Dexter Fletcher en el rodaje

Excelente película Amanece en Edimburgo, nueva vuelta de tuerca al eterno dilema de los soldados que regresan a casa después de la guerra como vimos en clásicos como Los mejores años de nuestra vida (1946, William Wyler). El director, Dexter Fletcher (Londres, 1966), conocido como actor por sus papeles en películas como Lock & Stock, no quería un musical de Broadway con mucha purpurina sino contar una "historia con música" para rescatar esos musicales de Hollywood en los que nos contaban una historia y al mismo tiempo de vez en cuando los protagonistas se ponen a cantar. Gracias a las estupendas canciones de la banda escocesa The Proclaimers, Amanece en Edimburgo plantea un rico tejido de personajes atrapados por las mentiras y la búsqueda del amor con las heridas de guerra como telón de fondo. Un filme conmovedor para cantar y disfrutar.



Pregunta.- Debutó como director con Wild Bill, muy al estilo de Guy Ritchie, y ahora se pasa a un musical romántico. ¿Por qué?

Respuesta.- Siempre he querido hacer un musical completamente distinto a lo que se hace ahora. No me interesa el modelo Cabaret, un musical que sucede en el cielo en alguna parte o que es como un show espacial. No entiendo eso. Lo que supone un reto es contar una historia, hacer una película que podría funcionar sin las canciones, como aquellas maravillosas de Grace Kelly donde los actores y las emociones son lo más importante. La música es un vehículo expresivo de unos personajes. Se trata de hacer un musical apegado a la vida, sobre lo que les pasa a unos soldados que vuelven a casa de regreso de Afganistán con experiencias muy duras en la mochila y ver qué pasa en ese choque con la realidad.



P.- Es una película en la que suceden algunas cosas tristes y la música parece expresar su esperanza, su ilusión por tener una vida mejor.

R.- Lo importante es que veas a gente real en la pantalla. No todo es maravilloso, no todo sale bien en la vida, hay un drama real en esos chicos que tratan de reconstruir su futuro. Son emociones fuertes, muy íntimas, y es importante no manipular, no caer en lo sentimental, el reto es lograr que al espectador le importe realmente esa gente. Al mismo tiempo, esos ex combatientes son muy jóvenes, tienen esa energía de los 25 años que es una época de una gran complejidad, cuando formas tu personalidad y decides tu destino. Las canciones nos descubren lo que hay en su corazón.





Fotograma de Amanece en Edimburgo



P.- Vemos un tema poco transitado, las secuelas sobre los soldados occidentales de guerras recientes como Irak o Afganistán. Descubrimos a las personas que hay detrás de esos uniformes y vemos en las noticias.

R.- La prensa y el gobierno los llama "héroes" pero no sabemos cuál es el significado de esa palabra. Me interesaba explorar cuál es el coste de esas guerras en la vida real, en las emociones de esta gente. El drama está en que regresan soñando con recuperar la vida que tenían antes de la guerra pero su vida se ha ido, ya no existe, están obligados a inventarla de otra manera para salir adelante. Puede sonar pomposo pero al final se trata de descubrir qué hace a la gente humana y por lo que tenemos que pasar para conseguirlo. Y de vez en cuando bailan y cantan que también es agradable.



P.- Son personajes marcados por la búsqueda del amor o por su pérdida. El amor, desde luego, es lo esencial.

R.- Hay algo en las canciones sobre el amor y la pérdida, o el miedo a perder un gran amor, que siempre nos emociona especialmente. La película aborda el amor desde los distintos dilemas de los personajes, uno de ellos vemos cómo el amor es fantástico cuando lo encuentras, vemos también el miedo a que nos abandonen y la ruptura. Al mismo tiempo vemos el amor en la juventud y en la madurez con esa pareja que lleva muchos años y de repente entra en crisis por un motivo del pasado. El amor es la dimensión más compleja del ser humano, las canciones ayudan a profundizar en todos esos matices.



P.- Brilla ese pop británico clásico que disfrutamos en el mundo entero, es un musical con raíces.

R.- Yo soy de Londres y para mí era muy importante que la película fuera y respirara escocesa. Existe el riesgo además de rodar en Edimburgo, que es una ciudad espectacular que según cómo la retrates pueda quedar muy pintoresca y turística. Me rodeé de un equipo escocés para que todo fuera auténtico y vivo. Quería retratar la Escocia de hoy, no la de hace cien años.



P.- ¿Qué hace un actor como usted dirigiendo películas?

R.- Después de 14 años trabajando como actor era un paso lógico para mí. He tenido la suerte de trabajar con directores como Mike Leigh, Ken Russel o Guy Ritchie que han sido la mejor escuela. Conozco este mundo y es excitante estar al otro lado de la cámara. Pero no pretendo tener una carrera como la de otros directores, rodaré si el proyecto me gusta y me siento identificado, es todo muy artesanal.