El Cultural

La magia de Lindelof

7 octubre, 2014 11:21

A Damon Lindelof le precede una reputación en las series televisivas como co-creador de Lost y guionista de algunos de sus mejores capítulos, especialmente el más memorable de todos ellos, “The Constant” (4.5). ¿Lo recuerdan? Es aquel en el que Desmond quedaba atrapado en una espiral del tiempo que mueve su conciencia entre dos cuerpos distintos, uno que habita en 1966 y otro en 2004. El científico Farraday le instruye de que debe encontrar algo –la constante del título– que esté presente en ambas dimensiones para que su mente no colapse. Desmond decide que su constante sea su amor, Penny. El episodio no es solo el más romántico de la serie, sino una verdadera obra maestra en lo que corresponde al empleo de los saltos temporales y los multiversos con fines emocionales. 

“The Constant” lo vieron 15 millones de americanos en su emisión, el 28 de febrero de 2008. Es recordado como uno de los mejores episodios de la serie y fue nominado a un Emmy. Los escritores, con Lindelof a la cabeza, tardaron cinco semanas, el doble de tiempo de lo normal, en escribir este episodio, que lidia con una de las grandes preocupaciones de la serie: evitar las paradojas temporales cuando se viaja en el tiempo. Era el segundo de los episodios que lidiaba con los viajes en el tiempo. En la cuarta temporada de la serie, “The Constant” parecía dar respuesta a la estructura de flashbacks y flashforwards de las temporadas precedentes. Lindelof admitió la influencia del capítulo final de Star Trek: The Next Generation, en el que el Capitán Picard salta a lo largo de tres franjas temporales, si bien también podemos detectar en “The Constant” algunas resonancias de Je t’aime, je t’aime (1968), la película de Alain Resnais en la que un hombre era enviado repetidamente al pasado, y por tanto siempre andaba desorientado, sin saber muy bien dónde estaba, tal y como le ocurre a Desmond. No en vano, Lost es una serie que trata sobre el Tiempo y la Memoria, los grandes temas a los que se dedicó el cine del maestro francés.

[caption id="attachment_580" width="560"] Fotograma del capítulo "The Constant", de Lost.[/caption]

También fue Damon Lindelof quien escribió uno de los capítulos más extraños de Battlestar Galactica, titulado “Unfinished Business” (3.9). El capítulo rompía la lógica narrativa de la serie y transcurría enteramente en un ring de boxeo, donde a medida que los personajes de la serie se van desafiando en un tradicional ritual de combates, viajamos en flashbacks a momentos recientes de sus vidas, que sobre todo dan respuesta a los enigmas que se habían abierto entre el final de la segunda temporada –cuando los humanos se instalan en el planeta Nueva Cáprica– y el comienzo de la tercera. Como The Constant, era una capítulo que dentro del conjunto de la serie se antojaba absolutamente necesario no solo por los enigmas a los que daba respuesta, sino por la recompensa emocional que habitaba en su interior. De nuevo, Lindelof conquistaba al espectador desde los efectos del amor o el desamor, pues el relato mayor del capítulo nos desvelaba las razones del enfrentamiento entre Kara y Lee, cuya tensión sexual es uno de los mayores imanes de la serie. Mientras ambos se golpeaban brutalmente en el ring, mientras ponían a prueba su resistencia física, veíamos en flashbacks los motivos por los cuales la rabia y el aparente odio hacia el otro se había apoderado de ambos personajes. A su modo, las palizas que se propinan son también como abrazos, gestos de dependencia sentimental en extrema representación física. Un capítulo extraordinario en todos los sentidos.

[caption id="attachment_581" width="560"] Fotograma del capítulo "Unfinished Business", de Battlestar Galactica.[/caption]

Damon Lindelof, ha quedado claro, es uno de los grandes guionistas de la ficción televisiva del siglo XXI, alguien con voz propia y a quien podemos considerar un genuino autor televisivo. Cuando escribió "The Constant", tenía 35 años. Con 40 años ha creado la serie The Leftovers, la última “serie enigma” de la HBO, basada en la novela de Tom Perotta que en España se ha editado bajo el título Ascensión. Su primera temporada terminó hace unas semanas y ha dado suficientes motivos (a pesar de su decepcionante arranque) para que esperemos su regreso. Las comparaciones con Lost se han desatado, sobre todo por tratarse de un dispositivo de ficción sustentado en la creación de misterios (que se resolverán o no), aunque en verdad son series muy distanciadas entre sí. Si acaso lo que las une son sus respectivos discursos en torno a la fe, el vacío que deben llenar unos hombres tras un trágico acontecimiento que no pueden explicarse mediante argumentos racionales, solo de carácter sobrenatural. De nuevo, como en tantas series (The Blackout, The Event, Falling Skies, The Ship…), la sombra del traumático 11S –un acontecimiento que lo cambia todo–sigue dando pie a fábulas apocalípticas.

The Leftovers es, en suma, un relato dramático en torno al duelo y la gestión de las ausencias inexplicables. La premisa narrativa es que un 14 de octubre, el 2% de la población mundial se esfumó, literalmente, sin dejar rastro alguno de sus cuerpos. Los que quedaron en la Tierra (los leftovers) deben lidiar con las pérdidas de sus seres cercanos (todos tienen algún familiar, amigo o conocido al que echar en falta) como puedan, pero sobre todo con la realidad de un acontecimiento extraordinario que ningún científico puede explicar. Algunos directamente se hacen nihilistas (los hombres de blanco, que por alguna razón fuman cigarrillos en cadena), otros creen que los desaparecidos han sido elegidos por Dios (sustentada por una doctrina evangélica de mayoría protestante arraigada en EEUU) y otros manejan la teoría contraria: han sido eliminados antes de tiempo por los “pecados” cometidos, como si fueran las primera víctimas del Juicio Final. La serie avanza hacia la confrontación entre las distintas creencias, como si asistiéramos a los prolegómenos de una guerra santa civil que, suponemos, se desatará en la segunda temporada.

Tras ver los dos primeros capítulos de The Leftovers decidí abandonar, pero Jorge Carrión  (autor de Teleshakespeare, donde dedicaba su ensayo sobre Battlestar Galactica precisamente al capítulo que he mencionado), a través de su cuenta de Twitter, me convenció de que había que seguir. Defendía la extraña arquitectura de la temporada, con tres capítulos “magistrales” (el 3, el 6 y el 9, es decir, tres de diez), y aquello bastó para que me picara el gusanillo de la curiosidad. Y lo cierto es que después del tercer capítulo se hace muy difícil abandonar.

[caption id="attachment_582" width="560"] Fotograma del capítulo "Two Boats and a Helicopter", de The Leftovers.[/caption]

Se titula "Two Boats and a Helicopter", y como "The Constant" y "Unfinished Bussiness", es uno de esos episodios-isla que rompe el formato de la serie y que acaba siendo fundamental por las respuestas que anidan en su interior, pero sobre todo, una vez más, por la intensidad emocional de la propuesta. Es otro clásico de Lindelof. El capítulo está dedicado por entero a la peripecia del reverendo Matt Jamison (sublime Christopher Eccleston), enfrentado a amenazas de muerte, a la constante huida de feligreses de su parroquia (predica la teoría de los condenados) y, finalmente, a la posibilidad de que el Banco venda su Iglesia a un mejor postor si no consigue 135.000 dólares en 24 horas. El capítulo podría verse separado de la serie y aún así mantendría su fuerza, es como una película autónoma, de una hora de duración, perfectamente engrasada. 

No entraré más en detalle, pero si aún no han visto The Leftovers, háganlo aunque sea solo por este capítulo (el 6 y el 9 son buenos, pero no tanto… el sexto sospecho que está inspirado en la novela El congreso de futurología de Stanislaw Lem, en la que se inspiró recientemente Ari Folman para la prodigiosa película The Congress). Solo añadiré que "Two Boats and a Helicopter" tiene también la capacidad de concentrar el verdadero sentido de la serie. Ya dijo Lindelof que quien vea The Leftovers para saber qué paso exactamente el 14 de octubre debería dejar de verla. De lo que realmente versa la serie es de personajes y de consecuencias. Y este capítulo es quizá el mejor ejemplo.