Esta tormenta
James Ellroy retrata un mundo conspiranoico y desquiciado en la segunda parte de 'Perfidia', precuela del primer 'Cuarteto de Los Ángeles'
11 noviembre, 2019 07:34En Esta tormenta, segunda parte y precuela del primer Cuarteto de Los Ángeles tras Perfidia, James Ellroy (Los Ángeles, 1948) comienza en la convulsa noche de fin de año de 1941, con una operación de vigilancia nefasta, Count Basie tocando en la fiesta de la policía, con el fuerte eco de Pearl Harbour extendiendo/recordando el odio hacia el japonés, el caso Watanabe reverberando y una trama compleja y ambiciosa que se abre en canal para absorber al lector. Para tragárselo. Para respirar y sentir la maldad.
Una historia densa, sombría, amoral (Ellroy se vuelve más oscuro con los años). Con un Departamento de Policía corrupto, sibilino, “torcido en una ciudad torcida y jodida”. Policías que pasan de una novela de Ellroy a otra en un ad continuum fantasmal, tongos, un robo de lingotes de oro, un incendio antiguo y un cadáver traído por la tormenta, dos polis corruptos asesinados, fumadores de opio, tratos de odio contra odio, traiciones, quintacolumnistas, fascistas, comunistas, racismo desenfrenado, prostíbulos, porno, orgía nazi con Orson Welles y otros implicados, cine o estrellas de cine y los que aspiran a serlo pero que son arrastrados a agujeros negros, jazz, tráfico de espaldas mojadas y droga y, sobre todo, una corrupción brutal en un entramado complejo de personalidades y perversiones con las que el autor muestra todo el catálogo de debilidades humanas. Los Ángeles, Ensenada, Tijuana, Baja… un caos que funciona como algo más grande.
Narración hipnótica, obsesiva, torrencial, 'Esta tormenta' es una historia coral, física, sucia, en la que predomina un estilo personalísimo, rítmico y sincopado
Un fresco que es más que un noir, donde se mezclan personajes reales con otros ficticios, situaciones históricas con una ficción desbordante y malsana que persigue la gran Ballena Blanca, entendida, claro, como la Gran Novela Americana, algo que el propio Ellroy ya ha manifestado. “Historias de la vida revisadas para adaptarlas a mis necesidades narrativas y saciar mi ego inmenso”, afirma en A la caza de la mujer. Y es que en sus novelas todo está conectado. Los personajes van y vienen como el sargento de policía Dudley Smith que ahora trabaja para el ejército ideando maldades, irredimible e inmoral; Hideo Ashida, un forense japonés enamorado de Smith, resentido, que amaña las pruebas; el alcohólico capitán de la policía Bill Parker; el sargento Elmer Jackson que lleva un negocio de putas con Brenda Allen, pero que se desviará del caos y la corrupción y se convertirá en una molestia para los propios policías; Joan Conville, inspirada en Jean Hilliker –madre de Ellroy–, pelirroja que juega con unos y otros, de Smith a Parker; la vistosa Kay Lake… y otros muchos personajes que se caracterizan por sus defectos, por la carga emocional y visceral con la que Ellroy dimensiona sus actos.
La audacia y el riesgo del autor de Mis rincones oscuros es innegable. Lo constata una vez más en Esta tormenta. El retrato de un mundo conspiranoico, desquiciado, en el que la gente se aprovecha de la guerra de las peores maneras posibles. Por medio de una mirada en ocasiones juguetona, siempre mordaz, James Ellroy desarrolla una narración hipnótica, obsesiva, torrencial, que empuja en una noche lluviosa sin tregua. Porque la lluvia, su madre asesinada, los policías y el pasado de su país tienen importancia en su vida y en el ambicioso puzle que va armando, en el que la imagen nunca es del todo nítida, acaso brumosa, en un recorrido siempre turbulento. Así son las extraordinarias historias de Ellroy, en las que combina lo noir y lo histórico en un retrato off de Estados Unidos. Porque Ellroy no es solo un escritor de novelas policiacas, es autor de novelas políticas, sociales y épicas. Una historia coral, física, sucia, en la que predomina un estilo personalísimo, rítmico, sincopado, que ha generado distintas derivaciones en el género y que al autor le sirve para indagar en sus sombras y poner en el diván a través de sus policías corruptos y su imagen de Los Ángeles, a Estados Unidos.