Image: Sonsoles Ónega

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El Cultural

Sonsoles Ónega

"Cada vez que una mujer renuncia hay una fuga de talento"

7 marzo, 2015 01:00

Sonsoles Ónega

La escritora y periodista publica Nosotras que lo quisimos todo (Planeta) en el que ahonda en el timo de la mujer trabajadora

Nosotras que lo quisimos todo (Planeta) es la última novela de Sonsoles Ónega (Madrid, 1975) en la que plantea una pregunta acerca de la mujer trabajadora: ¿Nos han timado? Desde esta premisa construye una historia en la que desgrana la vida de la protagonista, que con dos hijos, marido y un trabajo en una empresa de lencería se tiene que replantear su futuro frente a la propuesta de un ascenso con destino en Hong Kong. Frente a las dos opciones que siempre se plantean en estas situaciones, Ónega propone un plan C en el que la mujer no renuncia a nada, sigue con su carrera profesional y consigue hacerlo todo. Hacerlo todo, efectivamente, parece ser lo que nos han inoculado desde siempre. "Somos una generación de mujeres que en teoría lo teníamos todo conseguido pero nos hemos dado cuenta de que la igualdad es más un espejismo que una realidad", opina la periodista y escritora.

Pregunta.- En Nosotras que lo quisimos todo diferencia cuatro tipos de mujer. ¿Cómo ha llegado a esta diferenciación?
Respuesta.- Ahí me he permitido una licencia literaria. El modelo A es la que vive tranquilamente, el modelo B es a la que le da igual que le crezcan pelos en las piernas y el modelo C es la que no quiere que le crezcan los pelos en las piernas y además quiere trabajar y ser una buena madre. Luego está la que se lo pasa bien y no decide hacer nada, para mí esta no es una opción, dicho sea de paso. Recurro al humor porque creí que era la única forma de acercarnos a esto sin ponernos demasiado estupendas, que cuando nos ponemos muy solemnes, sobre todo los contrarios son a los que tenemos que convencer de que esta revolución tiene que hacerse sí o sí, y bostezan o te miran con cara de emoticono.

P.- ¿El problema, tal vez, puede radicar en que no les interesa?
R.- Yo creo que no les interesa y que la mayor resistencia al cambio la encontramos en ellos. Lo que pasa es que las reglas del juego las han diseñado ellos según sus preferencias vitales. Soy muy vehemente y ellos nunca han tenido prisa por llegar a casa, no les importa tener una reunión a las 7 de la tarde cuando a la mujer sí. Nos importa estar a esa hora en una oficina, moviéndonos en la silla pensando que ya no llegas a ver despiertos a tus hijos. Toda esa forma, esa concepción y diseño del mundo es lo que creo que hay que cambiar porque al final el paso del tiempo nos ha demostrado que no ha sido suficiente.

P.- Al principio habla del cambio de las cadenas que han atado a las diferentes generaciones de mujeres a lo largo de la historia.
R.- Sí, ahí me he permitido una adaptación de una reflexión que habla de unas cadenas que ataban a las mujeres en los años 60 en Estados Unidos. Ahora las cadenas son otras, no tienen nada que ver porque hemos avanzado mucho, sobre todo en la conquista de derechos y libertades, pero, en cambio, también se han construido sobre medias verdades. Singularmente en todas esas medidas que hay para facilitar que lo puedes hacer todo. Cualquier mujer que recurre, por ejemplo, a una reducción de jornada de alguna manera siente que su carrera profesional se va a resentir y no van a contar con ella al 100%. Sobre todo porque el mercado demanda trabajadores entregados a sus tareas profesionales. Hay que renovar todos los contratos sociales que hemos adquirido a lo largo de los años.

P.- ¿Como las bajas de maternidad?
R.- Al final te das cuenta de que las bajas de maternidad son casi una anécdota, es un periodo muy corto en la carrera profesional de una mujer. ¿Quién se acuerda del tiempo que te has ido a dar a luz? Indudablemente, si todas esas medidas fueran iguales para mujeres y hombres, nos colocaría en la misma posición de salida. Sería lo mismo para un hombre y una mujer pero ahí no veo mucha posibilidad de cambio. La responsabilidad familiar aún no está al 50%. Es verdad que estoy hablando con algunos hombres que me dicen las cosas que hacen pero no son la realidad estadística de este país. Ellos muchas veces ejecutan pero el diseño de la logística doméstica sigue recayendo sobre la mujer. El día que sientan la necesidad de abrir el whatsapp con todas las madres del aula de su hijo, en ese momento habremos llegado a la igualdad. Habrá llegado la conciencia y la necesidad de estar presente en todo esto, en el hogar, en la educación de los hijos y en el trabajo, como lo hacemos nosotras.

P.- Ese momento que comenta se refleja muy bien en el libro cuando la protagonista, Beatriz, está estresada una mañana con los niños, vestirles, dientes, vestirse ella para ir a trabajar y cuando está a punto de salir de casa para llevar a los niños al colegio el marido, Gonzalo, le pregunta qué hay para cenar.
R.- Sí, son partículas transparentes pero que están pululando por el universo de la mujer y que te cargan de responsabilidades. Seguimos saliendo de casa con el tacón y la mochila cargada y eso es lo que quería captar en el libro, esas pequeñas realidades que pasan inadvertidas en el día a día pero que configuran nuestro mundo y que es lo que nos tiene perplejas por lo poco y lento que evoluciona la mentalidad del hombre. Las mujeres, cuando sentimos que no estamos solas, nos sentimos bien, es como una terapia sin tener que pasar por el diván. Pero también hay hombres que se han sentido identificados con el marido de la protagonista y eso es muy edificante, pero si te ha servido para darte cuenta de lo que haces, corrígelo. Pero los hombres no van a ceder privilegios y lo tenemos que mover nosotras.

P.- El plan C..., de eso trata al fin y al cabo el libro. De poder buscar alternativas a las dos salidas que siempre nos dan
R.- El plan A es estar como estamos, el B renunciar y el C es hacer las cosas de otra manera. Ella se planta ante su jefe y decide hacer las cosas a su manera hipotecando su carrera porque si fracasa se va con lo puesto pero se abre la puerta a hacerlo. Es algo sugerente para todas, dentro y fuera de los hogares y empresas. Todas sabemos que se puede hacer y es un grito valiente, no tienen por qué hacerlo todas pero las que quieran cambiar su particular mundo les ofrezco este planteamiento.

P.- Hay que ser inconformistas entonces
R.- Sí, creo que la mujer ha sido inconformista a lo largo de los años y todo lo que tenemos se lo debemos a mujeres inconformistas que han querido luchar por lo que no tenían. Ahora creo que tenemos que volver a levantar la voz pero sin cansarnos demasiado.

P.- ¿Cuál sería, entonces, el mayor timo al que hemos sido sometidas?
R.- La estructura de la sociedad, de los horarios de nuestro país que son tremendos y que no tienen nada que ver con nuestra querida Europa a la que quisimos parecernos. Pero al final la mujer tiene dos opciones, la de la renuncia no la pongo ni encima de la mesa, una sería pedir ayuda externa, lo cual implica un esfuerzo económico pero hay que verlo como una inversión y no como un gasto, y si no te lo puedes permitir habrá que revisar los horarios, flexibilizar las estructuras. Está puesto en práctica en países del norte de Europa y funciona.

P.- Sin ir más lejos tenemos el ejemplo de Inglaterra que a las cinco están yéndose a casa.
R.- Claro, pero eso pasa por que no haya reuniones a las siete de la tarde, sustituir las comidas por desayunos de trabajo y luego, desde los políticos, que no hagan una rueda de prensa a las seis de la tarde. Necesitamos un diseño nuevo de país. Si no queremos hacerlo seremos los campeones de la desconcilización.

P.- Con motivo del día internacional de la mujer, ¿qué nos urge reivindicar?
R.- Flexibilidad horaria y luego, si no podemos pasar por ahí, entender que las familias son generadoras de riqueza cada vez que contratamos a alguien para que nos ayude a salir a trabajar. Investigando descubrí que en algunos países como Finlandia no se plantean que puedas contratar a una persona porque a las cinco de la tarde estás en casa. Pero si necesitas algún tipo de ayuda externa que te libere de las tareas domésticas, a finales de año te desgravan. Aquí estuvo a punto de hacerse y siempre que veo a Montoro le hablo de las familias. Así que esos dos aspectos, flexibilidad horaria, que haya margen para entrar y para salir pero no sé si todos los sectores lo permiten, el periodismo seguro que no. Pero si adelantamos todo seguramente adelantarían los informativos, los cierres de los periódicos, etc. Eso traería bienestar a todos. Esta es una reivindicación con muchas aristas porque no todas las mujeres están dispuestas pero debería haber un mandamiento más en nuestra vida que fuera 'no renunciarás a nada' porque cada vez que una mujer se va y renuncia es una fuga de talento.