Image: Ángel Mateo Charris

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El Cultural

Ángel Mateo Charris

"El arte no es para blandengues, sino para corredores de fondo"

17 noviembre, 2015 01:00

Ángel Mateo Charris

El artista expone su última serie, Los mares del Tiki, en paralelo en las galerías Trama de Barcelona y en Siboney de Santander

Es aventurero y sedentario al mismo tiempo. El artista Ángel Mateo Charris (Cartagena, 1962) ha ilustrado en Grandes esperanzas el imaginario de Dickens, ha participado en un trabajo colectivo sobre el mundo de Kafka y el destino le ha llevado por el Pacífico. Esas islas paradisíacas a las que todos hemos viajado, aunque sea mentalmente, huyendo del estrés de las grandes ciudades y en busca de paz. Playas de aguas cristalinas en las que ya han estado Melville, Stevenson o Gauguin. Allí está inspirada la nueva serie, Los mares del Tiki, que Charris presenta de manera simultánea en la galería Siboney de Santander y en Trama de Barcelona. En la muestra el artista combina lo real y lo imaginario, lo exótico y lo cotidiano, en unas pinturas llenas de contrastes, tabús, ironía y reflexión.

Pregunta.- Su pintura está siempre relacionada con el viaje y la literatura. ¿Qué es lo que más le atrae de esto?
Respuesta.- Me gusta leer, me gusta viajar y pintar, así que intento que todo eso sea el eje de mis proyectos. Es una buena excusa para hacer todo lo que me gusta y además llamarlo trabajo.

P.- En este caso expone Los mares de Tiki. ¿Qué vamos a poder ver en las exposiciones de Siboney en Santander y en Trama en Barcelona?
R.- Se puede ver parte de un ciclo de obras sobre los mares del Sur, la idea del paraíso, la cultura del tiki... Algunas obras son fragmentos de la realidad encontrada en mis viajes por Polinesia, Hawai o Nueva Zelanda y en otras el peso de las referencias, los encuentros entre realidad y ficción y las paradojas se hacen más evidentes.

P.- ¿Cuántas obras hay en cada una de las galerías y cómo ha sido la selección de las piezas para cada una de ellas?
R.- La distribución viene determinada por el tamaño de los espacios expositivos. A Barcelona mandé unas 27 piezas, aunque finalmente no se colgaron todas. Allí se pueden ver los formatos más grandes, piezas de hasta tres metros, que conviven junto a otras más pequeñas. En Siboney hay unas 16 obras medianas y pequeñas, más un postalero con 20 obras tamaño y formato postal, 12 x 16 cm. Pero no hay una división temática o por series, todas forman parte del mismo grupo de obras y podrían estar indistintamente en una u otra galería. Concebí primero las obras y luego les he buscado acomodo en estas dos exposiciones y otras que vendrán el año próximo.

Franquicias Paradise de la serie Los mares de Tiki

P.- ¿Cómo se gestó este proyecto?
R.- Venía de una etapa un tanto oscura y confusa, y tenía la necesidad de olvidarme de muchas cosas, entre otras del peso de tanta cultura e hiperconectividad, de tanto equipaje acumulado. Así que supongo que volví, como otros antes que yo, a lo más parecido al principio, ese primer jardín que se ha quedado grabado en nuestro imaginario, a la playa, a lo primitivo, a ver adonde me llevaba. Una buena excusa para viajar a lo azul y lo lejano, que diría Stevenson, y para pasarme pintando un par de años horizontes luminosos y vegetaciones vibrantes. Una especie de regalo que me he hecho. La cultura también ha acabado colándose, como siempre, pero casi más a la manera que nos llevamos un libro a las vacaciones, así que conmigo se vinieron Melville, Somerset Maugham, Jack London, Gauguin, Murnau... Y el tiki, esa subcultura lúdica y gozosa, que siempre me ha encantado, desde que visitaba una de esas coctelerías polinesias en mi adolescencia (el Waikiki, Cartagena), pequeñas embajadas del kitsch y lo aventurero, con sus máscaras y sus leyendas en las cartas de las bebidas.

P.- La muestra concierne a la cultura tiki y los lugares son Nueva Zelanda, Hawai, la Polinesia francesa... ¿Qué le atrajo de estos lugares?
R.- Me atraen casi todos los lugares asociados a un universo que se completa a sí mismo, invenciones culturales del que han bebido los escritores y los cineastas, los artistas, si son lejanos y con un componente primitivo mejor. Me gusta confrontar lo imaginado con lo real, meter en la coctelera lo que esperaba ver con lo que realmente encontré en los viajes. Cuando vas al oeste americano no sólo ves unos paisajes agrestes, sino una cultura formal nativoamericana fascinante, las películas de John Ford, o los escritos de un señor de Toledo como era Marcial Lafuente Estefanía. Todo ha entrado por tus sentidos y no puedes decir que unas cosas sean más reales que otras.

Beachcomber de la serie Los mares de Tiki

P.- Todos estos lugares son concebidos en el imaginario de la gente como sitios a los que ir como vía de escape a la rutina y las grandes ciudades. Una manera de escapar y vivir durante unos días en el "paraíso".
R.- Sí, los mares del Sur siempre han tenido esa componente de huida y búsqueda de la libertad. Lo vemos en los escritos de Gauguin, en los que se trasluce que aún Tahiti no le parece lo suficientemente salvaje, así que tiene que recrear unas leyendas que ya empezaban a estar sólo en el recuerdo. Es lo que venden también las agencias de viajes, un paraíso domesticado, una arquitectura playera y efímera, sensualidad light. Los marineros de Ulises también llegan a una isla paradisíaca donde comiendo loto se van olvidando de todo lo aprendido, de sus problemas pero también de sus familias. Allí reside la felicidad pero siempre hay algún Ulises que nos zarandea a última hora para que recobremos el sentido común.

P.- ¿Tiene algo que ver esta serie con la aventura de Kon-Tiki?
R.- No más allá de compartir parte del nombre, y de que ambas se viven como aventuras, la mía mucho menos peligrosa y arriesgada, apenas una travesía por mares óleo y sin ninguna certeza que intentar probar.

P.- Menciona a menudo a Stevenson, ¿qué influencia ha tenido en usted el escritor?
R.- Él es uno de los que puso en mí las semillas de la aventura y la curiosidad a través de sus libros, así que algo de él hay en cada uno de sus lectores, en cada uno de los niños que supimos de John Silver o el Doctor Jekyll.

P.- ¿Cómo llega la inspiración para cada nueva aventura?
R.- De diversas maneras. Por un interés despertado por una imagen, una música, por una nostalgia repentina, por algo que aún no has visto, por un encargo que a veces sobrepasa las limitaciones que se le imagina, por un afán de escapar de lo cotidiano (el wanderlust de los alemanes), por puro azar. Tengo una parte muy sedentaria, sigo viviendo en la misma casa en la que nací, y otra que necesita escapar a algún lugar lejano de vez en cuando, y a otros mundos cada vez que atravieso la puerta del estudio.

Los saqueadores de la serie Los mares de Tiki

P.- Ha participado en diversos proyectos literarios como el de Dickens o el de Kafka. ¿Tiene alguno entre manos ahora mismo o alguno que le interesaría realizar?
R.- Ahora mismo no estoy con nada de eso entre las manos. Eso viene casi siempre por un encargo que yo intento hacer mío. Ya que estoy con el Pacífico no estaría mal una versión en español de The Moon and Sixpence de Somerset Maugham, que es un trasunto de la vida de Gauguin.

P.- En Los mares del Tiki vemos surfistas con máscaras, chicas con faldas hawaianas muy al estilo Gauguin, etc. ¿Cuáles son sus influencias en la pintura?
R.- Son tantas. Muchas de ellas han sido repetidas hasta la saciedad, así que no seguiré por ahí. Me gusta todo tipo de pintores e ilustradores, desconocidos o no (como Arman Manookian para esta exposición), incluso jóvenes que voy conociendo. Te digo unos cuantos de estos meses: Jonas Wood, Barnaby Furnas, Nicole Eisenman, Ryan Mosley, Nicholas Party.

P.- ¿Cómo ve la situación del arte en nuestro país? Les cuesta a los artistas españoles internacionalizarse? ¿Cómo se pueden mantener en el panorama todos esos artistas jóvenes que empiezan a emerger?
R.- Más o menos como siempre. Venimos de un cierto espejismo de abundancia y pensamos que eso iba a ser para siempre, pero yo empecé en épocas más austeras así que nunca me hice muchas ilusiones. A los españoles nos cuesta salir, como a casi todos los que no sean estadounidenses, alemanes e ingleses, que son los que cortan el bacalao, así que tampoco seamos tan victimistas. Estaría bien tener dirigentes más cultos, pero también un público más interesado y preparado, unos coleccionistas más fieles y numerosos, unos medios más bien dispuestos... No sé cuántos de los jóvenes que empiezan se mantendrán, será duro y llegarán pocos, pero ¿quién dijo que esto iba a ser fácil? El arte no está hecho para blandengues ni flojos, sino para corredores de fondo.

P.- ¿Qué cree que se podría hacer para mejorar nuestra situación cultural?
R.- Educación, educación y educación. Accesible a todos y de calidad.

@scamarzana