Gerardo Herrero
El productor y cineasta regresa tras la cámara con La playa de los ahogados, un thriller policíaco de corte clásico
Pregunta.- ¿Cómo surge este proyecto?
Respuesta.- Me gustó mucho la novela de Domingo Villar y en seguida vi que podía haber una película. Cada vez de forma mayor, lo que más me interesa de los proyectos son los personajes. En este caso, me gusta mucho ese policía razonable y sosegado que es una persona normal y no un solitario torturado o un psicópata como hemos visto en tantas películas. Por otra parte, conozco bien esa parte pesquera de Galicia, he viajado muchas veces y me interesa ese mundo.
P.- ¿Ha cambiado muchas cosas respecto a la novela?
R.- Ha sido un proyecto de larga gestación y le hemos ido dando varias vueltas hasta depurarlo. En el libro hay cosas como que el protagonista tiene un programa de radio o ve apariciones de su ex mujer que hemos eliminado porque o le dabas más recorrido o te despistaba de la trama principal. Lo que es la parte de investigación es prácticamente idéntica.
P.- Es una película muy clásica sobre adivinar quién es el asesino. ¿Quería provocar ese goce de ir adivinado quién es el malo?
R.- Desde luego, es una película para que la gente se lo pase bien. De hecho, es una película muy blanda porque no hay violencia ni sexo. Sí se busca ese goce de las novelas de Agatha Christie o Sherlock Holmes en el que el espectador se identifica con el policía y lo acompaña en su investigación. La película va dejando las suficientes pistas como para que se puede colegir el culpable. No me gustan esas películas en las que al final todo da un giro de 180 grados y el culpable es alguien que no es lógico con lo que hemos visto.
P.- Habla del atractivo que le inspira ese policía, ¿por qué?
R.- Ahora estoy preparando un proyecto como productor y he conocido los interiores de la Guardia Civil para documentarme. Te das cuenta de que la mayoría son gente muy normal que hace su trabajo. En mi cine siempre busco un naturalismo en las interpretaciones y las situaciones y me gusta ese policía que duda, que no acusa sin pruebas, que está obsesionado con su trabajo porque busca la verdad y quiere que se haga justicia. Es alguien que no se fía de lo que ve en la superficie, que trata de ir más allá.
P.- ¿Buscaba el clasicismo?
R.- ¡Mis enemigos lo llaman academicismo! Quiero ser fiel a mí mismo. Pertenezco a la escuela de Fritz Lang y Howard Hawks, no me gusta que se vea la cámara. No me gusta que la autoría o el estilo estén por encima de la historia. Cada película te pide una forma distinta. Alguna vez he experimentado con la cámara en mano o el fuera de foco y me siento incómodo. Es como esa moda de que no se vea a los actores por la noche. Yo sí voy al cine es para verle la cara a los actores. Si es de noche, pongo una luna.
P.- Es un filme en el que deja todos los cabos atados, tampoco sigue la moda de que se quede todo en el aire.
R.- Yo como espectador veo una película como ésta y le parto la cara al director si no me la cierra. De todos modos sí queda un cabo suelto y es si la primera muerte ha sido accidental o violenta.
P.- Está esa idea de que el pasado acecha nuestro presente aunque queramos huir de él.
R.- El pasado siempre está allí, acechando, algunas veces se queda allí pero otras pagamos un precio caro por nuestros errores. Me interesa la idea del destino de las personas, como el azar puede destruir unas vidas. En este caso un crimen y un secreto une de manera irreversible a unos hombres. Y la verdad que quieren ocultar es cómo el cuerpo de ese marinero que regresa a la orilla.
@juansarda