Cristina Lucas
"La relación con tus objetos es la relación con tu tiempo"
18 octubre, 2014 02:00Cristina Lucas
La artista aterriza en el CGAC de Santiago de Compostela con la exposición Es capital
Pregunta.- ¿Cuál es la chispa que incendió esta obra?
Respuesta.- Tiene que ver con los medios de comunicación porque siempre escuchamos hablar sobre economía y llega un momento en el que uno se para a pensar y dice 'bueno, mi realidad es capitalista pura, el artista tiene que pensar su tiempo entonces mi tiempo es capitalista'. Ahora lo llaman tardocapitalismo, es decir, una sociedad postindustrial pero, ¿qué significa? Marx como filósofo pensó en su tiempo económico pero ahora ¿a quién se le pregunta sobre ello, a los filósofos, a los economistas o a las personas que vemos todos los días?. Pues casi habría que preguntar a las empresas que son quienes moderan nuestro día a día.
P.- La muestra se divide en cuatro apartados, todos ellos relacionados con conceptos de economía.
R.- Es un intento de entender algo de lo que hablamos a diario y yo, te aseguro, no sé muy bien de lo que hablamos cuando hablamos de economía, porque resulta muy abstracto. Es un cuarteto, cuatro piezas bajo el título de Es capital que tiene una doble lectura. Primero por el escrito de Marx y también por la importancia de la cosas. No ha dado tiempo a que la exposición sea una sátira o una revisión política sino económica. Es un intento de entender qué tipo de mundo es este de ahora, donde nos movemos y donde todas las noticias que nos llegan por internet, telediario o periódico son sobre economía. Había que pensarlo desde su propia naturaleza. La primera obra que se planteó se llama Capitalismo filosófico, donde preguntamos a un montón de empresas que definan conceptos que son de origen filosófico pero están en debate y de telón de fondo de la actividad de la empresa. Cuando preguntamos sobre la belleza habría que preguntarle a un cirujano plástico, por ejemplo.
P.- Es interesante porque plantea preguntas lógicas pero que a la vez son necesarias. ¿Cuál ha sido la respuesta que más le ha impresionado o descolocado?
R.- Todas aportaban algo y eran válidas porque venían de empresarios que, digan lo que digan, lo voy a tomar por bueno porque lo que me importa es lo que ellos quieran decir ya que es lo que ellos venden. Hay cosas contradictorias también pero no es problema porque la respuesta acaba siendo de carácter económico. Si pregunto sobre la belleza a un maquillador me dice que es algo cambiante a las temporadas, a las agencias de modelos, etc. Que de todo se cansa. Sin embargo un cirujano plástico te dice que la belleza es una proporción concreta, que es la misma a lo largo de la historia. Obviamente algo raro pasa y lo que pasa es que cada uno vende un cosa diferente. La definición no acaba de ser única, ni unidireccional, ni que hay creerlo sino que hay que entender las definiciones de las empresas según la actividad económica que generan. Nadie sale sabiendo lo que es la belleza, la verdad o la justicia, sino sale entendiendo que el concepto cambia mucho dependiendo de la actividad. En cuanto al tiempo, le preguntas a un relojero que hace piezas caras y acaba diciendo que todos tememos a la muerte, es muy profundo. Otro señor del tiempo te dice que perder tiempo es perder vida pero que nunca lo había pensado.
P.- En Plusvalía se vale de ese término acuñado por Marx en su obra para investigar el precio que tendría el manuscrito.
R.- No sé bien quién será el primer filósofo que haya escrito sobre economía pero Marx es, desde luego, uno de los primeros. También están los pensadores del liberalismo. El caso es que El Capital es la Biblia de la economía de la primera época industrial. Ha sido leído, interpretado, leído a favor y en contra, vapuleado y ha tenido una trascendencia enorme en la vida de la gente y de la política. Pero lo escribió en el siglo XIX y a mano y me preguntaba dónde están los papeles, la reliquia. A él le daba lo mismo pero como ha tenido esa trascendencia la reliquia es importante y entonces había que intentar buscarla. Y a pesar de que el comunismo es esa cosa que Marx explica en sus obras, al final su reliquia tiene un precio y es enorme. El capitalismo los unió.
P.- ¿Ha llegado a saber el precio al que ascendería ese manuscrito?
R.- Hay cosas que no se pueden saber, como el precio de Las Meninas por ejemplo. Pero vivimos en una sociedad capaz de poner precio a todo. Hay sistemas pero no es fácil llegar a ellos. En uno de los vídeos hay bastantes valoraciones de cosas concretas y aproximadas que ya existen en el mercado, pero no hay una totalidad. No pierdo la esperanza pero no ha sido posible.
P.- En Cámara del tesoro analiza el valor de uso y el valor de cambio de las cosas, algo que nunca está equiparado. Esta diferencia es la que produce dicha plusvalía. ¿Es este el hilo conductor de la exposición?
R.- Se habla del oro de España. Antes la economía se regía por el patrón oro, si tenías un billete significaba que ese valor se correspondía con un pedacito de oro que alguien atesoraba en una cámara protegida que era un santuario de la economía del país. Hace mucho que ya no es así y ha derivado en algo que no hay quien lo entienda. La Cámara del tesoro es el oro que guardamos en los bancos pero es algo obsoleto. Aunque invertir en oro es algo muy seguro y estable como invertir en Apple, pero no es un asunto que tenga que ver con la garantía de algo. Ahora es algo que ha quedado como un monumento de algo que fue pero ya no es y tiene mucha presencia. Por eso me han dejado fotografiarlo, porque el oro ya no es la clave.
P.- El superbién común nos da pistas de lo que el espectador puede ver.
R.- El bien común es el concepto que está detrás de toda la política. Tiene que ver con una capacidad de consumo muy alta, para que el sistema se mueva, que todo el mundo posea cosas y la economía estaría en marcha. Pero nuestro planeta tiene unos recursos cada vez más limitados. Por eso esta sección la protagoniza gente oriental haciendo uso de sus objetos. La relación con tus objetos explica la relación con tu tiempo. No tenemos que seguir la lógica y pertenecer a un mundo de ultralujo y diseño porque la exclusividad no es para todos y sin embargo es el motor de una economía.