El Cultural

Edificio España: la metáfora perfecta

20 marzo, 2014 12:00

[caption id="attachment_398" width="150"] Víctor Moreno[/caption]

La metáfora es tan poderosa y transparente que sorprende que no se haya hecho antes. Un edificio colosal, un rascacielos sito en la Plaza de España de Madrid, conocido popularmente como el “Edificio España”. Se inauguró a principios de los años cincuenta como símbolo de poder y prosperidad bajo la dictadura franquista. Durante los sesenta fue uno de los grandes centros culturales y comerciales de la vida madrileña. Sus 28 plantas y 117 metros de altura albergaban varias galerías comerciales, 400 oficinas, un hotel de lujo y cientos de viviendas. En su década de plenitud, por su hall principal pasaban más de 3.500 personas al día. Pero en los años sesenta la actividad de la metrópoli se desplazó a las nuevas construcciones de la Zona Norte, y el gigante blanco y rojo de estilo neobarroco, diseñado por el arquitecto Julián Otamendi, perdió todo su protagonismo. En 2005, todavía en pleno desarrollo inmobiliario, fue adquirido por un fondo de inversión para ser reformado al completo. Las obras se iniciaron en 2007, y con ellas, el director canario Víctor Moreno consiguió permiso para rodar libremente en su interior y documentar el proceso.

Como se aprecia en la película, en las obras participaron más de doscientos trabajadores de varias nacionalidades, que fueron incorporando al filme sus vivencias personales, formando una inmensa Torre de Babel, de manera que los recuerdos de aquellos que llegaron de todas partes del mundo para trabajar en el entonces hiperactivo sector de la construcción, conviven con la propia memoria del lugar, con los fantasmas que una vez lo habitaron. Las imágenes de este documental de creación, recorriendo los espacios multifuncionales del edificio mastodóntico y mostrando en un registro estrictamente observacional las obras de desmantelamiento y reforma (la idea era conservar intacta la fachada y el vestíbulo, y modificar el resto de elementos estructurales), capturan con precisión los espectros y las huellas del pasado mediante la filmación del presente, y se ofrecen como una potente, ilustrativa metáfora de un país que ha ido también desmantelando sus símbolos de prosperidad tras el pinchazo inmobiliario. Hoy, y desde hace varios años, el edificio de 65.000 metros cuadrados y 29 ascensores está cerrado.

Esta es la historia que, a su modo, nos cuenta Edificio España. No es un documental convencional, con entrevistas de estudio, voz en off o imágenes de archivo, sino que los ecos del pasado resuenan en las imágenes observacionales del presente, en los gestos y recuerdos de los trabajadores que desmantelan o guarecen el edificio. Hay una alegoría muy poderosa en la imagen de un edificio esplendoroso por fuera pero en las ruinas por dentro, completamente abandonado. Moreno ha “vivido” en el fantasmal edificio durante año, cámara en mano, con los mismos horarios que los trabajadores, integrándose en su cotidianidad, filmando con un sentido casi antropológico todo aquello que desfilaba frente a él: un vigilante armenio llamado Franco que cree firmemente en el sueño americano; un capataz que pide a sus obreros que “¡trabajen con alegría, coño!”; la visita de una delegación de arquitectos; un viudo, antiguo residente que recuerda la vida en común con su mujer en el edificio; pequeños conflictos en los trabajos de limpieza y sospechas de sabotaje en el sistema eléctrico; un conserje que lleva dos años trabajando en el edificio y todavía no lo conoce entero, que recuerda sus leyendas y ofrece una aguda interpretación del mural de piedra que gobierna la fastuosa entrada principal: “una representación de la abundancia, un canto al capitalismo”… La película-edificio se va poblando de fantasmas, y se convierte en el auténtico protagonista de la película, por encima de los personajes a los que sigue el director. En este aspecto, Edificio España toma el camino opuesto al que tomó José Luis Guerín en En construcción, película con la que se pueden establecer varias resonancias.

A partir de este fin de semana, la película podrá verse en dos espacios de Madrid. El sábado la presentará el propio director en Cineteca, donde se proyectará durante los días 23, 24 y 26 de marzo. Y a partir del viernes 28 podrá verse en sesión diaria en el Pequeño Cine Estudio, donde también se celebrará (los días 28 y 29) una presentación y coloquio con el cineasta.