Jugar con los nietos, para todo abuelo, es una actividad muy tentadora pero también muy arriesgada. La ilusión momentánea de rejuvenecimiento puede acabar en desastre. Es lo que le sucedió a Cristóbal Halffter (Madrid, 1930), que a finales de 2014 se fracturó la pelvis. La prescripción médica fue inapelable: quietud absoluta. Tenía que reposar en una posición que le impedía escribir música. Al confirmar esa imposibilidad, le entró un agobio cuasiontológico. Llevaba casi siete décadas seguidas componiendo, desde que a mediados de los 50 introdujo en España las corrientes de vanguardia que impulsaron músicos como Stravinski, Bartok, Shönberg y, más tarde, sus coetáneos Stockhausen, Boulez, Berio...
Sin renunciar, eso sí, a configurar su propio discurso estético. Sus más allegados le aconsejaron entonces que narrara cómo lo había ido forjando, porque para escribir palabras se apañaba perfectamente gracias a un tablero. Siguió el consejo hasta que las cuartillas que acumuló le dieron para un libro, Una vida para la música (Almuzara), algo más de 200 páginas donde alterna los pasajes ensayísticos con el anecdotario biográfico. Superado el trance, Halffter ha vuelto al papel pautado. Este miércoles podremos escuchar en el Palacio Real su última pieza, el Cuarteto n°9, un homenaje cervantino encargado por Patrimonio Nacional. Lo interpretará el Cuarteto Quiroga con los Stradivarius Palatinos en la temporada musical de esta institución.
Pregunta.- ¿Hasta qué punto considera Una vida para la música sus memorias?
Respuesta.- He tratado que mi escrito no fuera sólo una narración de episodios y anécdotas de una vida y para ello le he dado mayor importancia a comentarios sobre técnicas creativas, descripción de obras o procesos de creación de partituras que en el género de 'memorias' no son habituales.
P.- Describe la música como una "comunicación que supera toda verdad y toda filosofía". ¿Por qué sitúa a la música por encima de la verdad?
R.- La frase -sentencia mejor dicho- no es mía y bien que lo siento. La utiliza Hegel en sus Lecciones de estética y estoy totalmente de acuerdo con ella. El hecho de que la música sea abstracta y no represente nada en concreto tiene el poder de absorberlo todo y de moverse en una esfera de la total abstracción a la que la filosofía ni llega ni tiene intención de llegar.
"El éxito inmediato es muy halagador, pero peligroso pues puede frenar el proceso evolutivo"
P.- Recuerda como el origen de su carrera estuvo marcado por una oscilación brusca entre el éxito y el fracaso. ¿Qué huella dejaron esos bandazos en su actitud estética posterior?
R.- Al principio de mi ya larga carrera, cada obra era un mundo de experiencias que se iban descubriendo en el momento de escribirla, de hacer el primer ensayo, de oírla en público y ver las reacciones que provocaba. Y esto era la base para emprender la siguiente aventura. El éxito inmediato es muy halagador, pero peligroso pues puede frenar el proceso evolutivo que se ha puesto en marcha individualmente y que no debe de parar nunca. El éxito en madurez es diferente pues nadie valora con mayor exactitud una obra que el propio autor. Entre éxito y fracaso se vive una vida creativa de fuertes contrastes pero mucho más rica que de indiferencia en indiferencia.
Una vida de azares
P.- Explica en el libro la presencia recurrente del azar y la aleatoridad ("controlada") en sus partituras. ¿De dónde cree que viene esa querencia?
R.- Creo en la existencia del azar como algo que forma parte de la vida misma. Piense en un momento la cantidad de 'azares' que se han manifestado en los últimos diez años, por ejemplo, para que estemos viviendo en este momento unidos redactando preguntas y respuestas para una entrevista de prensa.
P.- Dice que un 'La' emitido por un violín tocado en vivo no tiene nada que ver con uno emitido por un sintetizador. ¿Por qué está entonces tan apegada la sociedad actual a la frialdad de la música electrónica?
R.- No tiene nada que ver desde el punto de vista musical aunque desde el físico podían tener importantes semejanzas. La diferencia existe porque al tocar una 'La' grave sobre un violín una persona que sabe tocar y tiene técnica suficiente, ese 'La' estará bien afinado, le pondrá algo de vibrado, quizá haga un pequeño crescendo y luego un diminuendo y para ello hace falta años de estudio y vocación.
"El instrumento electrónico no tiene un contacto con otra materia que pueda transformar su ser si no es a base de manejar más aparataje mecánico"
>>Para hacer sonar ese mismo 'La' con un instrumento electrónico solamente es necesario apretar un botón y saldrá igualmente afinado pero con absoluta frialdad y sin la más mínima intención de comunicar nada. El violín son unas maderas sabiamente superpuestas, unas cuerdas especiales y otras materias más pero materias al fin. Y esas materias se transformarán en las manos del violinista en belleza y comunicación. El instrumento electrónico en que todo está también compuesto por materias no tiene un contacto con otra materia que pueda transformar su ser si no es a base de manejar más aparataje mecánico que hace cambiar el 'La' en más fuerte o más piano pero nunca en la comunicación que es capaz de despertar el 'La' de las manos del violinista.
>>Multiplique ahora esto por cien y tendremos una orquesta en que cada instrumentista está haciendo lo que el 'La' de nuestro ejemplo y contrastémoslo con tantos instrumentos electrónicos como queramos cuyo principio sonoro seguirá el ejemplo del instrumento electrónico del que nos hemos servido. Tendremos un concierto que creará belleza y comunicación en contra de uno que serán las mismas notas pero con la más absoluta apatía que produce la materia inerte.
La música en el tiempo
P.- Afirma que España es un país que vive al margen de la cultura, sobre todo la musical. ¿A qué se debe ese desprecio a la música? ¿Sólo a la ignorancia?
R.- Sería largo de explicar y desde luego la ignorancia no es suficiente para explicar la marginación en que vive la música en España. Podríamos empezar por decir que la música es un arte muy complejo por ser abstracto y al mismo tiempo quizá el arte más caro por tener que utilizar elementos en vivo, como son los músicos, a los que no sólo hay que abonar su trabajo si no que previamente hay que educar.
En el mundo del arte la música no puede ser como un objeto, un cuadro, una escultura que el comprador puede lucir en su casa o el Estado puede colocar en una plaza. La música está en el tiempo y ahí es el único sitio donde puede subsistir. Tampoco la partitura está valorada en España como puede estarlo el libro ya que si no se interpreta su contenido carece de valor. Para que la música ocupe el lugar que merece en nuestra sociedad tiene que existir una educación desde la escuela, pasando por el colegio y la universidad dirigida a ese fin que todavía falta estructurar debidamente. Pero yo soy optimista porque al menos el problema empieza a plantearse en las verdaderas vías para encontrar la solución que merece.
P.- Dentro de la música culta es precisamente la contemporánea la que lo tiene más difícil para hacerse un hueco en las programaciones. ¿Por qué las composiciones del siglo XX (y XXI) han calado tan poco en el público en contraste con las de otros periodos precedentes?
R.- También aquí falta mucho por hacer pero creo que si se plantea la forma de entrar la música en la sociedad española como decía, seria y eficazmente, este alejamiento de la música culta del público con las obras de su tiempo se resolverá por sí mismo.
"La música no puede ser como un objeto, un cuadro, una escultura. La música está en el tiempo y ahí es el único sitio donde puede subsistir"
P.- Hay también iniciativas esperanzadoras. La Fundación Juan March 'presume' de incluir en la programación de su nueva temporada obras 40 compositores españoles vivos. ¿Qué le parece ese dato?
R.- La Fundación Juan March siempre ha venido haciendo una espléndida labor en favor de cualquier línea de favorecer la cultura y este programa que ha puesto en marcha cumple perfectamente con la tradición.
P.- El próximo jueves (29) el Cuarteto Quiroga estrena su Cuarteto núm. In memoriam Miguel de Cervantes. ¿Qué se ha propuesto con este trabajo?
R.- Patrimonio Nacional me encargó en el mes de noviembre pasado un cuarteto de cuerda para unirse a las celebraciones del IV Centenario de la muerte de Cervantes. Y este encargo estaba pleno de atractivos, como son que el estreno se haría en el Palacio Real por el joven y excelente Cuarteto Quiroga tocando los cuatro Stradivarius propiedad de Patrimonio en el Salón de Columnas. Creo que no hay encargo que tenga tal cantidad de alicientes, por lo que me he propuesto al escribir mi partitura utilizar mi "mejor yo". Siempre lo he hecho pero en esta ocasión hay toda una serie motivaciones que juntas se dan muy pocas veces. Mi Cuarteto n° 9 es la última obra terminada que se estrena y afortunadamente ya puedo decir que hay otras páginas sobre mi mesa conformando una nueva producción para dentro de dos años.
Entre Don Miguel y Don Quijote
P.- Cervantes le ha dado mucho juego en su labor compositiva. ¿Cómo describiría su vinculación con el autor de El Quijote?
R.- Cuando escribí mi ópera Don Quijote entré más en contacto con la vida y la obra de Cervantes a como lo había hecho anteriormente y de tal forma me identifiqué con él que puedo decir que algunas veces me acompaña en mis reflexiones el bueno de Don Miguel y otras Don Quijote. Los dos juntos pocas veces. En la ópera tienen un largo diálogo que podría servir de modelo para algunos de los problemas que estamos viviendo actualmente.
P.- Me consta que es usted es un gran lector. Supongo que este periodo de convalecencia forzada lo habrá aprovechado también para la lectura. ¿Puede decirnos algún libro que le haya resultado especialmente inspirador últimamente?
R.- He encontrado muchas explicaciones al mundo en que vivimos en un libro de Steven Weinberg, que fue premio Nobel de Fïsica y que titula Explicar el mundo. Y lo mismo me ocurre con un libro de Enrique García Álvarez que titula Memorias de Eutopía, donde un ingeniero nos explica las dificultades que diariamente tenemos en nuestro entorno. Para desengrasar de vez en cuando vuelvo a la Introducción a la metafísica de Martin Heidegger.
"Si alguien me lo pide volveremos a intentarlo, pero reconozco que hacer una ópera hoy tiene mucho de insensatez"
P.- Decía que componer ópera es una insensatez. ¿Ha renunciado a reincidir en ella?
R.- Yo no he renunciado a nada por ahora en lo que respecta a hacer música. Escribir una ópera son por lo menos dos o tres años de intenso trabajo y estoy dispuesto a emprenderlo si hay un teatro o una institución que me lo pida. Tengo tres óperas y conozco la experiencia de lo que supone desde el primer compás hasta el último, donde tienes que hacer que Don Quijote esté justificado que cante, donde Lázaro, Marta y María deben expresarse cantando el problema vital que se les plantea y en el que el Doctor Berger preso por los nazis en Viena encuentra en el ajedrez la solución de su soledad. Insisto, si alguien me lo pide volveremos a intentarlo y reconozco que verdaderamente hacer una ópera hoy tiene mucho de insensatez.
P.- Sigue desde su 'retiro berciano' la gresca política de cada día. ¿Qué opinión le merece que caminemos, parece que sin remedio, hacia unas terceras elecciones?
R.- Desde mi centro y entorno de Villafranca observo que hay demasiadas personas y grupos con ansias de hacer ver que cada uno tiene la verdad y la razón de su parte y trata de convencer de ello a los demás. Ir a otras elecciones pienso que es perder un tiempo precioso. Ahora bien, ¿hay otra solución?