Hola, amigos. 

Podéis empezar a escribir sobre la sonrisa. 

El ganador de la semana pasada, dedicada al sosias, ha sido...: 

Marín 

Cuando le dieron el alta tras perder a su hijo, se asomó a la sala de neonatos. Todos le parecieron iguales a su bebé.

Se masca la tragedia. Se intuye el robo de un bebé tras la catástrofe de un parto fallido. Como en tantos relatos escritos con tan pocos caracteres, las posibilidades imaginativas de este cuento se disparan gracias a una elipsis, figura retórica de la que nunca me cansaré de hablar. La elipsis no como una ausencia de datos que deja a medias el relato —eso sería un fallo narrativo imperdonable—, sino como presencia implícita en el propio texto de una conclusión narrativa inevitable, clara, que permite al lector rellenar una ausencia significativa y recorrer el relato hasta el final, sin problemas, sin confusión y sin dudas. Así, tenemos, por un lado, la benigna concisión del texto —que fija con eficacia los datos sustanciales de la narración— y, por otro, la aparición de una intriga o suspense de fácil intelección, elipsis mediante. 

Enhorabuena, Gabriel Pérez Martínez, por este relato trágico y estupendo y por el premio. 

Otros micros pudieron haber ganado: 

Kihara

Al ver en la prensa la imagen de aquel tipo en busca y captura, se preguntó angustiado si la víspera se había quedado en casa, como creía.

Arlés

La policía estaba desconcertada: al experto falsificador de los cuadros de Van Gogh también le faltaba la oreja.

Adefesio

Se pasó la vida buscando a ese sosias que, según dicen, todos tenemos en alguna parte. Resultó ser el cura que le dio la extremaunción.

Simba

Se había detenido ante un pasquín con la imagen del peligroso criminal, y ni le dio tiempo a sorprenderse de su gran parecido con él.

Saludos cordiales.