Image: Luisgé Martín

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El Cultural

Luisgé Martín

"Me gusta que la literatura sirva para meter el dedo en el ojo al lector"

8 abril, 2015 02:00

Luisgé Martín. Foto: Asís G. Ayerbe

El escritor presenta esta tarde su última novela, La vida equivocada (Anagrama), en la Sala El Umbral de Primavera.

Luisgé Martín (Madrid, 1962) estuvo a punto de dedicarse a las finanzas. Pero en las empresas desconfiaban de alguien que había estudiado filología antes de cursar un Máster de Management. Si hubiera hecho carrera en el intercambio de bienes de capital quizá no hubiese escrito ninguna de sus novelas aunque la literatura normalmente se abre camino entre quienes alguna vez han sentido su llamada. Martín la sintió poderosamente y acabó componiendo historias de abismos y secretos como La mujer de sombra o La misma ciudad. Ahora presenta La vida equivocada (Anagrama) en la que dos hombres con amplitud de miras, padre e hijo, se ven abocados sin solución al fracaso. La puesta de largo de la novela tendrá lugar hoy en La Sala El Umbral de Primavera de Madrid en la que el autor conversará con Marta Sanz. Además, Andrés Barba y Óscar Esquivias contarán historias terribles, Le Petit F. pondrá la banda sonora a la novela y Andrés Torres la pintará.

Pregunta.- Dice el narrador que los escritores verdaderos son aquellos que han aprendido a descifrar la vida de los otros con independencia de virtuosismos estilísticos o arquitectónicos. ¿Era esa su intención con La vida equivocada?
Respuesta.- Esto que dice el narrador lo suscribe el autor de la novela. Podríamos decir que es la intención principal en casi todo lo que he escrito. Para escribir hace falta tener una cierta mirada del mundo y hace falta tener alma. Estos atributos no garantizan que uno sea buen escritor pero sí que por lo menos es escritor. Lo que yo trato de hacer siempre, y en esta novela también, es descifrar aquellos puntos débiles y oscuros que funcionan como pilares sobre los que se asienta toda nuestra vida.

P.- ¿Cómo fue el proceso de gestación de esta novela?
R.- Ha sido larguísimo. De hecho, es la segunda novela que más tiempo he estado incubando de las que he escrito. Todo empezó más o menos hace 9 años cuando abrí un cuadernito para apuntar las primeras ideas, que es lo que siempre hago cuando empiezo una novela. En aquel momento lo que me interesaba era la vida de Elías, que es la tercera parte del libro. Quería contar la historia de un determinado tipo de fracaso, de una persona que se empeña en conseguir grandes metas sin importar cómo. Después, y durante 9 años, ese esbozo inicial fue engordando, como ocurre siempre, con historias paralelas y anécdotas. En un momento dado apareció el hijo, Max; aparecí yo como narrador y, hasta el último instante, aparecieron otras cosas con las que uno se va encontrando...

P.- Las vidas de Elías y Max guardan correspondencias quizá no idénticas pero casi equivalentes en muchos aspectos. ¿Cómo afecta a nuestra identidad la vida de nuestros progenitores?
R.- En La vida equivocada están todos los temas que me obsesionan y que de una u otra manera siempre aparecen en mi literatura pero este tema en concreto no había aparecido antes. Aunque creo que es algo fundamental que nos define como personas no me interesaba literariamente y aquí surgió de manera accidental. Estoy ya en una edad en la que empiezo a descubrir gestos y formas de comportamiento en mí mismo que están sacados directamente de mis padres y por mucho que uno quiera huir de sus genes no somos capaces de lograrlo. He tenido muchas discusiones en torno a la genética y de jovencito era conductista, pensaba que somos lo que hacemos de nosotros. Sin embargo, cada vez estoy más convencido de que esa marca que dejan nuestros padres y nuestro entorno en general cuando somos niños es fundamental.

P.- En este sentido la cita de Sartre que abre el libro es significativa...
R.- Sí, la cita viene más o menos a decir que no importa lo que han hecho de nosotros sino lo que nosotros hacemos de lo que han hecho de nosotros. Tenemos que tener claro que partimos de una base que igual puede estar estropeada o deformada por el entorno en el que nos hayamos criado y de los genes que tengamos, tanto físicos como mentales. A partir de ahí tendremos que tratar de que esta base no se estropeé más y mejorarla todo lo que se pueda.

P.- El lector tiene que enfrentarse a través del personaje de Elías a un tema como la pederastia. ¿Le motiva incomodar al lector?
R.- Sí, es evidente que me motiva porque este tema se ha convertido casi sin darme cuenta en recurrente en mi literatura. El otro día hacía recuento y es la cuarta vez que trato la pederastia. Lo hice en un cuento antiguo de un hombre que se hace Rey Mago solo para poder tocar el culo a las niñas, en La mujer de sombra hay una escena exageradamente brutal en este sentido... A pesar de que vivimos en una sociedad cada vez más macabra y puritana, cada vez más cínica y corrupta, es muy difícil escandalizar a la gente. Sin embargo, hay dos temas, el incesto y la pederastia, que provocan sarpullidos simplemente al mencionarlos. El incesto es un tema del que se habla poco porque tampoco da más juego social o emotivo. Por su parte, la pederastia está continuamente en la opinión pública pero a mí las cosas no me parecen ni tan puritanas ni tan claras como se pintan. Por ejemplo, Antonio Machado no hubiera pasado la prueba del algodón en nuestro días porque se casó con la famosa Leonor, una niña de 14 años, cuando tenía 25. Hemos llegado a un extremo en el que ya no se matiza nada y basta con aplicar el esquema o el marchamo de pederastia para que sea todo políticamente incorrecto y la opinión pública monte en cólera. Me gusta poner al lector frente a sí mismo e incluso me gusta la posibilidad de que le exciten estos temas. Me gusta que la literatura sirva para meter un dedo en el ojo.

P.- El narrador también indica que ya no necesita inventar ni fantasear nada, que con su propia vida y las vidas ha conocido le basta para hacer la literatura que quiere... ¿Se encuentra usted también en ese punto?
R.- El narrador es un poco mentiroso y cínico porque todo lo que ocurre en La vida equivocada es absolutamente falso, no deja de ser un recurso narrativo. Pero dicho esto y, ya hablando en serio, sí que me encuentro en ese punto. Cada vez tengo más historias que contar y cada día se me ocurren más libros. Puede que esté relacionado con la edad porque cada vez soy más consciente de lo que ha sido, está siendo y puede llegar a ser mi propia vida y la vida de aquellas personas que tengo alrededor o que veo en los periódicos.... Ahora me interesa como lector y también como autor el tipo de literatura que hace Emmanuel Carrère en Francia o el último libro de Javier Cercas. Ese tipo de literatura que coge la realidad y la convierte en literatura mintiendo lo justo o sin mentir nada, simplemente aplicando las técnicas del novelista.

P.- Max es aficionado y escritor de novelas de ciencia ficción. ¿Le interesa a usted también el género?
R.- Soy un muy mal lector de literatura de ciencia ficción. No he trabajado el género sistemáticamente y poco puedo pontificar. Ahora bien, sí que creo que en la ciencia ficción está lo peor y lo mejor. Hay mucha basura que juega con el efecto especial, tanto en literatura como en el cine donde se puede ver fácilmente. Pero también podemos encontrar, y es lo que a mí me interesa, la metafísica. ¿Cómo pensar el futuro? ¿Cómo pensar la esencia del ser humano? ¿Quiénes somos? ¿Cómo funciona nuestra memoria? Hace poco leí una noticia en la que se daba como posibilidad que dentro de poco nos trasplanten todas las partes del cuerpo y lo único que quede sea nuestro cerebro... Todas esas cosas van muchísimo mas allá del divertimento, del entretenimiento, de la fantasía, de los juguetes espaciales... y entran directamente en el análisis y en la reflexión de las sociedades en que vivimos y de la esencia de lo que somos en su sentido más alto.