. Hay sitio para todos, ¿no?
JOHNSON
Este es, desde luego, un gran país.
Oscuro.