¿Qué libro tiene entre manos?
El impostor, de Javier Cercas.
¿Qué libro abandonó por imposible?
Siempre trato de llegar al final, aun leyendo en diagonal. Es cierto que a veces no merece la pena, pero si digo que es un peñazo lo puedo hacer con conocimiento de causa. Es como cuando voy al cine, creo que nunca me he levantado y me he salido.
¿Con qué personaje le gustaría tomar un café mañana?
Si pudiera tomarme un té a las cinco con los cuatro Beatles, sería fantástico.
¿Una obra de teatro que la haya dejado clavada en la butaca últimamente?
Cuando deje de llover, la temporada pasada en el Matadero, y El minuto del payaso en la sala Margarita Xirgu del Español. No tienen nada que ver la una con la otra pero las dos me encantaron.
¿Entiende, le emociona el arte contemporáneo?
Me atrae muchísimo, sí. No sé si entiendo, aunque lo importante es emocionarse.
¿Cuál ha sido la última exposición que ha visitado? Ejerza de crítica.
Estuve hace poco en el Guggenheim de Bilbao. Realmente lo que más me gustó fue volver a dar un paseo por todo el edificio y ver la exposición permanente, con las imponentes esculturas de Richard Serra.
¿De qué artista le gustaría tener una obra en casa?
De los españoles, Miquel Barceló. Pero tengo debilidad por los móviles de Calder desde que los vi en el Guggenheim de Venecia. Tienen una combinación muy atractiva de ingeniería e ingenuidad. Esta última la asocio mucho a Joan Miró.
¿Recuerda una experiencia musical que le cambió la manera de ver su vida?
La primera vez que escuché bossa nova. Era a mitad de los 60, en la Televisión Española en blanco y negro de entonces. Apareció Maysa Matarazzo y me fascinó.
Dice José Carlos Plaza que Medea decide dejar de ser madre para ser mujer.
En su época la mujeres tenían que ser madres a la fuerza. Ella amputa ese lado suyo femenino y mata a sus hijos. Terrible decisión, que la versión de Molina Foix intenta hacernos entender, entregarnos los porqués, lo que no significa, claro, que se justifique.
¿Qué cambia al preparar el personaje en un teatro cerrado después de haberlo encarnado en Mérida?
Hay mucha diferencia de ejecución. Los movimientos en Mérida son muchos más largos para que el escenario no te coma. Al volver a un teatro a la italiana las emociones se trabajan más desde dentro. Pero la base es la misma.
¿Cuál es la película que más veces ha visto?
To be or not to be, de Lubitsch. Es un película inteligente y con un sentido del humor magistral... Y además los actores están impresionantes.
¿Le importa la crítica? ¿Le sirve para algo?
Hace mucho tiempo, como 30 años, que trato de no leerlas. No porque no me importen pero si me evito un pequeño disgusto, mejor. Luego, cuando pasan los días, si algún compañero me dice que en alguna nos han puesto muy bien, pues alegra mucho, claro.
¿Qué obra le recomendaría al presidente del Gobierno?
¿Bárcenas, por ejemplo?
¿Le gusta España? Denos sus razones.
Me gusta mucho. Tenemos una diversidad muy rica y espero que no acabemos con ella. Está llena de gente voluntariosa, solidaria, resistente... Pero también tiene cosas que no me gustan tanto. Algunas mezquindades, paleteces, caspa... Nada original, por otro lado, porque en todas partes encuentras de esto último.
¿Cree que los españoles hemos extraído alguna enseñanza valiosa de estos tiempos críticos?
La gente normal creo que bastante hemos tenido con sufrirlos. Las enseñanzas deberían extraerlas otros.
Regálenos una idea para mejorar la situación cultural de nuestro país.
Que se quiera más a la cultura, que sepamos que es absolutamente necesaria. Nos hace pensar, nos hace más críticos y por tanto más libres.