Alberto Campo Baeza. Ilustración: Ulises
¿Qué libro tiene entre manos?
Correo Literario o cómo llegar a ser escritor de Wislawa Szymborska. Maravillosa. Mi librera, que también es polaca y que sabe de mi devoción por la Szymborska, me lo había recomendado.
¿Ha abandonado algún libro por imposible?
Solenoide de Mircea Cartarescu. Tras haber leído compulsivamente El ojo castaño de nuestro amor, que es magnífico, compré el dichoso Solenoide donde nuestro rumano se alarga y se alarga y no pude seguir.
¿Con qué personaje le gustaría tomarse un café mañana?
Con T.S. Eliot. Un tipo fuera de serie, como poeta y como ensayista. Y nos acompañaría Octavio Paz, con su transparencia y claridad meridianas.
¿Recuerda el primer libro que leyó?
Puede parecer pedante, pero fue El mercader de Venecia. Mi madre me había comprado el Teatro de los Niños de Seix Barral, un teatrillo de cartón con escena y telares. Y la primera obra que representé fue aquel Shakespeare.
¿Cómo le gusta leer, cuáles son sus hábitos de lectura: es de papel, de tableta, lee por la mañana, por la noche…?
Las lágrimas caen mejor sobre el papel que sobre una tablet. Tengo la mala costumbre de subrayar y anotar en los márgenes. Leo por la noche, antes de acostarme, y a veces me quedo dormido sobre el libro.
Cuéntenos alguna experiencia cultural que cambió su manera de ver la vida.
Escuchar de pequeño, al maestro Cubiles interpretando al piano Noche en los Jardines de España, de Falla. Aquella música me fascinó.
Arquitecto, académico de Bellas Artes, catedrático..., ¿de qué se siente más orgulloso?
De los tres. Ser arquitecto, la labor más hermosa del mundo, me da la satisfacción de crear. Ser catedrático, me da libertad y el disfrute de enseñar, donde aprendo más que enseño. Ser académico me hace encontrarme con una gente maravillosa, todos mejores que yo.
Acaba de recoger el Premio Piranesi de la Accademia Adrianea de Roma, que se suma a una larga lista de reconocimientos, ¿qué gusta tanto de su arquitectura?
Creo que la claridad. Aquella claridad que Ortega exigía como cortesía a los filósofos. En mi caso es sencillez, sobriedad y racionalidad. Y mucho trabajo.
¿La arquitectura megalómana ha hecho mucho daño?
Esta sociedad es tan ignorante que piensa que estos artefactos estrambóticos son la nueva arquitectura, y se arrodilla ante ellos como si de una nueva religión se tratara.
¿Le Corbusier o Sáenz de Oíza?
Le Corbusier y Sáenz de Oíza. Mies Van der Rohe y Alejandro de la Sota. Alvar Aalto y Miguel Fisac. Louis Kahn y Javier Carvajal. Dudok y Cano Lasso.
¿Cuál es el reto de la arquitectura hoy?
Seguir buscando denodadamente la belleza. Y encontrarla para hacer que la gente viva feliz.
¿Le emociona el arte contemporáneo?
Mucho. Me emocionan Rothko y Chillida. Y Serra y Leiro. Y Barnett Newman y Teixidor. Y tantos otros.
¿Cuál ha sido la última exposición que ha visitado? Ejerza por favor de crítico.
He visitado en el Kunst Historisches Museum de Viena, una exposición maravillosa, The Shape of Time, en la que se exponen obras de pintura moderna junto a obras del propio museo. Además de que las comparaciones son muy adecuadas, está muy bien abrirse a la modernidad.
¿Cuál es la película que más veces ha visto?
Ciudadano Kane de Orson Welles. Y últimamente Florece Walker de Stephan Frears, que tiene mucho que ver con Ciudadano Kane. Y porque soy fan de Meryl Streep, con la que estuve en Nueva York.
¿Qué libro debe leer el presidente del Gobierno?
Teo en la escuela.
Regálenos una idea para mejorar la situación cultural.
Leer. Desde pequeños. Tiren a la basura los móviles de sus niños y pongan un libro en sus manos.