Image: Juan Pérez Floristán

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El Cultural

Juan Pérez Floristán

"Miserable será el país que olvide a sus creadores en una carrera de números"

17 mayo, 2016 02:00

Juan Pérez Floristán. Foto: David S. Bustamante

El pianista sevillano toca esta tarde en los Teatros del Canal, dentro del ciclo Grandes Intérpretes de la Fundación Scherzo.

Juan Pérez Floristán (Sevilla, 1993) ganó el pasado verano el Concurso Internacional de Piano de Santander Paloma O'Shea. Desplegó su fraseo fluido y su trazo firme para colocar su nombre en un palmarés donde no aparecía ningún español desde 1979, cuando venció Josep Colom. Ese hito le ha abierto de par en par las puertas de nuestros auditorios y teatros. Salido de la cantera prodigiosa de la Escuela Reina Sofía, hoy sigue apuntalando su formación en Berlín, aunque sus visitas a España son cada vez más frecuentes. Los programadores no dejan de reclamarle. Este martes le toca el Ciclo Jóvenes Intérpretes de la Fundación Scherzo. En su comparecencia en los Teatros del Canal desgranará An die ferne Geliebte de Beethoven-Listzt, Sonata n°18 de Beethoven y la Fantasía op. 17 de Schumann.

Pregunta.- Ganar en Santander fue un espaldarazo en su trayectoria pero ¿no le asusta tener éxito tan joven?
Respuesta.- Sin duda, es siempre un riesgo que se corre, y lo tengo presente a diario, incluso diría que más en mi vida personal que en mi carrera. La ambición profesional, conjugada con respeto y, sobre todo, realismo, es uno de los combustibles más eficientes para la mejora y autosuperación; pero confundir esto con la vida privada es un tremendísimo error. Una vez baja uno del escenario, todo premio y aplauso ha de quedarse atrás, en su sitio. Ese es uno de los mayores retos que el artista tiene en su día a día: diferenciar al personaje de la persona, y convertirse en una persona al menos tan interesante y enriquecida como el personaje.

P.- ¿Cómo ha cambiado su carrera ese hito?
R.- En la percepción que la gente a mi alrededor tiene de mí. Tengo que admitir que ahora, aunque sea temporalmente, gozo de una suerte tremenda, y es que ya no tengo que insistir hasta el agotamiento para convencer a público y programadores de mi valía. La predisposición con la que se me recibe ahora es mucho mejor. No tengo el temor a pasar desapercibido o no ser comprendido. Tener un sello de "control de calidad" como es un primer premio más el premio del público en un concurso como el de Santander es una suerte que agradezco y aprovecho lo mejor que puedo.

P.- Venció solo a las 'huestes' orientales. ¿Qué diferencias más remarcables aprecia entre esta oleada de músicos asiáticos y los formados en Europa y, en concreto, en España?
R.- Los músicos asiáticos (y hago esta generalización consciente de que chinos, japoneses y coreanos, por poner solo tres ejemplos, tienen caracteres y personalidades totalmente diferentes) tienen una tendencia evidente al dominio técnico y a la repetición mecánica. Y lo digo con conocimiento de causa, no solo por el concurso, sino por el entorno en que actualmente me estoy formando (Berlín), donde el porcentaje de pianistas asiáticos es del 60%, por encima de cualquier otra nacionalidad (¡incluida la alemana!). Uno se puede preguntar entonces dónde acaban tantos y tantos estudiantes asiáticos. Que de tan ingente cantidad salgan tan pocos músicos de interés real (y uno tenga siempre la sensación de que son la excepción y no la regla) significa, por lo menos, que algo funciona mal. No olvidemos también que hablamos de países en general que son actualmente potencias económicas mundiales (China, por ejemplo), y con dinero se consigue literalmente cualquier cosa: desde formar huestes de músicos patrios, hasta atraer solistas y profesores occidentales...

P.-¿Qué relación mantiene usted con eso que llaman el duende y que se les aparece, con especial insistencia, entre los artistas de su tierra?
R.- Hay que mencionar aquí dos cosas fundamentales: la primera es que no es una leyenda. Es cierto que España y, concretamente el sur, siempre ha sido cuna de talento artístico y, si se quiere, duende. Supongo que no hace falta que enumere la larguísima lista de artistas e intelectuales de todas las ramas que a lo largo de la historia España ha dado al mundo y que a día de hoy, con suerte, se menciona de pasada en algún libro de texto. Lo segundo que creo, sin embargo, es que el término "duende" o "arte" es un arma de doble filo. El propio Paco de Lucía decía que lo que el resto del mundo llamaba duende, él lo llamaba estudiar horas y horas diarias la guitarra. Quiero reivindicar que en mi tierra (concretamente Andalucía) no solo hay muchísimo duende, sino que también hay muchísimo trabajo. Vengo de una tierra de trabajadores incansables que también saben disfrutar de la vida; ¿acaso son incompatibles?

P.-¿Qué le falta a nuestro país para que un músico pueda sentir seguridad a fin de consolidar su vocación y hacerse profesional de la música?
R.- Le falta seguridad económica para el artista, buena planificación estructural, un sistema educativo digno y con sentido común, dignificar la profesión del artista (el artista no trabaja gratis, por mucho que se piense lo contrario: también tiene que hacer la compra y pagar el alquiler), educar en el amor y la consideración de la cultura, y cambiar de una vez por todas la mentalidad de que el arte es ocio, decoración, complemento y, en definitiva, algo prescindible. Miserable será aquel país que olvide a sus intelectuales y creadores y se lance a una pura carrera de números, cifras económicas, productividad y eficiencia. Y en cuanto a la cuestión musical y, en concreto, a la educación musical: primar la calidad de la enseñanza sobre la cantidad de los centros.

P.- En este sentido, ¿cuáles son las diferencias más sustanciales que encuentra con Alemania, que es donde se está formando actualmente?
R.- En Alemania, en general, sus habitantes tienen muy presente que poseen una herencia cultural y musical inmejorable, se sienten orgullosos de sus artistas e invierten dinero en ellos. No piensan que esto sea tirar el dinero. El sistema de conservatorios, aunque con fallas bien grandes, le da mil vueltas al español en cuanto a currículum académico y libertad de elección de profesorado (la famosa libertad de cátedra que tanto bien le haría a los conservatorios superiores españoles).

P.-¿Hay alguna anécdota que ilustre bien este contraste, que haya vivido en primera persona?
R.- Básicamente lo que he mencionado arriba: se me ha permitido organizar mis estudios a mi manera (hasta el punto de cogerme asignaturas que no me correspondían para ahorrar tiempo en los siguientes cursos), nunca he estado tan ocupado como para no tener el tiempo mínimo razonable para estudiar mi instrumento, he tenido acceso a asignaturas mucho más interesantes y de formación artística global, me he beneficiado de todas las ventajas de ser estudiante en Alemania (entre ellas tener transporte gratuito en la totalidad de Berlín con absolutamente todos los medios de transporte público existentes por el mero hecho de ser estudiante), etc. No olvidemos, aun así, que este es mi punto de vista personal. La experiencia de otros músicos puede ser radicalmente diferente a la mía...

P.-¿Se siente parte de una generación de músicos españoles? ¿Qué rasgos le uniría a ellos?
R.- Diría que sí. Pertenecemos a una generación que está dando un salto cualitativo importante y que probablemente está recibiendo una formación más diversa y cosmopolita que nunca. Me encanta ver que tantos músicos españoles jóvenes triunfen allá donde van.

P.-¿Qué otros músicos españoles de su generación le gustan especialmente?
R.- Tengo que empezar por Fernando Arias, Miguel Colom y Pablo Barragán, a los que además me une una relación profesional y personal inigualable; siempre que toco con ellos me siento afortunado y aprendo muchísimo. Pablo Ferrández, Lucas Macías... Y bueno, Javier Perianes es evidentemente otro nivel (¡y supongo que otra generación!).

P.- ¿Se formó en la Escuela Reina Sofía? ¿Qué importancia tiene esta institución, que ahora cumple 25 años, en la formación musical en España?
R.- El mayor mérito de la Escuela ha sido precisamente formar a gran parte de esta nueva generación de la que hablamos y, a la vez, crear una conciencia común y colectiva que une a todos estos músicos desperdigados por el mundo. Ha traído a España una enseñanza de calidad exquisita, unas instalaciones y unos medios envidiables, un ambiente ideal para el estudiante que quiera tener unos años de intenso trabajo y mejora, un trato personal y personalizado, un plantel de profesores inmejorable... En definitiva: el panorama musical español sería totalmente diferente al actual si hace 25 años la Escuela no hubiera nacido gracias a la ilusión e inteligencia de alguien como doña Paloma O'Shea.