Queda claro que el gran triunfador de este año ha sido Murillo, tanto el barroco como el contemporáneo. El Prado calentaba los motores de su bicentenario con Lorenzo Lotto. Pintor de retratos. Y muchas artistas mujeres han tenido, por fin, merecidas exposiciones: la colombiana Beatriz González llegaba al Reina Sofía a sus ochenta años, Lee Miller a la Fundación Miró de Barcelona y Ángela de la Cruz al Centro Azkuna de Bilbao.
- Las votaciones de nuestros críticos
1. Aplicación Murillo
Varias sedes, Sevilla
Estamos de suerte porque la mejor exposición del año no lleva ni un mes inaugurada y podrá visitarse, aún, hasta el 3 de marzo en Sevilla.
Aplicación Murillo. Materialismo, charitas, populismo pone el broche al
Año Murillo trayendo sus temas al presente “para quitarle la caspa” con una virtuosa combinación de casi seiscientas obras de artistas modernos y contemporáneos gracias al quehacer de tres comisarios,
Pedro G. Romero, Luis Martínez Montiel y Joaquín González. Son siete las sedes, salpicadas por toda la ciudad: el Espacio Santa Clara, el Hospital de la Caridad, CICUS, el Hospital de los Venerables, la Sala Atín Aya, la Facultad de Bellas Artes y la Factoría Cultural. Y además de
merchandising vintage -antiguas estampas, almanaques, etiquetas…- y la ilustración de la vida y milagros del pintor, esta exposición actualiza y trae al presente la figura de Murillo.
Sonia Delaunay, Benjamín Palencia,
Joseph Beuys,
Juan Muñoz,
Harun Farocki,
Pepe Espaliú,
Antoni Miralda y
Dora García son sólo algunos de los artistas participantes. Hay tantas obras que se recomienda reservarse dos días para disfrutar de la visita en toda su extensión. Merece la pena.
2. Dadá ruso 1914-1924
Museo Reina Sofía, Madrid
De “acontecimiento internacional”, así calificaba José María Parreño (
El Cultural, 15 de junio) este ambicioso proyecto al que su comisaria,
Margarita Tupitsyn, había dedicado años de investigación. Casi 500 obras -pinturas,
collages, dibujos, fotografías-, documentos y publicaciones daban buena cuenta de cómo había surgido el movimiento Dadá en Moscú antes de su explosión en Europa y Estados Unidos. Entre los cerca de noventa artistas seleccionados había grandes nombres como El Lisitzki, Tatlin, Malévich, Ródchenko, Picabia, Man Ray o Tristan Tzara y se dedicaba un espacio al cine y el teatro. “
Lo interesante -decía entonces Parreño- es comprobar cómo el humor dadá impregna las propuestas constructivistas, y cómo su capacidad corrosiva destila en un cuadro que es sólo un cuadrado negro sobre fondo blanco”. La exposición abarcaba de1914, año en el que termina la Primera Guerra Mundial, a 1924 y dedicaba su sección central a la temática revolucionaria, en un momento en el que “el arte no objetivo, abstracto, fue capaz de convertirse en un lenguaje eficaz para divulgar el proyecto revolucionario”.
3. Lorenzo Lotto
Museo del Prado, Madrid
Lorenzo Lotto (Venecia, 1480-Loreto, 1557) fue uno de los grandes retratistas de su época, el primero que entendió que pintar a sus coetáneos era algo más que representar su estatus social. Comisariado por
Miguel Falomir y Enrico Maria Dal Pozzolo, la exposición que le dedicó el Museo del Prado es un completo viaje por la vida de este artista del Cinquecento. Supo reflejar en sus pinturas el estado de ánimo de sus clientes y trabajó con una gran variedad de tipologías, del retrato matrimonial a los criptorretratos. Le dio mucho valor a los objetos, algo que se puso de relieve en este montaje, con el patrocinio de la Fundación BBVA, en el que acompañaron las pinturas de anillos, armas o un ejemplar de los Sermones de San Gregorio Magno. La muestra contó con préstamos de grandes instituciones internacionales como el British Museum, el Metropolitan y el Hermitage y fue calificada por Javier Arnaldo como “
un extraordinario museo de la identidad personal y de sus dramas, y una aportación al entendimiento de este artista que no tardará en ser reconocida mundialmente” (
El Cultural, 22 de junio). Todavía puede verse en la National Gallery de Londres .
4. Murillo. IV Centenario
Museo de Bellas Artes, Sevilla
Considerado por muchos el pintor de la infancia y de las Inmaculadas, Murillo había sido relegado a un segundo plano. La exposición del Museo de Bellas Artes de Sevilla arroja una imagen de modernidad sobre este artista, su riqueza temática y el virtuosismo con el que supo reflejar a personajes populares y escenas religiosas. El montaje, comisariado por María del Valme Muñoz Rubio e Ignacio Cano Rivero, no es cronológico sino temático y ha traído a Sevilla veinte lienzos, nunca antes vistos en nuestro país, de grandes colecciones europeas y estadounidenses como el Metropolitan Museum, la Frick Collection o la National Gallery de Londres. “
Nunca antes Murillo había parecido un pintor tan italiano y, a la vez, tan norteño, y tan barroco. Una obra deslumbrante y sorprendente”, escribía Rocío de la Villa (
El Cultural, 21 de diciembre) de esta exposición que no hay que perderse y que puede visitarse hasta el 17 de marzo.
5. Beatriz González
Palacio de Velázquez, Museo Reina Sofía, Madrid
Tuvimos que esperar al 2017 para ver la primera exposición individual de
Beatriz González (Bucaramanga, 1938) en Europa. Fue en el CAPC de Burdeos, gracias al comisariado de María Inés Rodríguez, y después, ya en 2018, en el Palacio de Velázquez de Madrid.
Entrada ya en la ochentena, llegaban por fin sus lienzos, muebles, dibujos y grabados a nuestro país. Para muchos es “la artista pop latinoamericana” pero ella nunca ha aceptado esta etiqueta: “cuando comencé a trabajar con recortes de prensa mi conocimiento y el contacto con el arte pop en Colombia era muy escaso”, apuntaba en
su entrevista con El Cultural (16 de marzo). Aún así, muchas de sus obras se inspiran en imágenes recogidas de periódicos y revistas, y también en la historia del arte -copia imágenes icónicas de viejas láminas encontradas en mercadillos-, y la situación política de su país, el conflicto armado, la corrupción y el narcotráfico.
6. Después del 68
Museo de Bellas Artes, Bilbao
Chillida,
Oteiza,
Esther Ferrer, Ángel Bados, Txomin Badiola,
Cristina Iglesias,
Maider López,
Sergio Prego,
Asier Mendizabal,
Ibon Aranberri… son sólo algunos de los nombres que se dan cita en la exposición
Después del 68. Arte y prácticas artísticas en el país Vasco 1968-2018.
El Museo de Bellas Artes de Bilbao ha reunido a cerca de cien de ellos haciendo un repaso cronológico de la historia del arte reciente del País Vasco. Con un total de 150 obras, el punto de partida es su propia colección que cubre los vacíos con préstamos de otros museos españoles. En este intento de acercar la programación del centro al presente y a su entorno más próximo se ve la mano de su director desde 2017,
Miguel Zugaza, que ha comisariado la muestra junto a Miriam Alzuri y Begoña González. Estará abierta hasta el 28 de abril e incluye entre los artistas más jóvenes a dos estupendas escultoras:
Elena Aitzkoa y
June Crespo.
7. Lee Miller y el surrealismo en Gran Bretaña
Fundación Joan Miró, Barcelona
“Es una loable aproximación a una problemática compleja como es la difusión y exportación del surrealismo a un área tradicionalmente hostil a las corrientes provenientes de Europa y donde el movimiento germina -a partir de los años treinta- con notable retraso con respecto a otros centros”, escribía Jaume Vidal Oliveras (
El Cultural, 9 de noviembre). Porque la muestra
Lee Miller y el Surrealismo en Gran Bretaña, patrocinada por la Fundación BBVA, es mucho más que un perfil de esta musa y fotógrafa de moda.
Utiliza la biografía de la creadora norteamericana (1907-1977) para profundizar en la llegada del movimiento surrealista a Gran Bretaña y en las conexiones entre los artistas. Un total de doscientas piezas -fotografías, dibujos, pinturas y esculturas- en el que las instantáneas de Miller dialogan con obras de Max Ernst, Leonora Carrington, Salvador Dalí, Giorgio de Chirico, Joan Miró, Maruja Mallo, entre otros. Hasta el 20 de enero.
8. Jaume Plensa
MACBA, Barcelona
Ha sido uno de los protagonistas de estos últimos meses. Con exposiciones en Madrid (Palacio de Cristal del Retiro) y Barcelona (abiertas hasta marzo y abril, respectivamente); con inauguración de escultura pública en Madrid (acaba de instalar
Julia en la Plaza de Colón) y con individual en enero en su galería Pilar Serra, Jaume Plensa (Barcelona, 1955), uno de nuestros artistas más internacionales, no está acostumbrado a este “trato de favor” en España. Para su retrospectiva en el MACBA, artista y comisario, Ferran Barenblit, han reunido sus trabajos desde los años 80 hasta la actualidad. Un diálogo entre sus obras más abstractas y sus características figuras. “He tenido varias vidas. Es verdad que la gente conoce más mi trabajo actual, todo el universo de los rostros y de las cabezas, y
muchos pensarán que este espíritu conceptual ha desaparecido, pero está intacto”, explicaba en
la entrevista con El Cultural (2 de noviembre).
9. Ángela de la Cruz
Azkuna Zentroa, Bilbao
Homeless es la palabra anglosajona con la que nos referimos a las personas sin hogar y también el nombre de la obra de
Ángela de la Cruz (La Coruña, 1965) que da título a su exposición en el Centro Azkuna de Bilbao que podemos ver hasta el 20 de enero. La Premio Nacional de Artes Plásticas (2017) vive en Londres desde 1987 y fue precisamente allí donde, en respuesta a las políticas de Margaret Thatcher “empotró literalmente un gran lienzo contra un muro del estudio de la Slade, condenándolo a no colgar, a apoyarse en una esquina, sin una pared precisa que lo sostuviese, como se espera de todo cuadro” escribía Ángel Calvo Ulloa (
El Cultural, 2 de noviembre). Comisariada por Carolina Grau,
su primera retrospectiva en nuestro país reúne 25 piezas de distintos tamaños que gravitan entre la pintura y la escultura, articulando un montaje no cronológico que viajará en 2019 al CGAC de Santiago.
10. Carmen // Shakespeare
Artium, Vitoria, y Tabacalera, Madrid
Que las artes están cada vez más hibridadas no es una novedad del 2018. En
CARMEN // SHAKESPEARE: Presagios del Deseo, la muestra “caleidoscópica” que abría el año en Artium y viajaba en verano a Tabacalera, se cruzaban artes escénicas, plásticas, literarias y audiovisuales. Tomando como punto de partida los sonetos de amor de Shakespeare y la ópera de Bizet, Olga Mesa (Avilés, 1962), que viene del mundo de la danza, y el artista
Francisco Ruiz de Infante (Vitoria, 1966)
creaban un laberinto de instalaciones, vídeos y audios con los que, decían, abordaban “cuestiones en torno al amor y las relaciones humanas enturbiadas por la tecnología”. En los montajes, la huella de las construcciones de madera, los cables y los sonidos característicos de Ruiz de Infante sumergían al espectador en una experiencia única, vagando por los recovecos de las salas hasta perderse, encendiendo y apagando las luces con el paso de su cuerpo.