Francisco Ruiz de Infante. Campos eventuales. Fundación BBVA
Paseo de Recoletos, 10. Madrid. Comisaria: Laura Baigorri. Hasta el 13 de octubre
A estas alturas, Francisco Ruiz de Infante (Vitoria, 1966) no necesita presentación. Después de la apabullante macro instalación junto a Olga Mesa en Artium y Tabacalera CARMEN // SHAKESPEARE, el público puede identificar su lenguaje propio, bien forjado. Combina recursos tecnológicos con ensamblajes precarios en contestación a la farsa audiovisual omnipresente y ensordecedora que pretende organizar dogmáticamente nuestro mundo, en la vigilia y en el sueño. La suya es una respuesta paródica, excesiva, neobarroca. Una poética que nos asoma al abismo para propiciar incertidumbres. Así que estamos de buenas, en este comienzo de curso, cuando tras los desvaríos veraniegos se nos urge a volver al orden.
En la ya imprescindible convocatoria Multiverso, que está propiciando que nuestros artistas puedan trabajar con presupuestos de producción decentes en el campo audiovisual, Ruiz de Infante presenta el vídeo monocanal Campos eventuales, a modo de cierre de la decena de cortometrajes de la serie BlueSky, a la que se alude en el hall de entrada con algunos episodios en pequeños displays. Pero donde, sin duda, son protagonistas las piedras lapislázuli en bruto, de resonancia ancestral, que después se convertirán en talismanes de transporte mágico que hilan las aventuras que nos esperan.
Acomódense, porque tenemos por delante una hora de proyección para disfrutar. Ruiz de Infante es un maestro del suspense, de manera que no da ocasión para distraerse en esta narrativa abierta, que se propone como un puzle que no hay por qué completar. Estas historias corales están entrelazadas pero no de manera lineal. Y al igual que hay saltos de imagen, inversiones de positivo y negativo, fundidos y fogonazos, también los diálogos en off se convierten en pistas descolocadas que se mueven atrás y adelante, desestabilizando la dimensión temporal. En este caudal de imágenes, ruidos e interferencias, tomas desde drones e infografías en 3D –con la colaboración de Paul Guilbert–, y otros variados y múltiples recursos, queda mucho espacio para el recuerdo y la sospecha, para la imaginación y el ensueño.
Tenemos por delante una hora de proyección para disfrutar. Ruiz de Infante es un maestro del suspense
Funciona como un gran palimpsesto. El artista ha utilizado planos de aviones y fotografías de viejos submarinos y veleros que, cuenta, son aviones sin alas. Hay vistas aéreas y tomas subacuáticas. Y también momentos álgidos en la banda sonora con un canto tradicional de Mongolia, el Canon de Pachelbel, el aria Deh vieni alla finestra del Don Giovanni de Mozart, el Johnny Speech de la ópera Johnny Johnson de Kurt Weill y la canción coral de niños It’s the Hard Knock Life del filme Annie de John Huston. Un repertorio lírico que contrasta con el largo plano continuo de alguien que sube piso tras piso una biblioteca abandonada, con los estantes vacíos. Plano de enorme pregnancia con múltiples lecturas entre las que, sospecho, se halla la crítica del autor al metódico “arte de archivo”, en las antípodas de su poética.
Este trabajo también contiene una crítica social, bajo el título Campos eventuales: zonas aptas para aterrizajes forzosos. Lo dice el artista: “Todo se reduce a que sabemos volar pero no aterrizar”. Hablamos del infantilismo de “esta época líquida de ilusiones ópticas en las que hay que creer (democracia, libertad…)”. Todos somos niños perdidos. Pero, como Peter Pan que no quiere crecer, estamos ante el “jamás jamás”.