Diego el Cigala. Foto: Jordi Socías.

El cantaor presenta hoy en el Palau de la Música de Barcelona Vuelve el flamenco, el disco que grabó en directo allí mismo en una memorable actuación a finales de 2012. El próximo 30 de junio lo presentará en el Circo Price de Madrid.

Diego el Cigala (Madrid, 1968) va en el AVE camino de Barcelona. Entre túnel y túnel, aprovechamos los breves momentos de cobertura para preguntarle por su último disco, Vuelve el flamenco, un título solemne para anunciar el regreso del cantaor a la esencia de su arte después de su larga incursión por los ritmos latinos, la que lo llevó a lo más alto de la mano de Bebo Valdés. Este nuevo álbum fue grabado en directo a finales de 2012 en el Palau de la Música, con la guitarra de Diego del Morao, Sabú Porrina al cajón y las palmas de Juan Grande, Ane Carrasco y Tarotito. "Menuda panda", guasea el Cigala a modo de alabanza. Hoy vuelve al escenario barcelonés para presentar el disco y el día 30 lo hará en el Circo Price, a pocos metros del Rastro donde se crió y a miles de kilómetros de su actual residencia en República Dominicana.



Pregunta.- ¿Cómo recuerda aquella noche de finales del 2012?

Respuesta.- Con muchos nervios y mucha tensión, porque era un reto muy heavy grabar un álbum en directo, pero el miedo es bueno porque te mantiene alerta. También lo viví con mucha emoción porque la gente no venía a escuchar Lágrimas negras ni tangos, sino a encontrarse directamente con el flamenco. Esa noche estuvieron los duendes, y espero que esta noche también estén aquí.



P.- ¿Tenía ganas de volver a las raíces?

R.- Sí, necesitaba volver a mis ancestros.



P.- Su largo periplo por el tango, los boleros, la música afrocubana... ¿Qué le ha aportado como músico?

R.- Muchísimo, pero nunca he dejado de ser flamenco. Todo lo he canalizado desde el punto de vista del flamenco.



P.- ¿Diego del Morao es el justo sucesor de Paco de Lucía?

R.- Totalmente. Murió Paco y no nacerá otro como él en siglos, pero Diego es su perfecto sucesor y va a hacer mucha "pupa" al mundo de la guitarra flamenca.



P.- En la portada del disco aparece escrito "Homenaje a Paco de Lucía". ¿En qué se nota que es un homenaje?

R.- En la manera de cantar y tocar. No estaba en mis planes que fuera un homenaje porque cuando lo grabamos lo teníamos vivo, pero tras su muerte sentí que era mi obligación, como artista y como compadre, hacerle ese homenaje.



P.- ¿Echa de menos a Bebo?

R.- Mucho. Muchísimo, una barbaridad. A Bebo, a Paco y a Gabo. Se me han ido los tres casi de golpe.



P.- ¿Tenía mucha relación con García Márquez?

R.- Mucha. Fue mío el último concierto que vieron sus ojos, hace cinco o seis meses en el Auditorio Nacional de México. Llevaba cinco años sin salir de casa y se presentó con Mercedes, a la que amo. Se formó una aura de energía especial en ese camerino. Me dijo: "Vengo a escucharte, a ver si puedo seguir un poco más vivo". Nos hizo llorar a todos.



P.- Tras Barcelona y Madrid, ¿qué le espera?

R.- Australia, Argentina, Estados Unidos... Tengo 35 bolos por delante en los próximos meses.



P.- En este disco toca muchos palos distintos: martinete, taranto, soleá, bulería, fandango, malagueñas, sevillanas... ¿Cuál es su preferido?

R.- La soleá, porque es muy profunda.



P.- Después de Barcelona, presenta el disco en Madrid el 30 de junio en el Circo Price, a pocos metros del barrio donde se crió. ¿Cómo recuerda su infancia en Lavapiés?

R.- Me pasaba todo el día con la bici y con el balón, haciendo travesuras y chorando fruta en los mercados de San Miguel y la Cebada. Los fruteros salían a matarnos [ríe].



P.- ¿Y se respiraba mucho flamenco en el barrio?

R.- Claro, nos juntábamos por la mañana a cantar y tocar las palmas y nos olvidábamos del balón y de todo.

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