Fernando Marías. Ilustración: Luis Parejo

Tras el éxito de La isla del padre, con la que obtuvo el año pasado el premio Biblioteca Breve, Fernando Marías (Bilbao, 1958) se ha embarcado en Versex, un proyecto teatral que lleva a escena relatos, poesía y sexo.

¿Qué libro tiene entre manos?

Modelos animales, de Aixa de la Cruz.



¿Ha abandonado algún libro por imposible?

Conversación en la catedral, de Mario Vargas Llosa.



¿Con qué escritor le gustaría tomarse un café mañana?

En este momento, con Stefan Zweig. Esa pregunta tendría distintas respuestas según los momentos.



¿Recuerda el primer libro que leyó en su vida?

Tengo noción de tres que, sobre mis quince años, me hicieron sentirme lector adulto. Por quién doblan las campanas, Lord Jim y, sobre todo y principal, Ficciones.



Cuéntenos alguna experiencia cultural que cambió su manera de ver la vida



Ver Grupo salvaje en un cine de verano cuando tenía 14 años. Decidí ahí dedicarme a contar historias.



¿Entiende, le emociona, el arte contemporáneo?

Casi nunca.



¿De qué artista le gustaría tener una obra en casa?

De Joaquín Pertierra, un artista que nos inventamos Javier Olivares y yo (el dibuja secretamente su obra, es una especie de Bruce Wayne-Batman). Me gusta la idea de tener un original de alguien que no existe. Y lo tengo.



¿Cómo nació Versex, proyecto con el que narradores y poetas han llevado a la escena poesía y sexo?

Es una propuesta que inventamos Raquel Lanseros y yo y produce Palmira Márquez & Dospassos. La idea es convocar a escritores para que escriban (y relaten sobre el escenario) poemas y relatos de sexo explícito. El resultado es en algunos casos fascinante. Los escritores contenemos sorpresas.



¿Piensan llevarlo de gira, o es un proyecto "interruptus"?

Por supuesto, regresamos el 12 de abril al teatro Alfil y desde ahí hasta el verano actuamos cada dos martes. Es muy divertido, es un proyecto con aristas y sombras.



¿Con que escritora clásica o actual tendría una aventura?

Clásica, con Mary Wollstonecraft; actual, con una desconocida: sería hermoso tener una aventura con una desconocida en una ciudad centroeuropea, y luego descubrir que es una novelista muy conocida en su país, aunque nunca traducida a nuestro idioma, lo que me impediría leerla, generando así una variante nueva del deseo.



¿Ha abandonado La isla del padre, con la que ganó en 2015 el premio Biblioteca Breve? ¿Ahora, como narrador, qué?

Curiosamente, La isla sigue su periplo. Es un libro que me ha dado muchas satisfacciones. Y ahora tengo en marcha dos ideas; una en la línea de La isla, pero mucho más oscura y trágica, una especie de autobiografía de ciertas oscuridades, y un proyecto en cierto sentido también autobiográfico que protagonizará Fernando Marías con 90 años, y revisará la historia de España entre 2025 y 2040.



¿Le importa la crítica? ¿Le sirve para algo?

Solo me interesan las críticas negativas razonadas desde el sentido común, las únicas a las que hay que escuchar.



¿Qué música escucha en casa? ¿Es de Ipod o de vinilo?

Lou Reed, al que amo con la misma intensidad con que lo ama el Gran Vilas. Ipod, spotify... El vinilo salió de mi vida hace décadas, lamentablemente.



¿Es usted de los que recelan del cine español?

¡No! Lo que ocurre es que hace demasiadas comedias, un género que (exceptuando el Gran Lebowski y Abierto hasta el amanecer) detesto. Pero cuando sale una película como La isla mínima mi emoción es honda y dura para siempre.



¿Qué libro debe leer el presidente del Gobierno?

Ulises, de James Joyce.



¿Le gusta España? Denos sus razones

Me gustaba mucho la España de mi juventud. Me gustaba el aire y las ciudades y la gente. Aunque ahora me pregunto si no sería en realidad mi juventud lo que me gustaba. Ahora todo es decepción. Odio con odio sincero a los criminales codiciosos que han destruido el país luminoso que podríamos haber sido. Somos una sociedad que carece de juventud inquieta. La juventud inquieta ha sido destruida casi en su totalidad por los criminales codiciosos. Una sociedad sin juventud inquieta no existe. España no existe.



Regálenos una idea para mejorar la situación cultural de nuestro país.

Negarnos todos a participar gratis en mesas redondas.