De no conseguir que ninguna editorial le publicase a colarse en las listas de los libros más vendidos, Agnès Martin-Lugand (Saint-Malo, 1979) sorprendió a propios y extraños cuando decidió autoditar en Amazon su primera novela, La gente feliz lee y toma café. Desde entonces, y a un ritmo de título por curso, dice estar viviendo un momento mágico. “Da vértigo. Es algo verdaderamente extraordinario lo que me ocurre desde hace seis años”, nos cuenta ella misma, consciente de que con cada libro que publica el número de lectores va siempre a más.

Fiel a su cita, y mientras en Francia presenta su última obra Una evidencia, la autora está en España promocionando A la luz del amanecer, que acaba de publicar con Alfaguara, con traducción de Juan Carlos Durán Romero. "Hace un año que el libro salió en mi país -afirma- y es un placer poder reencontrarme con Hortense de nuevo y hablar de ella". En ella, la escritora entreteje la historia de una profesora de danza embarcada en una aventura con un hombre casado que, tras un infortunado accidente, hará que se replantee toda su vida.

Pregunta. Desde que publicó su primera novela, La gente feliz lee y toma café, en 2013, su producción literaria no ha parado en ningún momento, ¿cómo lo consigue?

Respuesta. He encontrado mi ritmo. Es cierto que llevo una novela por año. Una vez que me despido de mis personajes, lo paso mal, pero empiezo a tener estas ganas de seguir escribiendo y siento el deseo de meterme en otra historia y encontrar nuevos personajes.

P. Para hacerse hueco en las librerías tuvo primero que autoeditarse, ¿siempre supo que lo suyo era escribir?

R. En realidad, descubrí el placer de escribir cuando terminé mis estudios de psicología y tuve que escribir la tesina. Sencillamente me fascinaba aquello, el placer era enorme. En aquel entonces me dije que si algún día me animaba sería para escribir un relato, una historia. Pasó el tiempo, ejercí como psicóloga, tuve un hijo y mi deseo de escribir se hizo más intenso. Solo me faltaba una historia y pronto apareció el relato de La gente feliz lee y toma café.

P. ¿Se esperaba la respuesta que tuvo?

R. Nunca se me hubiera ocurrido ni si quiera soñar con una aventura como esta pero al mismo tiempo todos los días me digo que esto puede acabar mañana. Sé que solamente a través del trabajo cabe la posibilidad de que esto siga adelante, de que siga publicando. Tengo la sensación de que puede pararse cualquier día pero la probabilidad de que se pare si no me tomo la escritura en serio, sería mayor.

P. ¿Alguna vez ha sentido que se le valoraba menos como escritora por estar en la lista de los más vendidos?

R. Bueno, hay cierta crítica que va a decir que es literatura popular o comercial. Los que creen que ese tipo de literatura no es buena. Mi respuesta es que a mí me encanta que la gente lea. Yo creo que cuando somos escritores queremos que la gente, sobre todo, lea. Y el hecho de que un lector lea una novela más comercial no quiere decir que no lea otros libros. Mi única pretensión es contar un relato con mi estilo y mis palabras. Yo llego al lector con mis historias pero yo no les digo: no lean más que literatura popular. A mí me parece estupendo. Yo también hablo con otros lectores que me dicen: “La primera vez que he leído una novela en su totalidad ha sido con su obra”. Eso es algo extraordinario para mí. ¿Dónde está la parte negativa? ¿Dónde está el menoscabo?

P. En A la luz del amanecer comparte con su protagonista que ambas son mujeres y tienen la misma edad, ¿qué tiene lo que escribe de sí misma?

R. Es cierto, me he dado cuenta de que mis heroínas más o menos son de mi edad, pero esto es lo único que tengo en común con ellas. Nunca me he inspirado en mi propia vida o en la de la gente que me rodea. Todos los personajes de mis novelas son totalmente ficticios. Me gusta inventar y crear gente que nunca he conocido antes.

P. Otra variable común de sus novelas es el amor y la búsqueda de la felicidad, ¿lo siente así?

R. Bueno esto es algo que viene una y otra vez porque lo que yo hago es escribir retratos de mujeres. Y en la vida de las mujeres hay amor, trabajo, amistad, familia, felicidad, tristeza... Estoy hablando de la vida cotidiana, de la vida de todos los días.

P. Hortense, además, es bailarina profesional, ¿le gustaba la danza antes de escribir?

R. Cuando Hortense llegó a mi vida, llegó con su trabajo y con su cuerpo. Quería trabajar con la relación que una mujer tiene con su cuerpo como protagonista de la novela. El cuerpo que nos crea, a través del cual existimos, seducimos, nos expresamos, nos apoyamos y también llegamos al cuerpo que nos falla, que dice: "Ya basta". Eso es lo que me interesaba. Sobre todo, con respecto a su trabajo como profesora de danza, a su vida que reposaba en ese cuerpo, porque ella usa y abusa de su cuerpo.

P. Además, sufre una crisis de identidad...

R. Sí, porque Hortense es una mujer que se vela la cara, el rostro, se tapa los ojos con respecto a la realidad de su vida y sus deseos. No le gusta el conflicto, tiene una actitud más bien pasiva. Está en una búsqueda desesperada porque existe en la mirada del otro y se olvida de sí misma, ya no sabe quién es. Cuando se lesiona y se encuentra en esa convalecencia esto le permite encontrarse a sí misma y olvidarse de la vida de los otros. Y al final ese vacío es lo que va a llevarle a hacer balance de su vida.

P. Una de las preguntas que se plantea el texto es si podemos ser felices si nos autoengañamos, ¿podemos?

R. Yo creo que cuando nos mentimos, aunque sea por error, siempre tratamos de protegernos y es complicado tomar conciencia de lo que no funciona, de lo que nos hace sufrir. A veces, pensar que todo va bien y que las cosas no pueden cambiar puede ser una salida cómoda pero cuando abrimos los ojos nos damos cuenta de que al final esa protección lo único que ha hecho es hacernos más daño y no nos ha beneficiado.

P. Psicóloga de profesión, aunque ya no ejerza, ¿encuentra puntos en común entre la psicología y la escritura?

R. Sí, claro que sí. Mis novelas realmente son retratos y además evidentemente se habla del interior de las personas, de cómo evolucionan sus pensamiento y sus emociones. A veces somos responsables de nuestra propia infelicidad, de nuestras propias desgracias y yo escribo también de cómo conseguir superar todo eso. Quizás hoy, de cierto modo, sigo haciendo psicología aunque no sea de forma consciente. Puede haber un componente psicológico pero al mismo tiempo lo que yo hago es contar un relato. No hago viñetas clínicas.

P. Acaba de publicar en Francia su último libro, ¿nos puede adelantar algo?

R. Se titula Una evidencia y nos encontramos con Reine, una mujer de cincuenta años que vive sola con un hijo adolescente de 17 años y que ha construido su vida sobre una mentira.

P. En ese sentido, hay ciertos parecidos con A la luz del amanecer, ¿no? Ambos personajes, a fin de cuentas, engañan.

R. La diferencia entre Hortense y Reine es que Hortense se miente a sí misma, está en la negación de su vida. Mientras que Reine, mi nuevo personaje, miente siendo consciente de que miente. No es el mismo tipo de mentira. Hortense se miente a sí misma como mecanismo de negación de la realidad. No es consciente de que se engaña, del estado de su vida, de cómo es su vida de verdad. No quiere verlo. Vive en una ilusión de que todo funciona bien y no es así. 

P. Todas sus novelas tienen una lectura positiva, ¿cree que hacen falta ese tipo de mensajes?

R. Yo creo que teniendo en cuenta los tiempos que corren nos benefician. Es agradable, pero al mismo tiempo lo que me interesa no es forzosamente llegar a un bienestar mágico e irreal. Es decir, quiero expresar que hay luz al final del túnel. Que podemos salir de ese túnel con cicatrices, sí, pero de pie.

@mailouti