María Garralón. Foto: Pepe Castro

Se estrena en el Teatro Valle-Inclán La pechuga de la sardina, de Lauro Olmo, en la que la actriz interpreta a Juana, la dueña de una pensión de huéspedes en el Madrid de la posguerra

María Garralón (Madrid, 1953) es una actriz veterana que ha dedicado su vida a la interpretación. Tras muchos años en las tablas y después de interpretar a diversos personajes tan conocidos como el de Julia en Verano azul y el de la policía municipal María en Farmacia de Guardia, ha pasado también por el cine en películas como Soldadito español o, más recientemente, Los años dirán y La espina de Dios. Ahora se sube al escenario del Teatro Valle-Inclán con La pechuga de la sardina, un texto de Lauro Olmo, dando vida a Juana, la dueña de una pensión de huéspedes en el Madrid de la posguerra, un momento histórico con una sociedad machista donde las mujeres estaban al margen. Se trata de un teatro social en el que Olmo critica la sociedad de su momento y, por ello, en la época en que fue estrenada no tuvo el éxito que se esperaba.



Pregunta.- La pechuga de la sardina es el teatro social y realista de Lauro Olmo, uno de los dramaturgos más importantes de la posguerra. ¿Qué importancia tiene recuperar esta obra?

Respuesta.- Es una parte de nuestra Historia muy importante porque, ya no tanto la posguerra, sino la secuela de todo aquello y es la historia de estas mujeres, cada una con su espíritu. La mujer que tira para adelante, que es luchadora que no se deja arrastrar por todo lo que le rodea. Porque la mujer está muy poco valorada pero hay personajes que no tienen ese espíritu tan fuerte y se sienten abatidas. Está la que quiere estudiar y ser independiente. Es un grupo de mujeres maltratadas por la época que les ha tocado vivir y se ve cómo sobreviven a ella.



P.- En esta pieza los personajes femeninos son imprescindibles, con cada uno de ellos se define el conjunto de la atmósfera, tanto de los personajes, como el lugar y la época.

R.- Sí. Existe el mundo de la pensión, que es donde están las mujeres, y el mundo de la calle. Es una realidad distinta. Realmente la mujer era nada, por así decirlo. Entonces el machismo imperaba.



P.- Da vida a Juana, la dueña de la casa. ¿A qué se enfrenta Juana?

R.- Juana se enfrenta a muchas cosas en su vida; a un matrimonio horrible y la pérdida de un hijo pero decide tirar hacia delante, tiene esa fuerza y quiere seguir e intenta comprender lo que pasa en su casa y con esas mujeres, cada una con su historia.



P.- ¿Cuál ha sido la dificultad de representar este papel?

R.- Para mí ha sido mezclar la dureza con la humanidad porque es una mujer dura pero la humanidad le puede así que se crea una mezcla de sentimientos un poco difícil. Realmente la vida se lo va poniendo en bandeja porque lo tiene en casa.



P.- La pechuga de la sardina, al fin y al cabo, es un pedazo de la vida, del día a día.

R.- No es una gran historia que empieza y termina sino un retazo de ese momento social que cuenta la historia de estas mujeres y su realidad.



P.- Habla de machismo, de malos tratos en un momento histórico muy importante de España, cuando las mujeres estaban denostadas

R.- Por desgracia sí. Es triste que siga pasando y por desgracia es verdad que ahora estamos viviendo esto, lo vemos todos los días. Pero la obra no se ha adaptado, está tal y como la escribió Lauro Olmo.



P.- ¿Diríamos, pues, que Olmo llena de confianza a los personajes para poder avanzar en la Historia?

R.- La esperanza existe en el personaje de Paloma, que es un poco la mujer que quiere estudiar y ser algo en la sociedad. Ella es la esperanza de todos. Lauro era una persona con las cosas muy claras y sobre todo muy ortodoxo y fiel a lo que estaba pasando y lo escribió. A cada personaje le da su punto pero sabemos que algunos personajes no van a salir de ahí. Son historias que no son paralelas. Viven un mismo momento pero cada historia tiene su principio y su trayectoria propia. El espectador se puede sentir identificado con cualquiera de los personajes, hay dureza y también humor. Gracias a Dios los españoles nos agarramos al humor para salir adelante. Te puedes reír porque es un lenguaje muy propio de Madrid y hay mucho chascarrillo. En realidad lo que van a ver y sentir es una historia pasada pero que por desgracia está de absoluta actualidad. No hay que olvidarse de la Historia.



P.- Se ha avanzado mucho desde entonces pero aún hay mucho estigma

R.- Hemos avanzado mucho, sobre todo las mujeres. Pero sí que hay ese punto que está ahí y es triste. Le corresponde al hombre aceptar que las cosas cambian.



P.- Hablando del toque de humor de la obra, se ve un buen filón en la comedia.

R.- Claro, ha pasado siempre. En todos los momentos de crisis que ha vivido el teatro en España, si ves lo que pasaba en la calle, se nota que llega un momento en el que se necesita reír y pasarlo bien, disfrutar de pequeñas cosas y no de las grandes. Hay que mirar hacia delante y ahora en nuestro país hay mucha gente pasándolo mal por diversos motivos y aunque el humor no lo soluciona te alegra el espíritu.



P.- ¿Cuál sería el mensaje clave de La pechuga de la sardina?

R.- El mensaje creo que es simplemente que se vea en un escenario lo que estaba pasando en la calle. Él que era un poco díscolo, que reivindicaba cosas, lo consiguió. La función en su momento no tuvo el éxito esperado porque había estrenado el año anterior La camisa que realmente triunfó. Pero en estos momentos, aparte de que la familia y los hijos han querido que su padre estuviera presente en este momento de la vida social, la función tiene otra lectura que puede gustar mucho.



P.- ¿Cómo ha ido el trabajo en equipo con todo el elenco?

R.- Estamos todos muy a gusto. Manuel Canseco ha peleado con todos los personajes uno a uno para mostrar lo que quería que se viera. Ha quedado muy bonito. El decorado también funciona muy bien con una iluminación preciosa y hay una canción de un texto de Olmo que canta Marisol Membrillo con una guitarra. Todo eso le da mucho sentimiento. La función te llega al alma. Esto es teatro, teatro, sin inventos, no va a haber muchas sorpresas, es teatro puro. Estamos todos felices. Hay que agradecer al CDN por escoger a Lauro Olmo para ser representado de nuevo.



P.- Siempre se dice que el teatro es la hermana fea de la cultura pero nunca muere

R.- Yo llevo muchos años trabajando en el teatro y siempre ha estado en crisis. Cuando empecé ya estaba en crisis pero sigue ahí. Creo que siempre va a estar porque es necesario. Mi hermana ha trabajado durante muchos años en sanidad y siempre le decía que les curara el cuerpo que del alma me encargaba yo. Es una necesidad, ya no solo cultural sino de relaciones, de salir a la calle, de cambiar de aires, de tu casa, trabajo, lo que pasa y meterte en un teatro y sentarte en una butaca donde te van a contar una historia divertida, o no, pero es una historia que han vivido otros y eso es importante. Si nos ponemos a otros niveles claro, ayudas tenemos muy pocas. Pero lo que viene siendo hacer teatro y que el público vaya eso sigue funcionando. Las cosas están difíciles para hacer producciones, salir de gira, etc. En ese sentido se está haciendo mucho daño. Además es absurdo pensar que algo que es un bien común se le esté poniendo tantas trabas. Sin cultura un país no es nada.