El experimento llamado La Tercera Ola que llevó a cabo en 1965 el profesor de Historia Ron Jones es conocido por la repercusión que tuvo y las adaptaciones que se han llevado a cabo tanto en teatro como en cine. Su misión fue intentar hacer entender a sus alumnos cómo la Alemania de Hitler pudo ser fácilmente alineada para seguir sus pasos totalitarios y abogar por el exterminio judío. Basado en documentos y testimonios reales de esta historia, el dramaturgo Ignacio García-May (Madrid, 1965) repone L'Onada en el Teatro Lliure bajo la dirección de Marc Montserrat.
Pregunta.- Se repone el éxito de la temporada pasada, L'Onada. ¿Qué espera en esta nueva temporada?
Respuesta.- Vamos muy confiados porque es verdad que fue una de esas cosas que pasan en teatro. Desde la primera semana entendieron la propuesta. Fui el primer sorprendido al ver que estaba todo vendido incluso en la prórroga de la obra. Por otra parte lo que se cuenta es de absoluta actualidad. Marc Montserrat y yo confiamos en que es una historia con tirón.
P.- ¿Cómo es llevar una obra de esta envergadura y complejidad al teatro?
R.- Hemos trabajado mucho para concentrar el episodio. Insistimos mucho en que es un texto original basado un hecho real y hemos trabajado con gente que vivió aquel experimento. El profesor nos ha mandado su documentación, fotos, textos y tenemos testimonios de los propios alumnos. Lo hemos concentrado y nos hemos quedado con 7-8 personajes.
P.- Introducir más personajes sería muy complicado.
R.- Sí, porque los alumnos de la clase de Historia de Ron Jones eran cerca de 30 pero se fueron uniendo discípulos de otras asignaturas y cursos y para cuando llegaron al último día eran unas 150 personas.
P.- Se cuenta cómo un profesor [Ron Jones] trata de hacer ver a los alumnos que es fácil reconstruir un paisaje y entorno totalitario. Ellos dicen que no...pero lo es.
R.- Es posible. El experimento está ahí y a medida que íbamos trabajando en ello comprobamos que es mucho más fácil de lo que parece. Porque lo queremos es que nos digan que tenemos la razón. Hablamos de justicia y libertad pero a la hora de la verdad lo que queremos es que nos vaya bien a nosotros y cuando hablamos de libertad lo que queremos es tener la libertad de hacer lo que queramos. Pero cuando la justicia afecta a los demás ya no es tan bonito. Al fin y al cabo es eso, los alumnos escuchan lo que quieren oír.
P.- Ron Jones es el típico profesor carismático. ¿Posibilita esto lo que los alumnos le sigan?
R.- Claro. Ron Jones cuando hizo el experimento era muy joven, ahora tiene 70 y tantos... todos se sentían cerca de él por edad. Además en los 60 en EEUU él era muy progre, estaba en contra de la guerra de Vietnam, etc y eso seducía. Farelo [encarna al profesor Jones] es un tipo con un carisma fabuloso. Los jóvenes actores estaban fascinados con él como actor de manera que era fácil reproducir lo que se recreaba en el texto porque le adoraban. Es un tipo arrollador.
P.- Empieza como una dinámica de grupo, como un juego pero se les escapa de las manos. ¿El profesor es un traidor o simplemente es un buen método de enseñanza?
R.- Hay un tanto de método Stanislavski. Intenta ponerles en el lugar del enemigo en lugar de contarles qué malo es. Se ponen a ser ellos. Funciona en teatro porque es lo que hacemos en teatro. El experimento real, cuando decimos que se fue de las manos es que creció más de lo que se esperaba. En la película, por ejemplo, hay mucha exageración porque nunca llegaron a salir a la calle, todo se quedó dentro del instituto. Pero fue mucho cante porque a las semanas se convierten en las cosas que tanto habían odiado y piensan cosas que nunca habían pensado poder llegar a pensar. De todos modos había algo de control en toda la historia porque el profesor sabía dónde tenía que parar.
P.- Hablando de la adaptación al cine de La Ola. ¿Qué opina de la película de Dennis Gansel?
R.- No quise verla antes porque no quería intoxicarme, mi material era más preciso porque tenía documentos de ellos, de los protagonistas reales. No quería que me intoxicara. Hay, también, un telefilme americano. Resulta decepcionante porque elevan la historia a un terreno más melodramático y hecho para chocar. Y la cosa es que la historia de por sí ya impacta. Hemos tenido mucho público joven viendo la función y supongo que ahora también lo tendremos. Ellos tienen esa experiencia con sus profesores, no como algo totalitario sino que esos jóvenes se plantean a quién creer. En este mundo en el que nos engañan la pregunta es 'a quién creo, a mi profesor, a los gobernantes, a los padres...'.
P.- El germen hitleriano sigue siendo inspiración para muchas obras tanto de literatura, como de teatro, etc. Desde una perspectiva actual, ¿podría decirse que es una etapa que la humanidad aún no se ha superado?
R.- Lo más interesante de la obra y del experimento yo creo que es lo fácil que es convertirte en aquello que más crees que odias, sea del signo que sea. Se habla ahora de que vuelven los fascismos, literalmente hablando está terminado, no hay peligro de que vuelva tal cual. La idea totalitaria tal cual no creo que sea posible.
P.- Y, ¿sería posible que la historia que se cuenta en L'Onada pudiera pasar aquí y ahora?
R.- Está pasando permanentemente. El concepto de máxima actualidad ahora es Crimea y Ucrania. Según donde te coloques escuchas versiones diferentes. La persona que da la información habla sobre lo que cree que está sucediendo o de lo que le han convencido de que está pasando y en realidad esta historia es más complicada de entender. Nos hemos vuelto frívolos con la cultura de la opinión. Soy contrario a la opiniología, hay cosas de las que no se puede opinar porque no sabes nada. Yo por ejemplo puedo hablar de teatro porque controlo el terreno pero hay muchas cosas de las que no sé nada por lo que no puedo opinar. Hoy en día se ven debates de 16 temas diferentes y las mismas personas hablando de todos ellos. Esto es imposible. La opiniología es la forma de totalitarismo más peligrosa ahora.
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