Ignasi Aballí

El artista inaugura 'Mirar (el otro lado)', la exposición con sus últimos trabajos, en la galería Elba Benítez de Madrid

Desde 2009 no veíamos en Madrid una individual de Ignasi Aballí (Barcelona, 1958) aunque sí ha participado en colectivas como Sin motivo aparente, inaugurada en el CA2M de Móstoles la pasada primavera. En 2011 vimos su CMYK Color System en Estrany-De la Mota, Barcelona y nos sacó los colores (literalmente). En 2012 convirtió el The End en una película que proyectó en el Artium de Vitoria (This is not The End). Y ahora regresa a Madrid, a la galería Elba Benítez con una muestra más compleja sobre la visión y la imagen, lo visible y lo invisible, aquello que existe aunque no lo veamos, "como los componentes del aire que respiramos o el paso del tiempo", explica. En esto anda el artista mientras prepara con João Fernandes su próxima institucional en el Museo Reina Sofía que llegará en 2015, una década después de aquella que vimos en el MACBA, 0-24 h y que tanto nos ayudó a entrar en el universo Aballí. Un mundo complejo en el que se mueve el artista quien, con su paciencia infinita y su ser en apariencia tranquilo, nos ayuda aquí a entender. Y a leer entre líneas, como a él le gusta.



Pregunta.- ¿Qué vamos a ver en esta exposición de Elba Benítez, Mirar (el otro lado)?

Respuesta.- Se trata de una serie de obras que proponen una reflexión sobre la visión y sobre la imagen, planteadas a partir de los conceptos de invisibilidad, transparencia y ausencia. Casi todas las obras, además, mantienen una estrecha relación con el espacio de la galería y en varios casos interactúan con su arquitectura. Están realizadas a partir de la utilización de diferentes técnicas, que incluyen fotografías, impresiones sobre cristal, o páginas de libros y en casi todas el texto es fundamental. Como sugiere el título, son obras que deben ser miradas desde el otro lado...



P.- ¿Cree que su trabajo ha adquirido profundidad conceptual, que se ha hecho de algún modo más complejo?

R.- Espero que sí. Esa es por lo menos mi intención. Las obras que se realizan en cada momento no se pueden separar del contexto en el que han sido posibles. Quiero decir que son el resultado de la evolución personal y de las experiencias, reflexiones, investigaciones, lecturas, conversaciones, encuentros, etc. que marcan cada período de tu vida y que influyen sobre lo que propones como artista.



P.- Cómo probar la ausencia o cómo creer sin ver, es la idea que subyace de estos últimos trabajos. ¿Cuál era el objetivo? ¿Lo ha logrado?

R.- Algunas obras plantean la idea de que a nuestro alrededor hay muchas cosas que no vemos, pero eso no quiere decir que no existan. No las vemos pero nos iafectan intensamente, como el aire que respiramos o el paso del tiempo. Son componentes de nuestro entorno que percibimos a través de otros sentidos. Algunas de estas reflexiones ya las había planteado en trabajos anteriores, como Tomar medidas, en el que exponía diferentes aparatos de medición de aspectos de la realidad que no vemos: temperatura, tiempo, sonido. El objetivo es proponer una mirada crítica al papel de la imagen en el mundo contemporáneo y plantear una reflexión sobre la percepción y lo que no vemos.



P.- Su trabajo se ha ido desprendiendo de la pintura con los años, ¿qué queda de ella en esta exposición?

R.- Desde el punto de vista técnico no queda nada. Pero en algunos trabajos la pintura sigue estando presente como un punto de referencia, como un trasfondo al que se refieren algunas obras que, de hecho, ya no pueden considerarse pinturas. Pero creo que hoy las clasificaciones de las obras por disciplinas no tienen mucho sentido. Los límites se han expandido hasta desdibujarse, y vemos como el arte se vincula a otros ámbitos del conocimiento como la literatura, la ciencia, la filosofía, el diseño, la sociología, etc. para abordar desde nuevas perspectivas la complejidad de la realidad.



P.-¿Por qué ese desencuentro con la pintura?

R.- A partir de un cierto momento entré en conflicto con la pintura porque no sabía qué hacer con ella, no era útil para decir lo que quería y los resultados no me satisfacían. Empecé a plantearme cómo podía expandir sus posibilidades y a buscar soluciones para poder pintar de otra manera. Como Duchamp, diría que la transparencia me ha salvado. Es muy difícil pintar hoy en día. La pintura es la técnica más utilizada en la historia del arte y creo que ha sufrido un agotamiento.



P.- De la pintura pasó a la utilización de materiales no artísticos, ¿qué le ofrecen este tipo de objetos: tipp-ex, periódicos, polvo?

R.- La utilización de estos materiales fue la solución al conflicto. Empecé utilizando la luz solar, el corrector tipp-ex o el polvo como sustitutos de la pintura, pero a la vez también me fueron alejando de ella hasta llegar a un punto en el que ya no me preocupaba si lo que hacía era pintura u otra cosa.



P.- Y en los últimos años ha entrado en acción el vídeo: ¿qué le permite este medio?

R.- Me permite llevar mis reflexiones al ámbito del cine, de la imagen en movimiento y de la temporalidad. Me interesa el cine como soporte de reflexión sobre la imagen y la narración, como espacio en el que mezclar realidad y ficción. También como un espacio de expansión de la pintura y la fotografía. Mi aproximación al cine es parecida a la que hice a la pintura, es decir, desde los márgenes, utilizando sus propios elementos para analizarlos, deconstruirlos y llevarlos al ámbito de mis intereses.



P.-¿Cómo se crea una imagen original en un mundo atestado de imágenes?

R.- Es complicado. Nos relacionamos con las imágenes como un hecho cotidiano más. Todos vemos y producimos muchas imágenes cada día, cada vez más. Este fenómeno hace imprescindible la reflexión para alguien que se dedica a producir imágenes. Y creo que la única posibilidad es posicionarse desde un punto de vista crítico, cuestionando su uso y abuso. Como resultado de estas reflexiones surgen algunas de las obras de la exposición o, también, la titulada Sin actividad, en la que dejo en la exposición mi cámara de fotos dentro de una vitrina y no la puedo volver a utilizar hasta que ésta termina. En vez de producir nuevas imágenes, me autoimpongo dejar de producirlas.



P.- Después del MACBA y de la itinerancia a Serralves, IkonGallery (Birmingham) y ZKM (Karlsruhe), vinieron la Bienal de Venecia (2007), São Paulo, China... Fue su despegue internacional. Pero no corren la misma suerte otros artistas españoles, ¿cómo valora la presencia del arte español fuera de España?

R.- La presencia del arte español fuera de España es muy escasa, se limita a algunos artistas que han conseguido establecer una red de relaciones internacionales que les permite estar presentes en algunas de las exposiciones que marcan el debate del arte hoy. Pero tenemos muchas dificultades para ser tenidos en cuenta. A pesar de las estrategias de las instituciones públicas, la creación de la red de centros de arte, o incluso a pesar de organizar una feria como ARCO, no hemos conseguido tener un peso como país en el contexto internacional. Creo que es una situación paralela y una consecuencia del peso que nuestro país tiene en todos los otros aspectos.



P.- Y hablando de ausencias: ¿Cuál es la ausencia más grave en nuestro mundo del arte español?

R.- Por un lado creo que los programas educativos no estimulan un interés y una relación normalizada y cotidiana con el arte. Por otro, falta un coleccionismo público y privado potente y bien estructurado y una buena ley de mecenazgo que lo estimule y que haga que nuestro mercado del arte se aproxime a los de otros países de nuestro entorno. El peso de un país en el contexto internacional se mide, en buena parte, por el número de coleccionistas que tiene y por cómo éstos entienden y construyen sus colecciones. Una buena ley de mecenazgo, que no sería la solución pero sí un primer paso y un buen estímulo. Pero se van sucediendo los gobiernos de distintas tendencias y ninguno es capaz de sacarla adelante.



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