Eduardo Gil Bera
El escritor y traductor navarro publica Esta canalla de literatura (Acantilado), una singular biografía de Joseph Roth dividida en quince ensayos cortos
A la relación entre Zweig y Roth (dos maneras muy distintas de enfrentarse al nazismo, lo que dio lugar a no pocas disputas entre ellos) dedica Eduardo Gil Bera (Tudela, 1957) todo un capítulo de Esta canalla de literatura. Quince ensayos biográficos sobre Joseph Roth (Acantilado). Caben aquí también la historia familiar del escritor, su llegada a Viena, sus inicios en prensa, sus problemas con los editores o su catolicismo de última hora. A partir de artículos y cartas -que cita extensamente-, Gil Bera, autor de La sentencia de las armas y traductor de clásicos como Montaigne, Hölderlin, Rilke o el propio Roth, elabora en este ensayo un minucioso retrato "transversal" del autor de Job y La marcha Radetzky, a quien considera "uno de los más grandes escritores del siglo XX".
Pregunta.- ¿Cuál es el origen de este libro?
Respuesta.- He traducido durante más de veinte años a Joseph Roth; obras suyas y obras sobre él. No es que sea un especialista, pero Roth es alguien de mi vida, me he pasado muchísimas horas con él. Para mí, fue decisivo el contacto con el difunto Jaume Vallcorba, que siempre tuvo la ambición de tener todo Roth editado, algo imposible, por otro lado. Fue Vallcorba quien me encargó un libro tan importante como las cartas de Roth, en las que está el escritor completo. Este libro, por esa razón, estaba pensado también para Acantilado.
P.- Joseph Roth se desempeñó en muchos géneros. ¿Usted lo considera más periodista, ensayista, novelista...?
R.- Hoy ya se considera que sus artículos de periódico están al mismo nivel que sus novelas. Yo estoy de acuerdo. Y también creo que es un ensayista fuera de serie, como demuestra en Judíos errantes. Es un escritor a secas, y un gigante del periodismo del siglo XX, sin duda. Por estilo, por ética y por estética.
P.- Y un referente moral. Su postura frente a los nazis y frente a la revolución soviética, que censuraba con la misma vehemencia, no era tan habitual.
R.- Sí, fue muy valiente y muy claro en su posición. Y también fue un hombre desdichado, quizá en parte por eso. Hay en su vida un continuo tensar la cuerda. Cuando estuvo en Amsterdam y vivía de limosnas, tenía que tener las piernas todo el tiempo en alto porque se le hinchaban. Y no paró de escribir. Si uno no conoce estas circunstancias, es imposible adivinarlas en sus obras; nunca cayó en la típica autocontemplación del diarista, sus obras están llenas de viveza. Roth era el héroe que escribía y escribía contra lo que fuese. Solo tenía una pluma, ni siquiera tenía biblioteca. Me parece admirable. Y su estilo... en prosa alemana no hay nada igual, la escritura de Roth corre completamente engrasada. Es muy singular.
P.- Él habló en algún artículo de la Nueva objetividad. "No se trata de hacer poesía, sino de informar", dijo. Eso enfadó mucho a Thomas Mann... pero luego resulta que Roth era el primero en cuyas obras no se identifican para nada los rasgos de esa corriente...
R.- Es verdad. Pero tampoco es fácil encontrar obras de otros autores en las que se pueda rastrear eso. Fue una moda, más bien. El movimiento hizo mucho ruido, y Roth al principio se sumó. Pero también fue de los primeros en desmarcarse. Lo hablaba mucho con Musil y con Thomas Mann, y estos siempre le decían que no fuera incoherente, que él era un poeta, que era todo compasión hacia sus personajes...
P.- ¿Tan mal se entendía con Thomas Mann?
R.- Bueno, influía sobre todo el factor generacional. Había entre ellos una mutua incomprensión que no se podía salvar.
P.- Roth era alguien con quien parecía difícil no discutir... ¿qué imagen de él le queda después de haberlo estudiado a fondo?
R.- Él era absolutamente inflexible en ciertos temas. Y no le importaba serlo con Zweig, incluso con respecto a su obra. No le importaba la diferencia de escalafón ni de posición social. Pero yo creo que era una gran persona, tenía mucho corazón, y era un hombre generoso. Pero es verdad que para Zweig llegó a ser una carga y un horror, una especie de látigo.
P.- Leer a Roth, y en concreto su relación con Zweig, ayuda a comprender la complicada relación que mantenían los judíos occidentales con los orientales, judíos de primera y de segunda. ¿Tenía él muy interiorizada esta diferencia?
R.- Desde luego. Es que al principio se pensaba que los nazis solo iban a ir contra los judíos pobres. Y Roth acusa a algunos de reaccionar solo cuando se supo que el odio de los nazis era indiscriminado. Esta diferencia digamos de clase se hace insalvable entre Roth y Zweig. Los separa su procedencia, el dinero, su condición social. Zweig le mandaba dinero una y otra vez, y Roth le reprochaba continuamente su suerte, su éxito, no permitía que le diera lecciones. En cuanto a la cuestión judía, Roth siempre se posicionó a favor del judío del este, a favor del judío pobre.
@albertogordom