Wendelien Van Oldenborgh. Tono Lengua Boca. CA2M. Av. de la Constitucion, 23. Móstoles (Madrid). Comisaria: Anna Manuebens. Hasta el 5 de enero
Podría ser un experimento interesante entrar en la primera retrospectiva en España de Wendelein van Oldenborgh (Róterdam, 1962) con los ojos cerrados. Buscar otro tono, escuchar otras lenguas, dejar hablar a otras bocas. Este prescindir de lo visual sería un ejercicio audaz si pensamos que la artista holandesa es una de las voces más consistentes en la experimentación cinematográfica como dispositivo artístico. Es decir, ha creado una metodología para filmar que se proyecta en una construcción expositiva específica en cada ocasión. Pero también nos sacaría de nuestra zona de confort, la de la cultura positivista occidental centrada en la vista. Si no vemos, tenemos que prestar más atención a lo que oímos.
Van Oldenborgh aborda su obra con esta actitud de descentralizar sentidos y saberes, la misma que ha buscado Anna Manuebens como comisaria para componer una muestra que, tanto en forma como en contenido, pone los acentos necesarios para la revisión crítica de un método. Es una exposición abierta, que acoge, que contamina y quiere atravesarte. Está estructurada en una introducción y cuatro núcleos, todos ellos con un nuevo diseño basado en lo circular. La primera pantalla proyecta un montaje radial de dos secuencias de diapositivas con el proceso de grabación de una canción. Dos músicos de hip hop de origen surinamés trabajaron con los recuerdos de las ocupaciones punks en Róterdam en los años 80, en los que participó la artista, para la composición y descomposición de varios temas propios. En The Basis for a Song (2005), se reconoce ya la estrategia de convocar y generar un lugar de encuentro, de dar la voz a otro para entender una realidad mixta.
Una obra que rebota en el hormigón, atraviesa el tejido, se absorbe en la madera y resuena como banda sonora
Los demás momentos del recorrido se disponen en relación a tres construcciones semicirculares. La de hormigón, que hace referencia a la arquitectura brutalista de la italo-brasileña Lina Bo Bardi, esconde los primeros experimentos de la artista en Brasil: una investigación que conjuga el pasado colonialista holandés, el modernismo antropófago local con la realidad híbrida y compleja de este país. Mientras, en su parte de concha la estructura acoge el potente diálogo de dos mujeres feministas cariocas de diferentes contextos raciales y socioculturales. En Bete & Deise (2012), si el escenario es la construcción moderna en ruinas, el lenguaje y la declamación es la estructura para la una y la música y el ritmo para la otra. El segundo módulo, una cortina transparente, reúne dos piezas en torno a la colonización asiática, una con la recitación del poderoso discurso Si yo fuera holandés (1913), escrito por un nacionalista indonesio, y la otra un diálogo sobre la historia y devenir comercial de las telas batik, de origen javanés pero hoy asociadas al África negra y monopolizadas como neerlandesas. La estructura de madera, inspirada en los juguetes de Aldo van Eyck, presenta la instalación sonora, From Left to Night – LP (2019). Aquí excluida la imagen, las voces que relatan la vigilancia sectaria de las cámaras de seguridad en Londres, se encarnan. En todas ellas el trauma es enunciado por el oprimido.
Es una muestra montada en el juego de lo cóncavo y convexo, de lo que pareciera pero no es: de un rodaje que no dirige, de una imagen que da voz. Pero también de lo que rebota en el hormigón, atraviesa el tejido, se absorbe en la madera y resuena como banda sonora de la exposición, extensiva a la programación de mujeres cineastas en el CA2M –ahora en paralelo está el soberbio documental de Paloma Polo–. Es un escuchar a los otros para poder entenderse a uno mismo.