Image: Javier Montes

Image: Javier Montes

El Cultural

Javier Montes

"Río de Janeiro proyecta una imagen cercana al ideal del paraíso en la Tierra"

23 mayo, 2016 02:00

Javier Montes. Foto: Diego Burbano

El escritor publica Varados en Río, una ficción basada en hechos reales que entreteje la voz del propio escritor con la de Rosa Chacel, Manuel Puig, Elisabeth Bishop y Stefan Zweig para adentrarse en los pormenores del exilio

Javier Montes (Madrid, 1976) acaba de publicar en Anagrama una nueva novela, Varados en Río, la cuarta en su cuenta tras Los penúltimos, Segunda parte y La vida de hotel (sin olvidar el ensayo La ceremonia del porno, escrito a cuatro manos junto a Andrés Barba). En este nuevo libro, Montes trata de adentrarse en las particularidades del exilio entretejiendo su propia experiencia en Río de Janeiro, donde vivió en varias épocas, con la de cuatro escritores que vivieron en la ciudad brasileña: Manuel Puig, Rosa Chacel, Elisabeth Bishop y Stefan Zweig. Siguiendo sus huellas como un detective de novela negra, Montes, versátil, recurre a distintos géneros para estudiar las formas en las que el exilio puede cambiarnos.

Pregunta.- ¿Cómo fue su primera vez en Río de Janeiro?
Respuesta.- Llegué allí de carambola. Una historia de amor me había llevado al norte de Brasil y cuando se acabó pensé en irme a Río, a ver si me cambiaba el humor. Estábamos en Navidades y no me apetecía volver a Madrid con una ruptura sentimental de por medio. Como la vida normalmente no sigue el curso que uno ha previsto, al igual que le pasó a Elisabeth Bishop, acabé allí más tiempo del esperado, casi dos años.

P.- ¿Cuál fue su primera impresión de la ciudad?
R.- Río es una ciudad muy complicada y la primera impresión del viajero se construye en realidad con muchas impresiones distintas, que van de lo mejor a lo peor. Por un lado Río proyecta una imagen cercana al ideal del paraíso en la tierra, en gran medida por el paisaje: la selva, el mar, la luz, la arquitectura... y este ideal se completa con el trato de la gente y la música. Pero, a la vez, ya desde el aeropuerto, percibes la miseria, la sobrepoblación en las favelas, la desigualdad, la violencia... Esta contradicción engancha, no en vano la belleza y la felicidad siempre tienen su lado triste, como en La chica de Ipanema.

P.- Después de vivir allí en varias épocas de su vida, ¿cambió su opinión sobre la ciudad?
R.- Hay flechazos con personas, pero también los hay con lugares. Yo lo tuve con Río, que no es algo que experimentan todas las personas. Pero al cabo de los años el flechazo pasó a ser cotidianidad, después desencanto, desenamoramiento... Cuando uno se integra tanto en el lugar, o integra tanto el lugar en sí mismo, al final la relación está más allá del amor y el odio, es una especie de relación conyugal.

P.- ¿Por qué se decidió entonces a escribir este libro?
R.- Entre otras cosas, para resolver esa contradicción. Sin embargo, no quería tanto escribir un libro sobre Río, o sobre los cuatro escritores que aparecen en él, como explorar la sensación de estar fuera de tu territorio, de eso que llamamos casa. Al estar exiliado, voluntaria o involuntariamente, tienes que construir un hogar al tiempo que añoras el que has dejado. Esto es fácil de rastrear en estos escritores porque dejaban tras de sí ciertas huellas como diarios o cartas. Y esa era la idea, escribir sobre la percepción que uno tiene cuando llega a un lugar nuevo y se ve obligado a observar las cosas desde cero, sin rutinas ni amigos ni complicidades que te sirvan de colchón.

P.- ¿Río de Janeiro, por sus características, hace este exilio más llevadero?
R.- Al contrario, yo diría que lo complica. Por nuestra cultura judeocristiana, y en general por nuestra actitud, estamos acostumbrados a suspirar por el paraíso, por la tierra prometida, y a sentirnos desterrados en el famoso valle de lágrimas. Pero, ¿qué pasa cuando tu exilio te lleva a un lugar que se supone que es la tierra prometida? Podemos aguantar la vida en el valle de lágrimas porque nos han educado para ello pero otra cosa es estar desterrado en el paraíso, en el lugar que en el que todo el mundo querría acabar. Puede ser que no sea exactamente lo que querrías o no sabes verlo o es el propio lugar el que no te ve a ti... El destierro en un gulag de Siberia consiste en sobrevivir pero en un lugar hermoso también es difícil. A Stefan Zweig no le bastó y acabó suicidándose.

P.- Pero Zweig tenía el problema de que el lugar al que querría volver, la Viena cosmopolita y culta de antes de la guerra, ya no existía...
R.- Sí, pero es lo que les pasa un poco a todos. Y es una tragedia que está en consonancia con la crisis de refugiados actual. Es muy duro no poder volver a tu casa porque ha desaparecido. También le ocurre a Rosa Chacel, ya que la España de la República había desaparecido para siempre. Al final el exilio no solo es físico o geográfico sino también temporal y moral.

P.- ¿Por qué eligió a Chacel, Puig, Bishop y Zweig?
R.- No hubo tantos escritores exiliados en Río. Es una ciudad con una tradición literaria muy interesante, abanderada por Clarice Lispector o Mario Andrade, y por ejemplo, en el siglo XIX, estuvo allí Juan Valera como diplomático, pero no tenía gran tradición de escritores exiliados. Me interesaban los cuatro porque sus historias y peripecias son propias de personajes de ficción. El libro trata material basado en hechos reales con estrategias de ficción y en este sentido todos ellos daban mucho juego. Además daban una visión interesante de toda la segunda mitad del siglo XX en Brasil, un período fascinante. Brasil experimentó una modernidad inigualable desde los años 40 hasta el golpe militar y estos escritores cubrieron ese arco. Pero el motivo principal que me llevó a recurrir a ellos es que son muy buenos personajes.

P.- El rastreo de estos autores otorga al libro por momentos un cariz de novela policíaca. ¿Es algo que pretendía conseguir?
P.- Sí. Este libro era un material nuevo para mí. Hasta ahora había publicado ensayo y ficción pura y dura, aunque siempre tenga ésta algo de realidad. Aquí la intención era contar la realidad con estrategias de la ficción. A lo largo del libro encontramos novela de fantasmas, crónica de viajes, relato de detectives… Rastrear las huellas de los escritores se convirtió en un trabajo detectivesco. Yo lo disfruté así, lo viví así y así es como me gustaría que lo viviera el lector.

P.- ¿Cuándo pensó que tenía que incluirse personalmente en el libro?
R.- El libro surge de mi necesidad personal de expresar una modalidad de exilio, de procesar una experiencia que creo que puede ser universal. Pero no era tan interesante hablar de mí como hacerlo de esas personas que habían vivido esto antes que yo. Por tanto, el trabajo consistió en entretejer mi experiencia personal con la de estos cuatro escritores, que de alguna manera le hacían eco, la reproducían, la prefiguraban... Mi objetivo era integrarme en un coro de voces y que el libro fuera coral en ese sentido.

@JavierYusteTosi