Image: Ben Lerner: Hay quien cree que un poeta es un anacronismo

Image: Ben Lerner: "Hay quien cree que un poeta es un anacronismo"

El Cultural

Ben Lerner: "Hay quien cree que un poeta es un anacronismo"

19 abril, 2017 02:00

NURIA AZANCOTuser-72

Ben Lerner

Poeta, novelista y crítico literario, Ben Lerner (Topeka, Kansas, 1974) vivió todo un año en Madrid, el 2003, gracias a una beca Fulbright. Mientras escribía aquí su segundo libro de poesía, Angle of Yaw, intentó aprender español y se empapó de la ciudad y sus gentes, así que tras los atentados del 11M le rindió homenaje, debutando como novelista con la mutipremiada Saliendo de la estación de Atocha. Ahora acaba de publicar un polémico ensayo, El odio a la poesía (Alpha Decay), sobre lo que el desprecio a la poesía refleja de la sociedad contemporánea.

El origen de El odio a la poesía es un poema de Marianne Moore que Lerner memorizó para su clase de Literatura inglesa de noveno: mientras sus compañeros se esforzaban en aprender versos de Shakespeare, Lerner buscó el poema más corto posible, así que una bibliotecaria amiga le recomendó Poesía, de M. Moore, que sólo tiene 31 palabras en tres líneas: “A mí también me desagrada./ Al leerla, sin embargo, con el más completo desdén hacia ella,/ uno descubre que, a fin de cuentas, en ella hay un espacio para lo genuino”. Lo que empezó como un juego se convirtió pronto en una obsesión que le ha perseguido todo este tiempo.

Pregunta.- ¿Qué es El odio la poesía para usted, un mantra, una confesión, una declaración de intenciones, un intento de asombrar, una provocación?
Respuesta.- Amo la poesía. Pero me intriga saber por qué es un arte denunciado, maltratado pero también adorado de manera cíclica por los lectores. ¿Por qué a ciertas personas les encanta odiarla? ¿Por qué, desde la antigüedad, la gente ha estado desterrando o reprimiendo a los poetas o anhelando nostálgicamente a sus predecesores, supuestamente más exitosos?

"Amo la poesía, pero me intriga saber por qué es un arte denunciado, maltratado pero también adorado. ¿Por qué a ciertas personas les encanta odiarla?"

P.- ¿Y tiene ya una respuesta? De verdad cree que la gente siente aversión por la poesía o, como usted mismo escribe, “completo desdén”?
R.- La gente tiene toda clase de sentimientos hacia toda clase de poesía. No me interesa hacer afirmaciones universales, pero sugeriría que la gente confesase formas concretas de vergüenza y desprecio hacia la poesía, porque mi libro trata de eso, de esas variedades de desprecio y de lo que revelan acerca de una cultura.

P.-Sin duda, pero ¿cuáles serían las razones de ese odio irracional, de dónde surge?
R.- Una respuesta podría ser que a menudo usamos la palabra “poesía” para referirnos a un conjunto de demandas imposibles: tal vez queramos que los poetas escriban poemas que sean completamente individuales y universales al mismo tiempo. O que escriban versos que puedan influir directa y poderosamente en la historia. Pero los poemas reales no siempre están a la altura de estas demandas, inspirando decepción o algo peor. Esta sería sólo una de las posibles razones.

P.- ¿Recuerda algún momento en el que ser poeta le haya hecho sentirse “avergonzado y acusado” al mismo tiempo?
R.- Desde luego. Recuerdo haber cometido el error de confesarle hace muchos años a la madre de mi suegra, una mujer formidable, que yo era poeta. Fue como confesarle: "Soy un niño irresponsable sin habilidades prácticas que nunca alcanzará la estabilidad mental o financiera necesaria para vivir en sociedad". También hay una manera interesante en la que decir que eres poeta puede suponer una especie de insulto para otra persona. Es como decir "soy más sensible que tú", o "estoy más en contacto con los poderes creativos primordiales que tú", o lo que sea. La gente a veces responde como si fueras un anacronismo, otras como si fueses un idiota pretencioso, y a veces como si fueras un enfermo mental. Claro que también que puedes ser todas esas cosas al mismo tiempo.

P.- Su última colección de poemas se titula No Art. Parece un aviso, como una señal para prevenir al lector...
R.- El título de esa colección concreta cambia de significado al leerla. Tiene razón en que al principio parece negativo, pero la negatividad es importante para mí. Sí, es importante para mí que el lenguaje tenga una función crítica, sobre todo si recordamos el modo horrible en que el lenguaje se despliega frente a nuestro actual clima político. Sin embargo, el poema No Art, el último de la obra, a la que además da el título, es una expresión de amor y esperanza hacia la poesía ante las “artes” más oscuras del poder político y militar...

"Creo que la poesía está viva y bien, diversa y vital. Leo a Geoffrey G. O'Brien, Juliana Spahr, Consola de Cyrus, Monica de la Torre... la lista podría ser infinita"

P.- ¿Realmente cree que los poetas de vanguardia odian la poesía porque no es una fuerza revolucionaria?
R.- Muchos de ellos la odian, claro. El concepto "Vanguardia" ha significado muchas cosas en muchas épocas y circunstancias. Pero no hay duda de que los futuristas pensaban eso, que no era suficientemente revolucionaria.

P.- Sí, pero ¿qué significa ser revolucionario, (en poesía, por supuesto)?
R.- No lo sé. Creo que la poesía es un espacio para imaginar alternativas a nuestro statu quo asesino, para descubrir nuevas cualidades de pensamientos y sentimientos, pero no pretendo que pueda producir mundos alternativos que puedan hacerlos posible. Sin embargo, no puedo imaginarme viviendo en un mundo en el que entreguemos el lenguaje enteramente a los Trumps.

P.- ¿Quiénes son hoy sus poetas favoritos? ¿Cree que pueden trascender el tiempo, como hacen aquellos clásicos a los que admira?
R.- Creo que la poesía está viva y bien, diversa y vital. Leo a Geoffrey G. O'Brien, Juliana Spahr, Fred Moten, Rosmarie Waldrop, Consola de Cyrus, Monica de la Torre... la lista podría ser infinita. La verdad es que no sé si si alguno de estos poetas ha sido traducido al español. Tampoco pretendo saber qué va a trascender el tiempo o si, tal como van las cosas, algo lo hará. Creo que estos poetas sugieren formas de valorar y medir el tiempo que son importantes.

P.- ¿Conoce la poesía española actual?
R.- Me temo que casi toda la poesía en español que conozco procede de México y de América Latina. Por ejemplo, actualmente estoy leyendo el nuevo libro de la mexicana Pura López-Colomé. De España leo sobre todo a sus novelistas, pero cuando viví en Madrid leí mucho a José Ángel Valente.

P.- ¿Y a los más jóvenes?
R.- Hace poco leí un poema de Luna Miguel que me gustó. Cuando estuve en España, hace ya tanto tiempo, estudié español en una escuela en la que el poeta Jorge de Arco daba clases y tuvimos muchas conversaciones interesantes sobre poesía, a pesar de que mi español era bastante malo. (Me pregunto si alguna vez dije algo coherente). Fue muy paciente conmigo. Me gustaría saber más sobre la poesía española contemporánea. Ciertamente, los poetas españoles me resultaron cruciales mientras estaba escribiendo, pero confieso mi ignorancia sobre su poesía más actual.

P.- ¿Qué piensa de la poesía en las redes?
R.- Podría responder y esquivar esa pregunta tan amplia diciendo que lo que me más gusta de Internet y la digitalización de libros es cómo me aclaró lo que me gusta de la página y del objeto encuadernado. La rareza del libro también sirve para redoblar nuestra atención a sus potencialidades exclusivas: Cómo el poeta se ve obligado a negociar márgenes fijos y saltos de página y espacio en blanco; Cómo la relativa finalidad de la impresión sobre un código siempre cambiante hace que la actuación poética más audaz resulte aún más audaz; Que hay una dignidad en la materialidad de la página que difiere de una pantalla que momentos atrás podría haber mostrado correo electrónico o titulares o porno. Cuanto más rara sea la experiencia offline, más poderosa se vuelve.

@nmazancot