Abraham Lacalle
El artista sevillano presenta Tríptico de Málaga, un proyecto específico para el CAC.
Pregunta.- En esta nueva exposición parece hacer tabula rasa y emprender un nuevo viaje con la pintura. ¿Hacia dónde se dirigen sus nuevas obras?
Respuesta.- En este nuevo trabajo, realizado específicamente para el CAC, he intentado replantear mis referencias con la pintura, intentando alejarme de las vanguardias y tomando como punto de partida la pintura de finales del siglo XIX y principios del XX. Estas nuevas obras son mi reacción a los modelos machacados y mil veces reeditados. De algún modo, la pintura deja de ser una ventana para convertirse en un espacio mucho más físico. Todo está planteado como un gran tríptico, que va de lo más personal y lo más universal.
P.- Todas las pinturas responde a un mismo tema, los campos de batalla. ¿Cuánto hay de conflicto interno y cuánto de conflicto externo?
R.- Hay varias lecturas, ya que asociar la realidad que estamos viviendo a un campo de batalla puede ser hasta un lugar común. Esto, desde luego, no quiere decir que "la guerra" haya terminado. Las obras aluden a un ámbito cercano, el que nos rodea y nos afecta, que se asemeja mucho a un lugar devastado. Así que hay parte de conflicto interno, personal y autobiográfico. Un desierto, un bosque arrasado o una jungla por destruir, forman parte del relato. Las obras también aluden a un conflicto externo. En nuestro país hemos alcanzado una situación que recuerda a los años 60. Política, social y culturalmente están sin resolver problemas enquistados en una transición fallida. Tengo la sensación de que tendremos que volver a vivir nuestra propia modernidad, es decir, reconstruir un lugar destruido, actualmente en ruinas.
P.- Entonces, ¿hay resortes del momento de crisis en esa mirada bélica? ¿Qué hay de crítica?
R.- Desde luego. Estamos en un balneario en decadencia rodeado por un mundo en plena batalla. Es un tema de difícil solución porque tiende a reforzar todos los elementos propios de la confrontación. Hablo de las fronteras y del miedo. A través de ello, la reflexión que se puede hacer es crítica a través del humor, de la indignación y también, porque no, del placer.
P.- En sus pinturas siempre encontramos lecturas encubiertas. Denos una pista.
R.- Hay libros como La carretera, de Cormac McCarthy, un viaje a través de un paisaje absolutamente apocalíptico. También El corazón de las tinieblas de Joseph Conrad, otro viaje pero esta vez al núcleo del infierno, o lo que es lo mismo, a la autodestrucción. En los libros puedes encontrar imágenes, hilos de pensamientos, ideas para conducir tus argumentos y, sobre todo, un estímulo ante el deseo de contar, de plantear preguntas.
Vista de una de las salas del CAC
P.-Siempre ha planteado, entre líneas, o mejor dicho, entre pinceladas, esa relación que mantenemos la naturaleza o la ciudad. ¿Sigue siendo así?R.- Este es un viaje que siempre me ha parecido sugerente y que siempre está latente en mis obras. No es otra cosa que la relación que establecemos que el mundo. Una relación que es en sí misma conflictiva. Es decir, es algo que siempre hay que resolver y gestionar para poder vivir. Esta relación se reproduce en muchos ámbitos y creo que siempre se trata de enfrentarse al exterior hostil. Esto no es una idea negativa porque de lo que se trata es de trascender esa hostilidad.
P.- Además de la pintura, hace tiempo que trabajas en el cómic. Háblenos de ello.
R.- Hace tiempo que el comisario Kevin Power me propuso hacer una reflexión acerca de la narración. Partiendo de libros que para mí habían sido fundamentales, hice una selección de fragmentos que trataban el tema de la violencia. Así que, tomando el lenguaje del cómic, hice una lectura transversal de cada uno de ellos. El argumento era cuestionar la discusión sobre la pintura narrativa y la que no lo es. Con el cómic la narración va implícita, y no hay sospechas al respecto. Pero, ¿qué pasa con el resto de la pintura? ¿No es narrativa? La narración que generan las imágenes depende del interlocutor y no tanto del soporte en el que se presentan.
P.-¿Sigue haciendo pintura mural?
R.- Es algo que me interesa muchísimo. En Un lugar donde nunca sucede nada, pintura al fresco que realice en el 2005 para el Espacio Uno del Reina Sofía, quería entrar en el debate de la intervención de espacios arquitectónicos. Con la pintura al fresco incorporas tu trabajo al muro, lo incluyes en la arquitectura de manera física, y además de manera permanente. En aquel proyecto se producía la paradoja de que una vez acabado el tiempo de exposición se destruiría el muro para volver a dejarlo blanco.
P.- ¿Es el artista de media carrera el gran olvidado del arte español?
R.- Realmente no lo sé. En general, y hasta que no se demuestre lo contrario, el artista español es el gran olvidado. Sin duda, debería de haber un debate sobre ello. Creo que todos estamos de acuerdo en la casi total invisibilidad del arte español y no estaría mal reflexionar sobre las circunstancias que han provocado esto. No se trata de buscar responsables, sino de analizar qué ha ocurrido en el pasado para ver cómo esta situación puede cambiar en el presente y en el futuro.
P.- Haga autocrítica y abra el debate.
R.- El arte contemporáneo es muy críptico, muy autoreferencial y eso lo hace poco accesible. Recuerda a los experimentos de la vanguardia Rusa. Y eso genera poco interés...