¡Buenos días!
Estuvieron muy cerca de ganar estos poemas:
María José Viz Blanco
No es negociable
la sonrisa espontánea del árbol
y su brillo locuaz en mi recuerdo.
El comienzo directo marca un estado de ánimo en la lectura, una negación que condiciona. Pero a partir de ahí entra el matiz lírico con esa “sonrisa espontánea del árbol” que también se dibuja en nosotros, antes del final abierto al optimismo.
Oroteanda
Con el tiempo las alianzas
vuelan de las manos
como polvo de oro.
La contención y la fuerza simbólica que se nos propone aúna la rotundidad primera de la promesa y su vigencia efímera, porque poco después “vuelan de las manos / como polvo de oro”. Como la vida misma, con ese contraste entre lo deseado y la realidad.
Cecilia Gorizaliturri
Espinas como tigres hambrientos,
clavos que desatan suspiros,
hierro inútil mascando carne.
Imágenes poderosas, especialmente la primera, que concentra toda la tensión del poema y nos deja con el acecho en la nuca al leer, antes de que la posterior sucesión de referencias nos vaya introduciendo en varias interpretaciones de variada riqueza.
Pero el ganador es
Cuenta 140
Ven, anida en este hueco de mi pecho
No lamentes aquello que pasará
Mira, hoy también hay estrellas en la noche
La interpelación dulce del primer verso se beneficia de la claridad directa, de ese “Ven”, que después nos adentra en el secreto del amor: “No lamentes aquello que pasará”. Disfrutemos el presente, con sus huellas de “estrellas en la noche”. Porque el desengaño futuro también pasará, como esta alegría, y la alegría y el dolor tendrán el mismo valor.
Tema de la semana: “Vacaciones”. Parece que nos llegan, que podemos tocarlas. Se van alineando en la retina con su promesa de aire y frustración, de mar abierto en playas solitarias. Porque cuidado con lo que se desea: puede hacerse realidad. Escribamos de esto, en 3 versos y no más de 140 caracteres. Escribamos de las Vacaciones, de lo que esperamos de ellas y lo que tememos, esa pesadilla de las conversaciones vacías y el martilleo alrededor de la jarra de sangría que siempre se termina demasiado deprisa, pero también de los cuerpos dorados y del nuevo poema que se empieza a mirar.