Luis García Jambrina
El escritor publica La sombra de otro (Ediciones B), una novela en la que Miguel de Cervantes es retratado por su peor enemigo.
Pregunta.- Junto a la figura de Cervantes que, como dice, le imponía, está el intento de perfilar a Cervantes a través de la visión que de él tiene Antonio de Segura. Son los mimbres de una novela ambiciosa. ¿Diría que la que más, entre todas las suyas?
Respuesta.- Eso he pretendido. En mi obra siempre he querido ir a más, pues creo que esa es la obligación de todo escritor. Lo contrario sería para mí un aburrimiento. En este libro he querido ir un poco más allá de la novela histórica y tratar temas universales como la envidia o las paradojas del éxito. Me he volcado como escritor, como estudioso de la literatura y como lector y como persona. Digamos que he intentado dignificar el denostado género de la novela histórica, que por otro lado ha dado grandes obras.
P.- Teniendo en cuenta que aquí el que habla es un enemigo de Cervantes, ¿cambiará esta novela nuestra visión de don Miguel?
R.- Lo que sí te puedo decir es que en el libro está muy presente el Cervantes real, el que existió. Creo que, igual que hay que seguir leyendo el Quijote porque es un libro que no termina nunca de decir lo que tiene que decir, hay que continuar indagando en la figura de Cervantes.
P.- ¿Y cómo es su Cervantes, el de esta novela?
R.- De entrada, muy humano. Se le ven las miserias, las grandezas, los puntos oscuros, los errores y las contradicciones que tuvo. Para eso, la perspectiva de alguien que envidia al personaje y que, por lo tanto, también lo admira, me ha sido de gran ayuda a la hora de diseccionar a un personaje tan complejo.
P.- ¿Pecan de hagiográficas las biografías de Cervantes?
R.- Hay de todo, aunque en general le diría que sí. Muchas son panegíricos de Cervantes el héroe, el soldado de Lepanto. Pero a la vez han ido surgiendo libros que se regodean en sus aspectos más morbosos. Faltan, a mi juicio, visiones más integradoras. Y eso es lo que he intentado hacer yo.
P.- Teniendo en cuenta la importancia de Cervantes, tampoco se recuerdan demasiados libros sobre él.
R.- Efectivamente, y de ahí que le tuviera yo tantas ganas. Te pones a mirar y a repasar y, por ejemplo, lo que ha salido de ficción es muy poco. Apenas nada reseñable. Obras que, en su mayoría, no han trascendido. Lo comparas con Shakespeare, de quien salen continuamente obras de ficción, tanto libros como películas, y la diferencia es brutal.
P.- Obras que cuestionan su identidad, por ejemplo. Ahí ha visto la ficción un filón.
R.- Sí, pero ese enigma no desmerece otros de Cervantes. Cervantes es también un personaje lleno de sombras y misterio.
P.- La vida de Cervantes es muy novelesca, como lo había sido antes la de Garcilaso. Y tampoco lo es menos la de algunos de sus contemporáneos como Lope de Vega. En ese sentido podría haber escogido a cualquier otro.
R.- Ese es un tema muy presente en mi novela. Todos los poetas del momento querían ser como Garcilaso, el poeta soldado que además tuvo la suerte, como James Dean, de morir joven. Era su modelo. Los escritores que vinieron tras él deseaban irse a la guerra. Garcilaso es un referente claro de Cervantes en ese sentido.
P.- Lo admiraban, pero literariamente reaccionan contra los cánones que contribuyó a fijar.
R.- Pero es que el mundo había cambiado mucho desde la época del emperador Carlos, una época de conquista, de ampliación del imperio. A Cervantes y compañía les toca vivir una época que, como mucho, podía administrar lo que iba quedando del imperio. Ya no hay grandes gestas, sino una vida más aburrida y sedentaria.
P.- Que culmina con el desengaño, que es un sentimiento extraordinariamente provechoso para el arte.
R.- Claro, se sienten desilusionados, decepcionados. Y particularmente a Cervantes, cuya obra maestra surge de eso, de un profundo desengaño. Cervantes sueña con restaurar la caballería andante y salir en busca de aventuras y de proezas.
P.- El Quijote es un libro homenajeado continuamente en lecturas públicas, versiones teatrales, radiofónicas y ediciones conmemorativas, pero aquí es tan poco leído como el Ulises en Irlanda. Usted lo sabrá bien, que se dedica a la docencia.
R.- Eso es así: se trata de un libro que no se lee. Todos esos esfuerzos no hacen que esté presente en la vida y en el imaginario de las gentes. No hay una mínima familiaridad con el Quijote ni con la figura de Cervantes. Muchos estudiantes de Filología acaban la carrera sin haber leído el Quijote, lo cual es brutal. Una de mis intenciones con este libro es esa: acercar, de una manera didáctica, la figura de Cervantes al lector medio o corriente, pero también, digamos, al iniciado.