¿Qué libro tiene entre manos?
El último de Hal Foster, Bad New Days: Art, Criticism, Emergency. Además, Letra Aberta, obra póstuma de uno de los más grandes poetas portugueses, Herberto Helder, y estoy terminando mi recorrido por las obras de Manuel Vázquez Montalbán con Pepe Carvalho; he llegado a Milenio y ya siento la soledad del lector que ha visto desaparecer a uno de sus autores…
¿Qué libro abandonó por imposible?
Finnegans Wake, de James Joyce, pero quiero recuperarlo.
¿Con qué escritor le gustaría tomar un café mañana?
Con uno de los que más admiro y que he leído después de mi llegada a España: Rafael Sánchez Ferlosio.
¿Recuerda el primer libro que leyó en su vida?
Creo que fue una antología de los cuentos de Andersen…
Cuéntenos la experiencia cultural que cambió su manera de ver la vida.
Descubrir a John Cage y a Merce Cunningham en el gimnasio de una escuela secundaria en Oporto a finales de los 70, cuando yo era un adolescente; fue para mí una alegría. Era un milagro tenerlos ahí mientras yo descubría dos cosas muy importantes que después he encontrado expresado de una manera formidable en Robert Filliou: que el arte es aquello que nos enseña que la vida es más interesante que el arte…
¿Y nos revela su peor experiencia en el mundo del arte?
Mis peores experiencias son siempre los momentos en los que el arte es sólo un alivio para la expresión de la riqueza económica, de una forma de poder y de su vanidad.
¿Cuál ha sido la última exposición que ha visitado? Ejerza por favor de crítico, en dos o tres líneas.
El Bosco, en el Museo del Prado. Una exposición fantástica por la narrativa de la muestra, la investigación que revela y el conjunto extraordinario de obras que reúne.
¿Quién manda en el mundo del arte?
Me gustaría decir que nadie, pero no es así. Hoy el mercado es la instancia dominante en lo que se llama el mundo del arte, pero este mundo se aleja tanto del arte como el poder político se aleja de la vida de las personas...
¿Debe el arte dar respuesta a los problemas de la sociedad?
No me gusta el uso del verbo “deber” cuando hablamos de arte… Lo mismo ocurre con las obras con intencionalidad social o política; aquello que las caracteriza como obras de arte no es su intencionalidad; el arte no da respuestas, pero añade nuevas cuestiones en las que no pensábamos antes.
¿La clave para que una exposición funcione?
No hay una clave única, pero una buena exposición es siempre el resultado de reunir un conjunto de obras de arte y presentarlas de modo que las relaciones entre ellas y con el espacio constituyan una liberación de todas las certidumbres y estereotipos que condicionaban el visitante. Una exposición que funciona es siempre una invitación a un viaje, jamás una tarjeta postal de los viajes ya conocidos.
¿Está el comisario sobrevalorado?
Sí, siempre que se espera del comisariado la última moda, el espectáculo, la relevancia de unas pocas ideas, postergando la interpretación de la obra de arte e incentivando la pereza del espectador.
¿Sobre qué aspecto del arte pondría el grito en el cielo?
La ganancia de unos y las certidumbres de otros. Las obras de arte hechas para gustos ya establecidos y todo lo que corresponda a la repetición de lo que ya se conoce.
¿Cuántas veces va al teatro al año?
Mucho menos de lo que desearía. Si las cuento, creo que llegaré a una decena.
¿Qué música está escuchando?
Soy muy ecléctico: Silvia Pérez Cruz, Christina Rosenvinge, el Niño de Elche, Car Seat Headrest, Thelonious Monk, Grieg y Luciano Berio…
¿Es usted de los que recela del cine español?
Nooo!!! Víctor Erice es uno de mis mayores héroes!
¿Cuál es la película que más veces ha visto?
Quizá Cuentos de Tokyo, de Yasujiro Ozu; Douro o Flaina Fluvial de Manoel de Oliveira.
¿Qué libro debe leer el presidente del Gobierno?
Todos los presidentes de Gobierno deberían leer una obra maestra como El Hombre sin atributos, de Robert Musil.
¿Le gusta España? Denos sus razones.
Sí, me gusta España, sobre todo esa manera fantástica de compartir la vida y de construir comunidad en los momentos más simples y cotidianos; esa manera de reinventar el espacio público en las calles, plazas, bares y restaurantes. Me gusta la confluencia de gentes y culturas; me gusta el paisaje de los desiertos españoles y de sus oasis en el litoral; me gustan las diferentes lenguas y el mosaico de identidades; me gusta la variedad en el arte, en la literatura, en el cine y en la música. Siempre habité una España muy mía desde que empecé a leer a sus escritores y a descubrir sus pintores en mi juventud hasta llegar a disfrutar ahora de la ocasión de vivir y de trabajar en este país.
Regálenos una idea para mejorar la situación cultural.
¿Por qué no ofrecer espacios de trabajo a los jóvenes artistas en las ciudades de España y construir buenos programas de residencias artísticas temporales para artistas extranjeros?