Rosa Ribas. Foto: Klaus Reichenberger

La escritora publica Pensión Leonardo (Siruela).

El mundo de Lali, a sus doce años, está al borde del colapso. Cuando su mejor amiga le anuncia que se ha cansado de ella y que, a partir de ahora, pasará el tiempo con otras chicas, Lali decide afrontar uno de los mayores enigmas de su corta existencia: el silencio que guardan sus padres acerca del pasado. La historia que narran a Lali y a sus hermanos es incompleta, apenas va un poco más allá del momento en que su padre creó la Pensión Leonardo, un establecimiento del Poble Sec de Barcelona que da cobijo a emigrantes desarraigados durante los años 60. Aunque no está exenta de misterios, la nueva novela de Rosa Ribas (Prat de Llobregat, 1963), Pensión Leonardo (Siruela), abandona los límites de la novela negra a la que nos tiene acostumbrados para introducirse en una historia más personal, de iniciación a la vida adulta.



Pregunta.- ¿Cuál fue el origen de esta novela?

Respuesta.- Es difícil de precisar porque en el libro confluyeron muchas historias que tenía pendientes. Para empezar quería aparcar el género negro, que es lo que he estado haciendo en los últimos años. Después, me apetecía hablar del tema de la emigración durante el franquismo y quería vincularlo a parte de mi historia familiar. Mi abuelo materno tuvo también una pensión, en el Prat de Llobregat, y me ha servido como la principal inspiración para la novela porque además tengo escasa imaginación espacial. Sí que la trasladé a Barcelona porque no quería que la novela se leyera en clave de historia biográfica. Ese no era mi objetivo sino que quería contar historias de desarraigo. Más tarde apareció Lali porque descubrí que la perspectiva que me interesaba era la de esta niña de 12 años, esa edad en la que empiezas a hacer muchas preguntas y las respuestas ya no se dan siempre por buenas.



P.- En principio es una novela que se aleja bastante de lo que había escrito hasta ahora, sobre todo novela histórica y novela negra. ¿Le ha costado mucho afrontar esta nueva perspectiva?

R.- Realmente no. Me he sentido muy libre porque no tenía que ceñirme a las exigencias de un género. En el noir siempre hay unas expectativas que cumplir de cara al lector... Hay una serie de elementos que tienen que estar presentes. Aquí me he limitado a incorporar a la historia lo que ésta me pedía. Ha sido liberador.



P.- La novela se desarrolla en los años 60 en el Poble Sec de Barcelona. ¿Cómo era la vida allí en aquella época?

R.- El Poble Sec siempre ha sido un barrio popular y humilde que en los 50 y 60 recibió muchísima inmigración. Además no es uno de esos barrios de Barcelona que se han vuelto glamurosos. La imagen que quería transmitir era la de un pequeño pueblo dentro de la ciudad, alejado de lo que es la gran capital. Por otro lado, la vida en los 60 era de contrastes. Aunque se trataba de pleno franquismo era una época más moderna y había un poco de apertura: llegan más extranjeros, música pop... pero sigue siendo una época de silencio. Había temas de los que no se podía hablar o de los que había que hablar entre líneas.



P.- A la Pensión Leonardo llegan hombres solitarios desde los sitios más recónditos de la Península. ¿Debía de ser duro emigrar a la ciudad dejando atrás la familia, el hogar...?

R.- Es una experiencia que marca la vida de las personas, porque tenían que marcharse de sus hogares por motivos económicos, de manera forzada. Era una vida muy solitaria. La gente venía de pueblos pequeños y llegaba a una gran ciudad donde todo funcionaba diferente. Los cabeza de familia pasaban tiempo en un hotelito o una pensión y, cuando ya habían logrado establecerse se traían a la familia. Sin embargo, podían pasar separados meses, incluso un año. La Pensión Leonardo estaba llena de hombres así, solos, desarraigados... Se tenían que buscar una familia suplementaria con las personas que conocían en su nueva residencia.



P.- Lali tiene la necesidad de conocer el pasado pero sus padres no quieren volver a él bajo ningún concepto. Esto también era muy habitual en la época no solo en las familias sino en la propia sociedad, ¿no?

R.- Sí, esa negación del pasado tiene dos planos diferentes en la novela. Por un lado, en un sentido literal dentro de la historia de Lali y también en un sentido metafórico en la sociedad. Lali necesita saber. Es una gran narradora y como tal sabe que necesita el principio de su historia pero sus padres han renegado del pasado. Sin embargo, a diferencia de sus hermanos ella no lo acepta e insiste.



P.- ¿Es sano que una sociedad oculte su pasado?

R.- No, tenemos que conocer de donde venimos. No podemos olvidar la historia reciente porque explica la sociedad en la que estamos inmersos ahora y nos ayuda a pensar en que tipo de sociedad queremos. No se puede hacer borrón y cuenta nueva porque el pasado al final acaba regresando.



P.- En el libro se percibe una gran querencia por el detalle. ¿Le exige esto un gran trabajo de documentación?

R.- Sí, para mí es muy importante. Si quieres que el lector se sumerja en la época, y que no le parezca algo artificial o forzado, tienes que documentarte. Después hay que elegir ese detalle que marca la diferencia. Como lectora no me gustan esas novelas en las que notas demasiado el trabajo de documentación. Lo mejor es conocer bien la época y saber escoger lo más sugerente: qué se comía, qué sonaba en la radio... Está bien acumular mucha información pero no todo hay que soltarlo en la novela.



P.- Hace poco ha publicado otra novela, Miss Fifty, que tiene poco que ver con Pensión Leonardo. Trata sobre una superheroina. ¿Qué fue lo que le motivó a escribir esta historia?

R.- Realmente la escribí en 2012 y la fui publicando on-line por entregas. Ahora Reino de Cordelia la ha reeditado en papel con ilustraciones de María Espejo. De esta manera, le hemos dado un valor de libro-objeto o libro artístico. Surgió a partir de una experiencia de una amiga que padecía cáncer. La acompañaba cuando surgió la conversación de la invisibilidad de las mujeres maduras. No existe una super heroína que no tenga 25 años y esté estupendísima en su traje de latex. Mi amiga me dijo que necesitábamos a una superheroína cincuentona y le tomé la palabra. Además ella me prestaba el modelo perfecto por el humor y la entereza con que enfrentó la enfermedad. Creo que es un libro útil que puede acompañar a muchas personas que estén en esta situación y por otro lado es muy divertido y gamberro.



P.- La comisaria Weber-Tejedor, la periodista Ana Martí, Miss Fifty, incluso Lali... ¿Por qué tiene predilección por los personajes femeninos fuertes?

R.- Pues no sabría explicarlo. No sé, cuando me pongo a pensar en novelas y busco protagonistas para que muevan la historia y la llevan adelante, siempre me salen estos personajes femeninos. Por un lado tienen mucha fuerza pero por el otro tienen muchas dudas... No hay un plan, es algo que me sale de manera natural, son los personajes que me interesan abordar.