Care Santos. Foto: Santi Cogolludo
La escritora presenta su última novela, Amaranta, un retrato social que le ha valido el Premio Jaén de Narrativa 2014
Pregunta.- Amaranta es una novela que habla de la sociedad de hoy en día. ¿De dónde surge la idea del libro?
Respuesta.- Surge de la observación y de las ganas de decir cosas y tenemos que decirlas, los novelistas estamos para eso. De hecho el público joven tiene en sus manos cambiar las cosas y conozco muy bien este tipo de target.
P.- El nombre de la joven y de la novela, Amaranta, viene de Cien años de soledad. El padre le cuenta a su hija una historia pero descubrimos que es mentira. De hecho todos mienten.
R.- Sí, la mentira se les puede atribuir a varios de los personajes. Muchos fingen un montón de cosas. La novela está concebida antes de la muerte de García Márquez y tanto él como esa obra forman parte de mis pasiones.
P.- A medida que vamos leyendo descubrimos todo el entramado de la familia. La historia del fantasma supone el punto de inflexión en el que la novela toma otro ritmo y engancha. ¿De dónde sale este fantasma?
R.- Creo que a veces los autores valoramos mal nuestras obras, somos malos jueces. La idea, efectivamente, era que la tensión fuera increscendo y que cueste dejar de leer. A partir de la mitad de la obra es cuando el ritmo se acelera. Está esa idea que me gusta mucho hacer en mis libros que es mezclar cosas que parecen imposibles de mezclar. Está todo lo que vemos en el telediario, la actualidad y se mezcla con las novelas de fantasmas clásicas. Empieza como un sueño, primero de manera muy materialista y va cobrando fuerza hasta salir a la realidad. Es una historia de aparecidos. Pensé que quería intentarlo aunque no sabía cómo iba a salir y creo que, al final, casa bien. Es un fantasma clásico y estos pueden ser muchas cosas; fantasma de muerte, de ausencia, o de cambio de costumbre. Me parece una definición maravillosa. Esta fantasma viene del pasado del padre que tiene asuntos sin resolver. Ambos personajes tienen algo en común, de hecho mucho y se materializa. Es una manera de atrapar al lector más joven con la trama sobrenatural. A los jóvenes le gusta leerlas y a mí me gusta contarlas.
P.- Por otro lado, se habla de las referentes, de robos, acampadas en la casa de los directores del banco. Una realidad social que vivimos hoy en día con toda la historia de las referentes, las tarjetas B, Bankia, desahucios, etc. ¿Le sorprende mucho ver tanto paralelismo?
R.- Mucho, empezando por la muerte de Botín que se empareja a la muerte del abuelo en la obra. Son los grandes banqueros y claro que busqué referencias en la actualidad. Soy de Mataró, donde más afectados hay por todo este tema, gente que no tenía otros recursos y se han visto ahí. Es una realidad que me preocupa porque a ellos parece que les da igual mientras se siguen enriqueciendo. No podemos huir del problema porque ya forma parte de nosotros y es inevitable hablar de ello, incluso conviene. Sobre todo a un público que lo tiene todo en sus manos.
P.- Se toca también el tema del racismo
R.- Sí, en ciertos entornos, como en el que vive Amaranta, prevalece el racismo y es evidente. En los entornos más habituales se va superando, todo está mezclado. Mi hija me sorprendió hace poco, tenía que hacer una redacción y descripción de sí misma y comenzó diciendo que es blanca. En nuestra época no se nos ocurriría decir esto, se daba por hecho y era el único color que existía. Pero ellos creen en esas cosas. Me siento próxima a los jóvenes y a sus preocupaciones más que a la gente de mi edad. Contra el racismo hay que ir y luchar, como con el feminismo. Es evidente. Hay que igualar derechos. Y los jóvenes lo arreglarán.
P.- Me llama la atención cuando escribe que los periodistas tenemos un precio muy bajo
R.- [Ríe] Sí, es una provocación de este personaje que tiene que resultar odioso al lector. Cree que puede comprar todo y no es así, aunque seguro que hay periodistas y un cierto periodismo que se vende al mejor postor. Pero sobre todo era una intención de resultar odioso.
P.- Al mismo tiempo hay una lectura importante en la frase que le repite el abuelo a su nieta: "lo importante no es ganar sino saber ganar"
R.- Claro, es como decir 'a ver qué haces cono eso, cómo lo administras'. Los jóvenes están precipitados en una sociedad en la que parece que el éxito es hacer el tonto en la tele o en internet. Hay que decirles que lo importante no es ser famoso sino por qué lo eres y qué haces con ello. Es interesante que alguien te lo diga y solemos estar más atentos a lo que dicen los libros.
P.- Al fin y al cabo, cuando Mara se hace con la mayoría de las acciones del banco vemos que convierte a la entidad en una especie de banco ético.
R.- Es un poco de Alicia en el país de las maravillas. Tiene solo 18 años y no pueden ser así las cosas pero se escribe para contar y para que hagan.
P.- Se retrata de una manera muy real a los adolescentes. Con sus toques inmaduros, sus amores, etc.
R.- También quiero pensar que es de forma cariñosa porque es un lector que me encanta. Lo digo siempre.
P.- Se ha llevado el premio Jaén de Narrativa Juvenil
R.- Es una alegría. Voy el viernes a recogerlo y me han dicho que me van a dar una estatuilla. Espero que en el avión no lo consideren un arma arrojadiza [ríe]. Un premio siempre es un espaldarazo a quien confías, pero los premios no te pueden estorbar y tienes que olvidarlos. Disfrutarlos y olvidarlos cuanto antes para seguir trabajando.
P.- ¿En qué terreno se siente más cómoda, en la literatura juvenil o la de adultos?
R.- Me siento cómoda en las dos, cambiar de registro me mantiene oxigenada y es saludable. Soy varias escritoras en una y me gusta. Me gusta mucho y me siento más cómoda hablando a este público. Prefiero un auditorio lleno de gente de 17 que uno de 50 y tantos. Somos tan exagerados en la adolescencia...
P.- Siendo también crítica literaria, ¿cómo encaja las críticas de sus novelas?
No le doy ninguna importancia. Las muy buenas están bien porque te peinan el ego aunque no lo necesito porque esto no me va a cambiar y no lo tengo crecido. Te hacen feliz pero no te aportan nada. Y las muy malas tampoco porque una ya sabe cómo es el mundo literario y a veces no hay que prestar mucha atención cuando entran en lo personal y son irónicas e intentan ser graciosillas. Eso abunda en internet, lo difícil es encontrar a un buen crítico que marque lo que no haces bien con impronta. Muchas gente se atreve a insultar sin dar la cara, algo que es terrible. Hay que dar la cara aunque sea para que te la rompan.