Image: Juan Aparicio Belmonte

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El Cultural

Juan Aparicio Belmonte

“El oficio de novelista tiene una alta carga de patetismo”

24 septiembre, 2015 02:00

Juan Aparicio Belmonte

El escritor publica Ante todo criminal (Siruela), una novela negra satírica, paródica e hilarante.

Juan Aparicio Belmonte (Londres, 1971), autor de novelas como Un amigo en la ciudad (Siruela, 2013), Mis seres queridos (Alfaguara, 2010), Una revolución pequeña (Lengua de trapo, 2009) o El disparatado círculo de los pájaros borrachos (Lengua de trapo, 2006), voltea de nuevo los tópicos del género negro con su fina y característica ironía en Ante todo criminal (Siruela), un libro que juega a borrar las fronteras entre realidad y ficción con dos tramas paralelas y alternas. La novela arranca con una perfeccionista comisaria de policía que cree encontrar pistas sobre el asesinato de un conocido empresario en el libro de un novelista de medio pelo, que pasa a ser el principal sospechoso. En la trama, que pronto recorre el bizarro camino de la conspiración y la paranoia, se mezcla el narcotráfico con la literatura y fútbol, en concreto, la historia izquierdista y oculta del Real Madrid.

Pregunta.- ¿Cuál fue la chispa que dio lugar a esta novela, Ante todo criminal?
Respuesta.- La chispa que probablemente encendió la novela, aunque luego vaya mucho más allá, es la historia oculta del Real Madrid, que fue el equipo más laureado de la República y que durante la posguerra sufrió una larga sequía. Este relato se opone a la idea tópica del club como estandarte del franquismo. A partir de ahí, en un clima un tanto paródico, suceden una buena batería de episodios que no están directamente relacionados con esta historia pero que de alguna manera la llevan presente. Lo que pasa es que me suelo alejar paulatinamente del elemento que da pie a mis novelas porque lo que más me interesa es que la estructura quede redonda y que los personajes cuadren para que todo tenga verosimilitud. Cuando termino el trabajo, como además me gusta corregir mucho, muchas veces he olvidado el motor inicial.

P.- En el libro se alternan dos relatos que permiten el juego entre realidad y ficción. ¿Era una de sus intenciones que la novela funcionara casi como un juguete o un rompecabezas?
R.- Siempre me ha interesado la ficción que se mete en nuestras vidas para condicionarnos. El hombre es un ser que vive inmerso en la ficción y ésta tiene más importancia de la que habitualmente le damos o pensamos que tiene. Nuestra vida la interpretamos a través de ficciones. Si narras una anécdota a alguien tendrá un punto de ficción diferente del que le dará otra persona que también estuviera presente y cada uno resaltará elementos distintos. En esta novela me interesaba ver como realidad y ficción a veces pueden confundirse. Son dos planos que se contagian mutuamente. No hay más que fijarse en el relato de la realidad que hacen los políticos. Continuamente colisionan ficciones distintas para narrar una misma realidad. Esto no quiere decir que yo sea relativista porque sí que creo que existe una verdad.

P.- Uno de los personajes de hecho expone esta teoría...
R.- Sí, está particularmente interesado en cómo las ficciones no solo condicionan la realidad sino que a veces son capaces de modificarla.

P.- De ahí a la paranoia solo hay un pequeño paso...
R.- Sí. Todas estas teorías, si se exageran, acaban en el disparate. Además este personaje está ya de por sí en la cuerda floja. Evidentemente, buscar una teoría única para entender la realidad es peligroso.

P.- Esta novela juega también a retorcer los clichés de la novela negra de manera paródica. Supongo que para eso primero hay que tomarse muy en serio el género...
R.- En realidad me lo tomo en serio. Nunca he pretendido burlarme de la novela negra, más bien al contrario. Me gustaría acercarme a los mejores autores del género, a los que tanto me han hecho disfrutar. El tono paródico, que en ningún caso trata de burlarse de ningún género, tiene que ver con mi particular forma de narrar que creo que está vinculada con cierta timidez. Empleo el humor o la ironía como una manera de evitar la solemnidad. que es algo que rechazo de manera instintiva. Además no soy capaz de tomarme demasiado en serio lo que digo ni siquiera cuando lo pongo por escrito en una novela porque no soy una persona de grandes certezas. Aunque casi siempre empiezo escribiendo con el ánimo de hacer una novela muy seria y con elementos lapidarios, al final siempre acabo decantándome por algo más humorístico. Simplemente es mi forma natural de novelar.

P.- ¿Qué le parece la calidad de la novela negra en España?
R.- Está bastante bien. Hay autores muy diversos, dignos herederos de los mejores autores del género. Hay un libro, en el que salgo muy bien parado (no solo me gusta por eso, aunque también) que se llama La guía de la novela negra (Errata Naturae) de Héctor Malverde. Es una magnifica guía para ver que novelistas hay ahora en España y además se mezcla con semblanzas y reseñas de novelas de autores clásicos.

P.- El libro no se olvida, como las buenas novelas negras, de reflejar las miserias de la sociedad: corrupción, relaciones de parejas disfuncionales, maternidades que no cuajan... ¿Está tan perdida la sociedad como parece?
R.- Está muy confundida aunque no sé si más que en otros tiempos porque siempre tendemos a mirarnos el ombligo. Cada época tiene sus elementos de incertidumbre y ahora están muy relacionados con la manera de vivir la vida en pareja, con la paternidad, con la maternidad... También ha despertado una hipersensibilidad hacia la corrupción generalizada que seguramente no hubiera molestado tanto sin la crisis económica. Todo esto lo intento reflejar en la novela porque yo escribo sobre el tiempo en el que vivo.

P.-A través del escritor protagonista se ofrece una visión descarnada del mundo de las letras. De hecho la verdadera ocupación de éste es la de traficante de drogas. ¿Es ya inviable vivir de la literatura salvo para unos pocos?
R.- El oficio del novelista tiene una carga de patetismo muy alta. Vivimos con un prestigio social muy extraño que no está acompañado de unos ingresos al nivel de ese prestigio. Además es un prestigio social extravagante. Todos los días se entrevista a novelistas y casi siempre venimos a decir lo mismo porque tampoco sabe uno muy bien como expresarse. Sin embargo a la sociedad le interesa saber nuestras opiniones sobre el mundo o cómo hemos elaborado nuestras novelas. Pero el interés por la lectura de esas novelas es muy bajo. Por tanto, hay un prestigio que no va acompañado de un nivel de ingresos parejo y esto hace que los novelistas normalmente tengan que desempeñar oficios a veces turbios. En la novela lo llevo al extremo porque el personaje es narcotraficante, en realidad un oficio extremadamente adecuado para un novelista porque el horario es flexible y una vez finalizado hay tiempo libre para escribir. Además te mantiene continuamente alerta y estresado y el estrés te da también esa necesidad de escribir.

P.-Aquí, cuando habla de los detectives oligofrénicos, parece que quiera verter parte de su experiencia como profesor de literatura creativa...
R.- Me horrorizaría que algún alumno pudiera pensar eso porque sinceramente mi experiencia ha sido extremadamente positiva. Los alumnos son muy brillantes, no tanto en el plano creativo pero sí en el plano intelectual. Aunque evidentemente en la novela aparece esa faceta. Me nutro de todas mis experiencias vitales al menos en el atrezzo, después los personajes tienen poco que ver conmigo. Lo que experimento lo uso sin ningún tipo de represión. El mundillo de las academias lo he usado como atmósfera. Me sorprende el prestigio extraño que todavía tiene la narrativa en familias adineradas. Los detectives oligofrénicos forman partes de esas familias y por ahí va el juego.

P.- ¿Es el Real Madrid una institución con la que es mejor no meterse?
R.- Nunca me he metido con ella así que no te lo puedo decir... No creo que llegue a tanto pero evidentemente, como dice uno de los personajes de la novela, "en los lugares donde se mueve mucho dinero siempre hay peligro".

@JavierYusteTosi