Hola, amigos.
Podéis empezar a escribir de la jardinería.
El ganador de la semana pasada, dedicada al infinito, ha sido...:
Anyuri
Más allá de los barrotes le esperaba un mundo infinito, así que se armó de valor y saltó de la cuna.
La historia de un bebé que vislumbra la libertad más allá de su cuna y actúa en pos de ella. El sintagma “mundo infinito” es aquí sinónimo de libertad, de libertad absoluta, porque solo un niño, ya no digamos un bebé, puede interpretar la vida como un espacio y un tiempo sin limitaciones, en el que todo es posible y nada termina. La gracia del relato radica no solo en la astuta dosificación de los datos que se le proporcionan al lector, para que descubra con la última palabra quién protagoniza la historia —un bebé y no un presidiario—, sino también en que el lector comprende el peligro o el daño al que se enfrenta el crío cuando salta de su cuna. El final nos regala, por tanto, la sorpresa de saber quién protagoniza el relato, pero también el estupor de intuir que la persecución de la libertad se va a traducir en un golpe contra el suelo que quizá limite aún más la siempre escasa libertad física del bebé. La visión del infinito es aquí una visión ilusoria, que sólo puede terminar mal, con un despertar violento, con un trastazo contra un límite físico muy concreto, límite propio de nuestra vida finita.
Enhorabuena, Victoria Sánchez Aranda, por el estupendo cuento y por el premio.
Otros micros estuvieron muy cerca de ganar:
Coronel Sosa
El abuelo prefería pensar que su comprensión del infinito era mérito suyo, no de su pastillero.
Brund
Colocó una piedra en su tirachinas, apuntó al cielo y la lanzó. Años luz después, llegaba a un planeta para extinguir a los dinosaurios.
La Marca Amarilla
Buscando el infinito la expedición acabó en una manzana. «Coño, un agujero de gusano», exclamó el comandante.
Pelu
Contemplando la infinidad del universo, recibió la llamada de su esposa. Cuando ésta le preguntó cuánto la quería, mintió.
Saludos cordiales