Hola, amigos.
Podéis empezar a escribir sobre la vocación.
El ganador de la semana pasada, dedicada a la sonrisa, ha sido…:
Esteve
Cuando el notario leyó el testamento, todos comprendimos la sonrisa del abuelo.
Este texto brevísimo es un ejemplo de lo mucho que puede hacer un escritor con talento si usa bien dos pilares básicos de cualquier texto narrativo: la economía argumental y la concisión estilística (lean para mayor conocimiento Ficción continua, de José María Merino). Con doce palabras sobrias, efectivas y perfectamente ordenadas, comprendemos el estupor de la familia y del narrador con la sonrisa del moribundo; sonrisa extraña cuando se produce que cobra un sentido ulterior claro, sarcástico, colmado de rencor, cuando el notario lee las disposiciones testamentarias. En Harvard se ha estudiado mucho casi todo, también el mundo de los guiones, y se sabe que nada genera tanto placer en el espectador de cine o teatro como la venganza. De ahí que la venganza sea tan usada en Hollywood para atraer espectadores (en demasiadas ocasiones, una venganza zafia, tipo Rambo o Charles Bronson). No hay zafiedad en este relato, sin embargo, sino todo lo contrario: finura, elegancia y astucia, y el protagonismo de un abuelo sonriente y vengativo.
Enhorabuena, Salvador Esteve, por el relato, excelente, y por el premio.
Otros micros pudieron haber ganado:
Pérez Cibido
Fue siempre desdichado. Su familia, viendo la actual expresión de felicidad de su rostro, solicita no despertarlo del coma.
Angus
Se dormía con una sonrisa tan encantadora que todas las hadas venían a beber de sus labios. De día era soberbio y despegado.
Saludos cordiales.