No cree en revelaciones ni en golpes de inspiración, pero Soler recuerda ahora que el primer atisbo de Sur sucedió en Dublín mientras paseaba con sus amigos de la Orden del Finnegan's. Al ver una placa en el suelo señalando que en ese lugar Joyce había situado un pasaje del Ulises, se planteó si sería posible “levantar una ciudad dentro de una novela”. El principal problema era “dotar de coherencia a elementos narrativos de muy distinta índole. Que una voz en tercera persona se acompasara con una en primera, con mensajes publicitarios, whatsapps, monólogos interiores, y todo ello fuese armónico”. Y que el lector discurriese además con fluidez por esa historia múltiple. Según nuestros críticos, lo ha conseguido.
Autor de una docena de novelas, algunas premiadísimas como Modelo de pasión (1993), Las bailarinas muertas (1996) o El camino de los ingleses (2004), Soler cree que Sur es la novela que se debía a sí mismo “y quizás también a algunos lectores fieles”. Un libro que no hubiese podido escribir hace diez años, porque entonces le faltaba la seguridad necesaria para abordar una novela de esta envergadura.
Pregunta. Sur transcurre en una ciudad sin nombre, “vivida o convivida (en palabras de Octavio Paz), enorme y cambiante, inacabable”. Es Málaga, pero podría ser cualquiera...
Respuesta. Sí, mi idea es que el plano detallado de Málaga que aparece en la novela se pueda levantar y superponer sobre el de cualquier otra ciudad. Finalmente el escenario es lo de menos, lo que importa es el alma de los personajes que dotan de vida al escenario.
"He tenido muy presentes las posibilidades que Cervantes abrió a la novela. Sur quiere ser una reivindicación el género, de la novela pura"
P. ¿Qué ha prestado de sí mismo al personaje del Atleta? Porque usted lo fue, y también escribió un diario....
R. Fui atleta, y como el Atleta, corría 400 metros. Le he dado la desolación, las inseguridades de un joven aparentemente sin porvenir. Alguien que corría contra sí mismo más que contra el reloj. El miedo a quedarme en la cuneta de la vida porque tenía la idea, en ese tiempo disparatada para la mayor parte de quienes me rodeaban, de convertirme en escritor. No llevaba un diario exactamente, pero sí anoté pensamientos y sensaciones en unos folios que curiosamente conservé y de los que he extraído literalmente algunos fragmentos. Lo que sí es diferente, por suerte para mí, es el entorno familiar del Atleta.
P. Entonces, no es casualidad que el Atleta escriba en su diario: “A lo mejor alguna vez pueda yo escribir algo que no sea mentira, algo como este aire que yo respiro”. ¿Lo ha logrado?
R. Ese ha sido el propósito. Quitar a lo escrito el cartón piedra, todos los elementos reciclados, manoseados y supuestamente literarios con los que tropezamos demasiadas veces en las novelas.
P. ¿Qué predomina en el libro, el pesimismo, el realismo o el sentido del humor?
R. Si el propósito era hacer un corte medular en una ciudad contemporánea, debían coexistir todos esos planos. Yo era el compositor y mi tarea consistía en concertar lo diverso, meterlo todo dentro de una misma partitura y que los sonidos más diferentes resultaran armónicos.
P. Desempeñan un papel esencial en el libro el sexo y el deseo, que acaban a veces en tragedia o frustración. ¿Qué aportan al relato?
R. La idea de El Diablo Cojuelo estaba muy presente en mi cabeza. Levantar los tejados, descifrar con quiénes compartimos el mundo. En ese sentido el sexo y el deseo son partes esenciales, y el modo en que lo viven los distintos personajes contribuye a definirlos, a decirnos quiénes son.
P. Sur tiene algo cervantino, con su combinación de relato picaresco, de aventuras, de amor... ¿Supone la victoria final de la pura novela sobre la autoficción?
R. He tenido a Cervantes como referencia -Dulcinea, Barataria, la pelea a pedradas de Chamorro o la propia existencia de este personaje y de Rai, trasuntos de Sancho y don Quijote, son claras alusiones cervantinas-. He tenido muy presentes las posibilidades que Cervantes abrió a la novela. Sur quiere ser una reivindicación del género, de la novela pura.
P. En el libro rinde homenaje a maestros y amigos por su nombre (Luis Mateo Díez, Carlos Cañeque) o casi a escondidas (Longares, Justo Navarro) , e incluso usted mismo aparece tras una noche de farra con Garriga Vela y Taján. ¿Qué tal personaje ha resultado ser?
R. Mi novela está llena de juegos literarios y metaliterarios, hay guiños y homenajes a amigos y a escritores admirados, como Luis Mateo o Longares. Yo sólo figuro como privilegiado acompañante de algunos.
P. ¿A qué autores jóvenes lee, en quiénes se reconoce?
R. Si hablamos de España, me interesa fundamentalmente Andrés Barba, creo que es un escritor con un enorme talento, con una mirada personal sobre la realidad y una gran capacidad para ahondar en la condición humana. Algo que también podría decir de Sara Mesa y en otro sentido, por ser voluntariamente más heterogéneo, que no disperso, de Andrés Neuman.
P. ¿Qué dice de nuestro mercado editorial la existencia de las editoriales como Galaxia o Impedimenta? ¿Un gran grupo se hubiese atrevido con una novela de la ambición de Sur?
R. No comparto el pesimismo de compañeros que no paran de anunciar el Apocalipsis de la literatura. La prueba es el nacimiento de esas editoriales a las que se pueden añadir Acantilado, Periférica, y alguna más. He publicado en grandes grupos y he dejado en ellos a grandes editores y amigos pero la ventaja que ofrece Galaxia es la permanencia del mismo editor al frente del sello, poder trabajar a largo plazo sabiendo que existe un camino común y que nadie va a decirte, no se sabe si con compasión o admiración, que eres un “escritor literario”.
P. ¿Qué tal se lleva con las redes?
R. No tengo la menor idea. No las uso y por tanto no sé que hay al otro lado del espejo. En el ámbito personal no me gusta la idea de airear mi vida, y en el profesional convertirme en un hombre cartel anunciando todo lo que hago tampoco me agrada. Por último, prefiero dedicar mi tiempo a leer o a no hacer nada antes que participar en debates con el más allá.