Dos horas de sueño apenas le han dado tregua al escritor, Javier Cercas (Ibahernando, 1962), para asimilar la noche del lunes cuando nos atiende. Premio Planeta 2019 por su novela Terra Alta, que la editorial publicará el próximo 5 de noviembre con una tirada inicial de 300.000 copias, el autor de Soldados de Salamina se reinventa con esta historia que indaga sobre conceptos como justicia, venganza o traición y que cuenta el relato de un exdelincuente convicto, actual mosso d'esquadra en Gandesa y héroe en los atentados de Cambrils en 2017, que se enfrenta a la resolución de un triple asesinato.
Pero aunque se aleja de su género habitual asegura que él continúa siendo Javier Cercas. "Yo diría que todas las novelas son autobiográficas en una medida u otra -reflexiona-. Eso no quiere decir que tú cuentes tu vida. La ficción pura no existe. Es un invento de quienes no saben lo que es la ficción. Siempre está preñada, cebada de realidad. Este libro por ejemplo es aparentemente la obra de ficción más pura que yo he escrito. El protagonista aparentemente no tiene nada que ver conmigo. Y sin embargo es profundamente autobiográfica".
Pregunta. Ahora que ha tenido más tiempo para asimilarlo, ¿cómo se siente al ser el Premio Planeta 2019?
Respuesta. Feliz. Es un premio muy bonito porque te permite llegar a mucha gente. El año pasado, por estas fechas coincidí en Francia con Salman Rushdie y en un momento me dijo: "Bueno, es que los premios no son justos". Yo le dije: "No, no lo son. Si nos lo dan a nosotros es maravilloso, es justísimo. Si se lo dan a otro es tongo". Y yo supongo que estas cosas ocurren. Así que he dormido dos horas pero estoy absolutamente feliz.
P. Nunca antes se había presentado, de hecho, a un premio, ¿qué le animó en esta ocasión?
R. Cuando acabé El monarca de las sombras pensé que aquello era el final de algo. Pensé que podía seguir escribiendo libros en esa misma línea pero que el peligro era repetirme. Afortunamente acabé este libro. Yo era consciente de que era completamente distinto a mis obras anteriores. Era un libro donde yo hablaba de otras cosas y hablaba de otra manera de esas otras cosas. Ayer hablaba de reinventarme. Una palabra que sonaba un poco a libro de autoayuda pero sí. Fue como si intentase ser otro escritor, como si intentase cambiar de piel. Y esto se hace muy evidente cuando leáis el libro. Cualquier que haya leído mis novelas anteriores lo notará. Entonces mi agente me sugirió presentarme. Tenemos esta oportunidad de llamar la atención. Yo por suerte soy un hombre inmensamente afortunado y tengo lectores, no solo en España, pero en España también, y es una manera de decirle a la gente que este es un libro mío, pero es muy distinto. ¿Más popular? Probablemente. Yo sueño con una literatura como la literatura de los grandes tiempos. Shakespeare era muy popular. Cervantes fue enormemente popular. Y son grandes autores.
P. ¿Piensa entonces que la literatura popular no está reñida con la calidad?
R. ¿Shakespeare está reñido con la literatura de calidad? ¿Cervantes está reñido con la literatura de calidad? ¿Dickens está reñido con la literatura de calidad? Hay literatura popular, muy leída, libros muy leídos que son buenos y hay libros muy leídos que son malos. Y hay libros poco leídos que son buenos y libros poco leídos que son malos. Hay de todo en esta vida. Pensar que un libro porque es muy leído es malo es decir que el Quijote era malo, cosa que en su época se decía, por supuesto. Precisamente porque era muy leído. Shakespeare prácticamente no era literatura. Era espectáculo. Eso es una estupidez. No deberíamos ni discutirlo. Por desgracia se discute todavía.
P. ¿Y de dónde llega esta Terra Alta tan distinta a sus otras obras según afirma? ¿Cuándo surge la necesidad de renovarse?
R. El último capítulo de El monarca de las sombras, mi última novela, transcurre en Terra Alta porque el protagonista de esa novela muere ahí. Terra Alta es el lugar donde transcurrió la batalla del Ebro y el protagonista era mi tío abuelo, el héroe de la familia que había muerto ahí. Hice varios viajes a la zona para documentarme y descubrí un territorio totalmente desconocido para mí. Yo lo llamo la Cataluña pobre. Un día, ya publicado, fui a presentarlo al lugar exactamente donde había muerto mi antepasado. Allí, hablé del concepto de patria que tiene Cervantes. Para Cervantes la patria, por decirlo rápidamente, no tiene un concepto político. La patria es el lugar donde tienes tus afectos, donde tienes tu familia. Es un concepto más sentimental y personal que político. Y yo dije: "Esto se ha convertido en mi patria". Al día siguiente, cuando nos despertamos y fuimos a buscar el coche vimos que lo habían abierto. LLamé a un amigo mío. "Qué raro -me dijo-, si aquí no pasa nunca nada".
El policía que les atendió aquel día inspira a su Melchor Marín, el protagonista de su nueva novela. "Hablamos, era un chico joven, de Barcelona, se casó con su mujer, que es profesora. '¿Y qué tal estas aquí?', le pregunté. 'Bien, lo que pasa es que al principio no podía dormir'. '¿Cómo que no podías dormir?'. 'No -contestó él-, por el silencio'. Porque era de Barcelona y el silencio no le dejaba dormir. En ese momento me planteé qué ocurriría si pasara algo en un lugar donde nunca pasa nada, con un tío que viene desde fuera y que no puede dormir por el silencio. Y además esta la patria. De esas cuatro cosas surge esta novela", explica.
P. Ha comentado además que sin los últimos acontecimientos de Cataluña, esta Terra Alta no existiría, ¿qué opinión le merecen las tensiones políticas que se viven hoy en Barcelona?
R. Yo de lo que está ocurriendo ahora políticamente no voy a hablar porque me harto de hablar. Llevo siete años que no hago más que hablar de eso. No tiene sentido que dé mi opinión de lo que está ocurriendo porque todo el mundo la conoce. Lo que sí es verdad, lo que dije ayer y que quizás no lo dije bien porque todavía estoy aprendiendo a hablar de este libro, es que este libro no trata de ese asunto pero que sin ese asunto y en particular, sin lo que ocurrió entre los meses de septiembre y octubre de 2017, este libro no existiría. O al menos no existiría en la forma. Sin lo que ocurrió entonces yo no me hubiese renovado como escritor, no sería un escritor distinto que es lo que soy ahora. Este libro es un libro muy distinto a los libros que he escrito antes. Es un poco el resultado de eso. Kafka no habla de su padre en La metamorfosis, pero probablemente el tema es su padre. Kafka no habla de cómo se siente él personalmente pero ese es el tema. Entonces ese asunto está tratando digamos de manera elíptica.
P. ¿Y cómo afectó a su escritura y a su trama?
R. Cuando escribí este libro me sentía muy feliz, porque estaban ocurriendo cosas terribles a mi alrededor, y yo me metía en esa especie de refugio antiatómico que era la novela y pensaba que por suerte no tenía ninguna relación con lo que estaba ocurriendo y que lo que estaba contando y escribiendo no tenía ninguna relación. Fue cuando acabé el libro cuando me di cuenta de que sí que tenía relación. Era inevitable. Yo nunca había vivido experiencias como las que hemos vivido así aquí en estos meses y era inevitable que eso aflorase. Eso sí, de una manera elíptica, como opera la ficción, que no opera directamente sino a través de subterfugios. En ese sentido mis angustias, mis sentimientos, el modo en que yo, y mucha gente, he vivido eso es el carburante con el que este libro se ha alimentado. Pero insisto en que aparte de un par de anécdotas y cuestiones, inevitables porque estábamos en ese momento y el protagonista es un policía al que le afecta de manera indirecta, no aflora mucho más a la superficie.